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«No sabemos si las sanciones van a producir un quiebre en el oficialismo»

por BBC News Mundo BBC News Mundo

  

La estrategia de presión de Estados Unidos sobre Nicolás Maduro podría tener efectos contrarios para Washington.

Tras la aprobación de sanciones a la industria del petróleo en Venezuela, Estados Unidos pretende que la crisis económica se agudice y que eso se traduzca en el quiebre de la coalición que respalda a Maduro.

Pero esas sanciones a la gran industria de Venezuela, la que genera 96% de los ingresos del país, pueden afectar antes a la gente de la calle que al propio oficialismo.

Maduro lleva años culpando de la crisis que sufre Venezuela a una «guerra económica» liderada por Estados Unidos.

«El gran riesgo de las sanciones petroleras es que justifica en cierta medida el discurso chavista», asegura en entrevista con BBC Mundo Geoff Ramsey, investigador del centro de estudios WOLA (The Washington Office on Latin America) y especializado en Venezuela.El investigador de WOLA, organización que asesora a legisladores de Washington y es crítica con algunos aspectos de las sanciones, alerta de los peligros de un conflicto armado y recuerda que Estados Unidos fracasó en Cuba con una política similar a la que ahora quiere aplicar en Venezuela.


«Hay que apostar al colapso económico en Venezuela», dice Estados Unidos. ¿Eso no tendrá antes un impacto en la gente que en el gobierno?

Las sanciones petroleras son muy fuertes. No sabemos si estas sanciones van a producir un quiebre del oficialismo, lo que sí sabemos es que va a haber un impacto en la población. El sufrimiento del pueblo venezolano va a aumentar por estas sanciones.

Citgo es la filial de PDVSA en Estados Unidos| GETTY IMAGES

Desde hace tiempo, Nicolás Maduro culpa al imperialismo y a una guerra económica de la situación del país. ¿La implicación de Estados Unidos no consigue el efecto contrario: reforzar la retórica del chavismo?

Ese es el gran riesgo de las sanciones petroleras: justifica en cierta medida el discurso chavista en un momento en el que la comunidad internacional está buscando las posibilidades de algún quiebre dentro del chavismo. Y en vez de darle al entorno de Maduro incentivos claros para alejarse de él, más bien las sanciones petroleras producen un efecto de cierre de filas porque estamos ante una amenaza externa.

Si bien la propuesta de amnistía de la oposición implica ciertas garantías a las Fuerza Armada y al chavismo, también creo que no ha sido una negociación completa. Una de las razones por las que no hemos visto un quiebre del chavismo es que no se sienten representados en una eventual transición.

La coalición que está en el poder todavía no se ha sentido representada en la oferta. Una transición en Venezuela debe ser pactada.

¿No recuerda a la estrategia con Cuba, que 60 años después no consiguió lo que EE UU siempre buscó?

Sí, de ahí nuestra preocupación por las sanciones petroleras. Lo que sabemos de los regímenes autoritarios del mundo es que son muy hábiles en resistir la presión. Lo vimos en Cuba. El embargo a Cuba sigue ahí, pero no ha producido un cambio de gobierno.

El riesgo de las sanciones es que implican más sufrimiento para la población de Venezuela, mientras el régimen sigue ahí y con una justificación para su agenda política. Ahora pueden decir, con más razón que antes, que la crisis económica es producto de la presión de Estados Unidos.

La ayuda humanitaria enviada por Estados Unidos a Venezuela está por el momento en Cúcuta, Colombia| AFP

El chavismo tradicionalmente ha usado una estrategia defensiva de que hay un enemigo ante el que cerrar filas, sobre todo desde el golpe fallido a Hugo Chávez en 2002. ¿El momento actual es un terreno cómodo para el chavismo?

Sí, por eso no entiendo el nombramiento de Elliott Abrams como enviado especial de Estados Unidos a Venezuela. Es un personaje de la Guerra Fría que jugó un papel muy importante en la decisión de Estados Unidos de mandar armas ilegalmente a la Contra en Nicaragua. Su nombramiento fue una señal clara a Maduro de que la intervención militar está sobre la mesa. Pero tampoco creo que haya un interés de Estados Unidos en intervenir militarmente en Venezuela.

Los analistas serios en el Consejo de Seguridad Nacional y en el Departamento de Estado saben que una intervención militar en Venezuela sería un desastre logístico y un baño de sangre.

El ejército de Venezuela no se puede comparar con el de Estados Unidos, pero en Venezuela hay muchos grupos de civiles armados entrenados para la guerrilla…

Por eso es tan arriesgada la estrategia de Estados Unidos de depender de un quiebre de la Fuerza Armada, porque es solo una parte de la solución. Está la milicia, los grupos armados, el ELN (Ejército de Liberación Nacional, guerrilla colombiana)… Esto fácilmente podría acabar en un conflicto armado interno que dure décadas.

¿Podríamos vivir una situación como la invasión a Panamá para apresar a Manuel Noriega en 1989?

Creo que hay que pensar más en casos como los de Libia o Irak. En ambos casos son países gobernados por líderes autoritarios, y Estados Unidos tenía la idea de que intervenir en estos países iba a ser muy fácil porque eran regímenes inestables y lo que hay que hacer es aislar a sectores y facilitar así una transición.

Pero en ambos casos terminó desestabilizando al país entero y generando una guerra interna que todavía no se ha resuelto.

Las transiciones armadas forzadas nunca han sido fáciles.

¿Cómo se explica este compromiso tan fuerte de Estados Unidos ahora en contra del gobierno de Venezuela?

Es innegable que hay un aspecto geopolítico en esto. No le interesa tener un régimen autoritario con una narrativa antiestadounidense en su patio trasero.

El gobierno de Nicolás Maduro organizó una recogida de firmas contra la intervención de Estados Unidos en los asuntos de Venezuela| GETY IMAGES

Pero ese gobierno socialista y antiestadounidense lleva ya muchos años ahí. ¿Por qué ahora?

Porque ha producido una crisis que tiene implicaciones en la estabilidad de toda la región. Al mismo tiempo no se puede negar que hay gente dentro de la administración de Donald Trump que ve las relaciones de América Latina en términos de combatir intereses cubanos.

Es su perspectiva de ver el mundo: ven Cuba como una amenaza directa a los intereses de Estados Unidos. Pero sí tiene que ver más con intereses de seguridad y estabilidad regional.

Hay algo de ideológico en la llamada «lucha contra el socialismo» de la que habló Trump en el Estado de la Unión y que recuerda a la Guerra Fría. ¿No es eso un obstáculo adicional?

Hay riesgo de politizar esto justamente cuando hay consenso amplio en la comunidad internacional de que hay un gobierno autoritario y de que hay que impulsar una solución democrática no violenta. Así que ese discurso de la Guerra Fría perjudica la presión multilateral que hemos visto del Grupo de Lima y del Grupo Internacional de Contacto que está creando condiciones para elecciones nuevas y creíbles.

La presión internacional sobre Maduro es altísima, pero debe ser canalizada hacia alguna parte para tener éxito, por lo que la reunión en Montevideo del Grupo de Contacto Internacional ofrece esa salida, un proceso político por el que las sanciones y el reconocimiento a (Juan) Guaidó (como presidente interino) podrían ser canalizados a una solución que no sea una intervención militar catastrófica.