Dos referendos ocupan la actualidad en estos momentos: el de la región autónoma del Kurdistán, en Irak, y el de Cataluña, en España. La pregunta en ambos casos es si deben convertirse en Estados independiente.
Pero ¿qué se necesita para formar un nuevo país?
Cuatro características
«No puedes ser un país verdadero a menos que tengas cerveza y una línea aérea», dijo el músico de rock Frank Zappa.
En realidad, se necesita algo más que eso. Los expertos en leyes internacionales identifican cuatro características principales para poder ser un Estado: un pueblo, un territorio, un gobierno y la capacidad de entablar relaciones con otros Estados sobre una base soberana.
La definición de pueblo es muy disputada. Algunos argumentan que significa una población permanente con un concepto de, y creencia en, su propia nacionalidad.
James Irving, que enseña leyes internacionales en la London School of Economics (LSE) afirma: «Deben existir lazos efectivos, lazos de pertenencia, de identidad, de sentimiento».
«Y también lazos vinculados a los intereses prácticos compartidos».
Otro factor esencial es que los Estados deben tener un territorio definido, un área dentro de fronteras dentro de las cuales se es soberano.
Muchos citan la capacidad de conducir relaciones con otros Estados como un elemento clave.
De manera que los Estados soberanos son libres de entablar relaciones que son bilaterales, en las que, por ejemplo, dos países acuerdan tener relaciones diplomáticas o trabajar juntos para resolver un problema común -o multilaterales- como parte de la Unión Europea, por ejemplo, o como signatarios de los acuerdos internacionales de cambio climático.
Como base está el entendimiento de que un Estado soberano no depende de, ni está sujeto a ningún otro poder o Estado.
Pero, ¿cómo se convierten los Estados potenciales en verdaderos Estados?
Reconocimiento
Los países individuales pueden reconocerse entre sí, pero el gran premio para lograr ser reconocido como un Estado es el reconocimiento de Naciones Unidas.
Los beneficios son incontables: la protección de la ley internacional, el acceso a préstamos del Banco Mundial y el FMI, control de las fronteras y mayor acceso a redes y mecanismos económicos.
Además, la protección que brindan las leyes comerciales, que facilitan la creación de acuerdos comerciales.
Pero, ¿puedes ser un Estado aunque no te reconozca la ONU?
«Esencialmente, como reza el dicho: si camina como un pato y grazna como un pato, es un pato», explica Rebecca Richards, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad de Keele, Inglaterra.
«Reconocemos que es algo parecido a un Estado, pero le falta ese reconocimiento».
Somalilandia es un ejemplo.
Solía ser un protectorado británico en el este de África. Y en 1960, antes de unirse a Somalia, entonces bajo control de Italia, pasó cuatro días como país independiente.
Después permaneció siendo parte de Somalia hasta que el gobierno de ese país se colapsó en 1991.
Somalilandia entonces declaró unilateralmente su independencia.
«Hay un gobierno notablemente fuerte», explica Rebecca Richards.
«Ha tenido una serie de elecciones democráticas. Es pacífico. Es estable. Allí está teniendo lugar un desarrollo económico increíble. Tiene casi todo lo que se esperaría ver en un Estado», agrega.
Pero Somalilandia no está reconocido por nadie. Lo cual dificulta su existencia.
«Hay acceso limitado a ciertos tipos de ayuda para desarrollo o ayuda humanitaria, pero mucho de esto, especialmente la ayuda que proviene de la ONU… llega a través de Somalia».
También se le dificulta el acceso a los mercados internacionales sin protecciones legales.
Ya que la moneda de Somalilandia no está reconocida fuera de sus fronteras, ésta no tiene valor internacional.
Barreras legales
El concepto que subyace a la idea de una nación es la «autodeterminación».
El Diccionario de la Real Academia Española lo define como «la decisión de los ciudadanos de un territorio determinado sobre su futuro estatuto político».
Este derecho a la autodeterminación quedó establecido en la Carta de la ONU en 1945.
La autodeterminación inicialmente fue vista como una forma para que la gente que vivía bajo regímenes coloniales obtuviera su independencia o eligiera algún tipo de asociación con el antiguo poder colonial o con otro Estado.
«Mucha gente pensó que era una buena idea», explica James Irving, «pero no hubo mucho consenso en lo que esto significaba».
Si el pueblo de un territorio colonizado quería su propio país, el principio de autodeterminación sugería que podían tenerlo.
Cerca de una tercera parte de la población del planeta vio un cambio en su estatus político.
La ONU, que contaba con 51 países en 1945, ahora tiene 193 miembros.
Pero no todo eran buenas noticias.
Muchos juristas afirman que después de que una colonia obtenía su independencia, ya no era posible tener más separaciones o considerar cambios en sus fronteras.
Esto, aseguran, es contrario a la idea de autodeterminación.
«¿Cómo se pueden combinar estos dos principios, de que las fronteras no pueden cambiar pero a la vez la gente debe tener el derecho a determinar su propio futuro?», pregunta James Ker-Lindsay, investigador senior de Política del Sureste de Europa en la LSE.
Autonomía
La solución fue establecer que, para la gente que vivía dentro de las fronteras del país para el que querían independencia, la autodeterminación les daba el derecho a la autonomía, pero no les permitía tener su propio país.
Este fue el asunto que se trató en relación a Kosovo.
Cuando Yugoslavia se derrumbó, fue reemplazada por seis repúblicas, una de las cuales era Serbia.
Kosovo era una provincia dentro de las fronteras de Serbia, pero con unapoblación étnica distinta que había gozado de un enorme grado de autonomía.
Para que Kosovo se volviera independiente había que cambiar las fronteras de Serbia y eso violaba el principio de integridad territorial.
«La primera respuesta de la comunidad internacional fue decir que (Kosovo) tenía derecho a la autodeterminación interna», dice el doctor Ker-Lindsay.
«(Decir que) era una provincia de Serbia pero que no tenía el mismo derecho a la independencia que tenían las otras repúblicas», explica.
«Así, cuando los kosovares se dieron cuenta de que no lograrían su independencia por medios pacíficos, organizaron un levantamiento», agrega.
Después siguió unconflicto con las autoridades serbias que sólo llegó a su fin con la intervención militar de la OTAN en 1999.
Después, en 2008, Kosovo unilateralmente declaró su independencia.
Serbia dijo que era inválido y llevó el asunto a la corte de la ONU que soluciona las disputas legales internacionales, la Corte Internacional de Justicia.
«El asunto que se llevó a la corte fue si la declaración de independencia de Kosovo contravenía la ley general internacional», afirma Ker-Lindsay.
«Y la corte dijo que en realidad no había nada en la ley internacional que dijera que un territorio no puede declarar su independencia».
Pero la parte central del asunto no era la cuestión sobre la ley. Más bien era si la categoría de Estado de Kosovo tenía probabilidades de ser reconocida.
«Kosovo ha sido reconocido por más de la mitad de los miembros de la ONU», dice Richards, «pero aún no se le reconoce como Estado soberano porque la ONU, como organismo, no lo reconoce así».
Esto significa que Kosovo goza de algunos de los beneficios de los Estados, como el acceso al Banco Mundial, el FMI y el Comité Olímpico Internacional.
Amigos poderosos
«Es esencialmente imposible que un grupo de personas reclame su propio Estado a menos que otros, otros Estados poderosos, estén dispuestos a apoyarlos», dice Milena Sterio, profesora de la Universidad Estatal de Cleveland en Estados Unidos, donde enseña ley internacional.
Y ¿qué se necesita para que te apoyen las grandes potencias?
Timor Oriental era un colonia portuguesa hasta los 1960, cuando fue invadido por Indonesia.
Los indonesios fueron un valioso aliado de Estados Unidos durante la Guerra Fría, así que el movimiento de independencia timorense recibió poco apoyo internacional.
Fue hasta después de la Guerra Fría, en los 1990, cuando la atención internacional se centró en Timor Oriental y las grandes potencias occidentales ya no necesitaban a Indonesia como aliado debido a que el comunismo había colapsado.
«Las grandes potencias occidentales, esencialmente avergonzadas por las violaciones a los derechos humanos que estaban ocurriendo en Timor Oriental, se retiraron y dijeron: ‘está bien, ahora el pueblo de Timor Oriental puede ejercitar este tardío derecho a la autodeterminación», dice Sterio.
En 1999 los timorenses votaron por la independencia, que obtuvieron en 2002.
Pero el proceso se vio marcado por la violencia y necesitó apoyo político de la ONU, que sí lo reconoce como estado soberano, y la intervención de soldados internacionales para el mantenimiento de la paz.
La situación en España es muy diferente.
Bajo los actuales principios de la ley internacional, los catalanes tienen el derecho a la autodeterminación, pero varios juristas argumentan que todo lo que pueden obtener es autonomía y no independencia debido al derecho de España para mantener su integridad territorial.
Así que ¿qué ocurrirá si votan Sí a la independencia?
«Creo que habrá una solución negociada en la que Cataluña siga siendo parte de España con quizás un grado más alto de autonomía», dice Sterio.
«Lo que es realmente interesante es que España es una de las democracias occidentales que no reconoció a Kosovo como Estado independiente debido a que el país teme establecer este precedente independentista cuando Cataluña amenaza la integridad territorial de España», agrega.
Y aunque la situación de los kurdos es muy diferente, al final ellos también se enfrentarán con el mismo problema, la falta de apoyo de una gran potencia, si votan sale el sí a la independencia.