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¿Qué tan preocupados deberíamos estar de que estalle una guerra nuclear?

La tensión retórica entre Estados Unidos y Corea del Norte ha alcanzado uno de sus puntos más álgidos últimamente

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El martes, durante la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York, el presidente estadounidense Donald Trump amenazó con «destruir totalmente» la nación asiática si su país se ve obligado a defenderse a sí mismo o a sus aliados.

Pyongyang realizó su sexta prueba nuclear a inicios de septiembre, amenazó con disparar misiles hacia el territorio insular de Guam y dijo que podría probar una bomba de hidrógeno en el océano Pacífico.

Todas estas provocaciones ocurren en medio de informes de que Pyongyang pudo haber logrado miniaturizar un arma nuclear para transportarla en un misil intercontinental.

Esta posibilidad ha sido largamente temida por EE.UU. y sus aliados asiáticos.

¿Son estas situaciones precedentes para que se desate un conflicto militar?

Los expertos dicen que no debemos entrar en pánico. Todavía. Estas son las razones:

1. Nadie quiere la guerra

Esta es una de las cosas más importantes a tener en cuenta. Una guerra en la península coreana no sirve a los intereses de nadie.

El principal objetivo del gobierno norcoreano es la supervivencia, y el conflicto directo con EE.UU. lo pondría seriamente en peligro.

Como señala Jonathan Marcus, corresponsal de Defensa de la BBC, cualquier ataque de Corea del Norte contra EE.UU. o sus aliados en el contexto actual podría convertirse rápidamente en una guerra más amplia y «se supone que el gobierno de Kim Jong-un no es suicida».

De hecho, es por eso que Corea del Norte ha estado tratando de convertirse en una potencia nuclear.

Según el razonamiento norcoreano, tener esta capacidad protegería a su gobierno, ya que el costo de derribarlo sería mayor.

Kim Jong-un no quiere seguir el camino de Muamar Gadafi en Libia o Saddam Hussein en Irak, el primero capturado por los rebeldes y ejecutado por estos en plena calle el 20 de octubre de 2011, y el segundo ahorcado la víspera de la Nochevieja de 2006 por cargos de crímenes contra la humanidad.

Andrei Lankov, de la Universidad de Kookmin en Seúl, dijo al periódico británico The Guardian que había «muy pocas probabilidades de conflicto», pero que de igual manera, los norcoreanos no estaban «interesados ​​en la diplomacia» en este momento.

«Primero quieren desarrollar la capacidad de borrar a Chicago del mapa y luego se interesarán ​​en soluciones diplomáticas», señaló Lankov.

Pero, por el lado estadounidense, ¿qué posibilidades hay de que ejecute un ataque preventivo?.

EE.UU. sabe que una operación contra Corea del Norte obligaría al gobierno a tomar represalias contra sus aliados: Corea del Sur y Japón.

Esto daría como resultado una gran pérdida de vidas, incluyendo las de miles de estadounidenses, entre soldados y civiles.

Además, Washington no quiere correr el riesgo de que se disparen misiles nucleares hacia el continente estadounidense.

Por último, China —el único aliado de Pyongyang— ha ayudado a sostener al gobierno norcoreano precisamente porque su colapso se considera un resultado estratégicamente peor.

La instalación de tropas de EE.UU. y Corea del Sur justo al otro lado de la frontera china es una perspectiva que Beijing no quiere tener que afrontar, y eso es lo que la guerra propiciaría.

2. Lo que estámos viendo son palabras, no acciones

Trump puede haber amenazado a Corea del Norte con un lenguaje poco común para un presidente de EE.UU., pero esto no significa que el país esté avanzando activamente hacia una guerra.

Como dijo un funcionario militar anónimo a la agencia de noticias Reuters en agosto: «El hecho de que la retórica suba no significa que nuestra postura cambie».

El columnista de The New York Times, Max Fisher, está de acuerdo: «Este tipo de señales (que la postura o acciones sigan iguales), no los comentarios improvisados de un líder, son los que importan más en las relaciones internacionales».

Además, tras la sexta prueba nuclear de Corea del Norte a principios de septiembre y los ensayos de misiles sobre Japón, EE.UU. ha recurrido a una táctica ya probada anteriormente: apretar a Pyongyang a través del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y de sanciones unilaterales.

Sus diplomáticos siguen hablando esperanzadamente de volver a la mesa de negociaciones, apuntando al apoyo de China y Rusia.

Estos envían señales contradictorias a Pyongyang, pero también moderan la dura retórica del presidente Trump.

Sin embargo, algunos analistas dicen que un movimiento mal interpretado en el contexto actual de tensión podría llevar a una guerra accidental.

«Podría haber un corte de energía en Corea del Norte que ellos confundan con un ataque preventivo», le dijo a la BBC Daryl Kimball, de la Asociación de Control de Armas de EE.UU.

«EE.UU. podría cometer un error en la (zona desmilitarizada). Hay varias maneras en las que cada parte puede calcular mal y que la situación se salga de control», agrega.

Recientemente, unos bombarderos estadounidenses volaron cerca de Corea del Norte, en una demostración de fuerza.

Días después, el ministro de Relaciones Exteriores norcoreano, Ri Yong-ho, dijo que Pyongyang tenía derecho a derribar a los bombarderos estadounidenses debido a que Trump había «declarado la guerra» a su país.

Sin embargo, no es la primera vez que Corea del Norte acusa a EE.UU. de declararle la guerra.

3. Hemos estado en esta situación antes

Como señaló el exsecretario de Estado adjunto de EE.UU. PJ Crowley, ambas naciones estuvieron cerca de un conflicto armado en 1994, cuando Pyongyang se negó a permitir que inspectores internacionales ingresaran a sus instalaciones nucleares.

Pero la diplomacia ganó.

A  lo largo de los años, Corea del Norte regularmente ha hecho amenazas incendiarias contra EE.UU., Japón y Corea del Sur, como cuando dijo que convertiría Seúl en un «mar de fuego».

Además, no es que la retórica de Trump —en contenido, si no en estilo— no tenga precedentes en un presidente estadounidense.

«En muchas formas diferentes, aunque no tan coloridas, EE.UU. siempre ha dicho que si Corea del Norte alguna vez ataca, el régimen dejará de existir», escribe Crowley.

La diferencia esta vez, añade, es que el presidente de EE.UU. parece sugerir que podría tomar medidas preventivas. Aunque el secretario de Estado, Rex Tillerson, ha minimizado esto.

Este tipo de retórica impredecible y belicosa que viene de la Casa Blanca es inusual y preocupa a la gente, dicen los analistas.

Corea del Sur —el aliado de EE.UU. con más que perder en una confrontación con el Norte— ha pedido un enfriamiento de la retórica tanto de Pyongyang como de su aliado.

Nadie quiere que Kim Jong-un piense que un ataque podría ser inminente.

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