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La economía juega un papel clave en el proceso independentista catalán.
Los números son uno de los principales argumentos que esgrime el sector soberanista a la hora de defender la secesión. En especial, los que evidencian que su región aporta a las arcas españolas más de lo que recibe a cambio.
Los contrarios a la independencia también recurren —y hoy más que nunca— a cifras para tratar de contener el anhelo soberanista.
El resultado son dos bandos que se acusan mutuamente de manipular datos y pintar escenarios irreales.
Según a quien se haga caso, Cataluña será un país próspero o fallido y España quedará dañada por la secesión.
Pero, como explica el presidente del Instituto de Estudios Económicos (IEE), José Luis Feito, cuando dos partes que forman una sola entidad se separan, es inevitable que ambas pierdan algo.
Lo que pierde Cataluña
1. La pertenencia a la Unión Europea
La gran mayoría de estudios sobre qué repercusiones tendría la independencia en la economía catalana toman como base una Cataluña que permanece en la Unión Europea (UE).
O, por lo menos, en el Espacio Económico Europeo, que da acceso al mercado único sin necesidad de pertenecer a ese bloque supranacional.
Sin embargo, la UE ha advertido en muchas ocasiones que eso no sucederá: si Cataluña se convierte en un nuevo Estado, deberá solicitar su ingreso a la institución y cumplir las condiciones rigurosas que esta exige. Un proceso que demora años.
El gobierno catalán cree que este es un discurso que, en la práctica, la UE no llegará a aplicar. Aunque no hacerlo establecería un precedente que otras regiones con reclamos parecidos al catalán —como la Baviera alemana o la Lombardía italiana— podrían intentar aprovechar.
Abandonar la UE sería una de las pérdidas más grandes para Cataluña, ya que dejaría de tener acceso a un mercado en el que las personas y los bienes pueden moverse libremente sin necesidad de visados o tasas aduaneras.
Las empresas y universidades tampoco podrían participar en programas europeos de investigación, que suponen una importante fuente de financiación para muchos científicos.
Por ejemplo, Cataluña tiene asignados 1.521 millones de euros (US$1.784 millones) en ayudas de los Fondos Estructurales y de Inversión para el periodo 2014-2020, según datos de la UE.
2. La Eurozona
La Generalitat —el ejecutivo catalán— dice que Cataluña no dejará de utilizar el euro incluso si queda fuera de la Eurozona.
Como hace Ecuador con el dólar estadounidense, el gobierno catalán lo declararía moneda de curso legal para dar «seguridad jurídica a las transacciones empresariales de sus compañías».
Así lo estipulan los informes elaborados por el Consejo Asesor para la Transición Nacional (CATN), el organismo que la Generalitat creó para estudiar y diseñar el camino a la fundación de un nuevo Estado.
Feito, en cambio, considera esto «imposible».
El presidente del IEE, cuya sede está en Madrid, auguró que una Cataluña independiente nacería con una fuga de empresas y capitales que no le permitiría hacer frente a pagos como los sueldos de sus funcionarios «ni los primeros 100 días».
«Nadie le prestaría en euros al Estado catalán, así que tendría que imprimir su propia moneda y esta sería brutalmente inflacionista», aseguró a BBC Mundo.
«Al no ser miembro de la Eurozona, su deuda no se podría utilizar como colateral para pedir financiación al Banco Europeo», afirmó.
El economista cree que el mercado «no le va a dar opción» a la Generalitat y que esta «pondrá un corralito para que no se vayan los euros y hasta los catalanes independentistas intentarán sacar su dinero de los bancos».
Utilizar una moneda extranjera significa no poder influir sobre los tipos de cambio ni los de interés. También puede encarecer las exportaciones, reduciendo así la competitividad.
3. El Banco Central Europeo
Al quedar fuera de la Eurozona, Cataluña perdería la red de seguridad que supone el Banco Central Europeo (BCE), que durante la crisis rescató a varias entidades españolas.
Poco tiempo después de que Puigdemont anunciara que declararía la independencia de forma unilateral, dos de los bancos catalanes más grandes, el Banco Sabadell y CaixaBank, decidieron trasladar su sede a otras regiones de España.
Si bien esta acción no tiene efectos a nivel de impuestos ni implica el traslado de empleados, frenó un poco la caída en Bolsa que venían sufriendo a raíz del referéndum.
También sirvió para garantizar a los clientes que quedarían bajo el paraguas del BCE y dentro de la futura unión bancaria que la Eurozona está poniendo en marcha.
El CATN confía que la UE actuará para evitar un «escenario de tipo catastrofista» como el que describió Feito porque estos «perjuicios afectarían a ciudadanos y empresas que son ya plenamente miembros de la UE».
«En cualquier caso», según este ente, se tratará de daños que «sólo se producirían, muy probablemente, a corto plazo».
4. La economía
Según el gobierno catalán, su región aporta a las arcas españolas más de lo que recibe a cambio. En concreto, 16.000 millones de euros (unos US$18.766 millones), lo que supone un 8% de su PIB.
«Esto no quiere decir que Cataluña vaya a ganar de forma inmediata 16.000 millones de euros», puntualizó el profesor del máster en Fiscalidad de la UPF Barcelona School of Management, Albert Sagués.
Existen gastos que de momento asume España, como el del ejército, la seguridad social y las jubilaciones. Según los cálculos de Sagués, una vez descontados, a la Generalitat le quedaría un superávit de 8.000 millones de euros.
El gobierno central admite que Cataluña tiene un saldo fiscal negativo, pero lo sitúa en el 5,02% del PIB en vez del 8%, según los datos del Ministerio de Hacienda. Es decir, unos 9.900 millones de euros (unos US$11.500).
En un documento publicado hace tres años por el Ministerio de Asuntos Exteriores, se aludía a «diferentes estudios realizados fundamentalmente por bancos de inversión», entre ellos uno del banco JP Morgan, que concluían que si Cataluña le tomaba el relevo a España con estos gastos, tendría que dedicarles el 5,8% de su PIB.
Es decir, que tendría un déficit del 0,78%.
Esto, bajo la presunción de que Cataluña mantuviera después de la independencia un PIB de alrededor de 200.000 millones de euros (unos US$234.000 millones), como el actual.
Pero, según Feito, una declaración unilateral de independencia generaría una «caída masiva de la actividad» que produciría un »desplome» de la economía que, a su vez, acarrearía una destrucción de puestos de trabajo.
Según el ministro de Economía español, Luis de Guindos, el PIB catalán se contraería en entre el 25% y el 30% en caso de secesión. El banco Credit Suisse sitúa esta reducción en, al menos, el 20%, según el documento de Asuntos Exteriores.
Sagués, en cambio, cree que «puede haber una repercusión negativa a corto plazo», pero que «en el peor de los casos» la economía del nuevo Estado no llegará a disminuir en más del 4%.
«En la Segunda Guerra Mundial, los países perdieron un 25% de su PIB. Estamos hablando de una situación de guerra en la que mueren millones de personas», dijo a BBC Mundo el catedrático.
«Si a alguien se le ocurre decir que el PIB de Cataluña va a caer un 30%, lo que está diciendo es que lo que le va a pasar a Cataluña es peor que una guerra mundial. No creo que sea el caso», añadió.
5. Boicot y fuga de empresas
Los informes, incluso los de la Generalitat, dan por sentado que la producción del nuevo país sufrirá un boicot por parte de España.
La razón es que ya hay un antecedente.
En 2004, el líder de un partido independentista hizo declaraciones contra la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos de 2012. Esto desató en el resto de España un boicot contra la industria del cava, un vino espumoso típico de Cataluña.
Precisamente una marca de este sector, Freixenet, anunció el viernes que estudiaba trasladar su sede social fuera del territorio catalán.
Al menos siete grandes compañías ya lo han hecho, entre ellas, una de las energéticas más grandes del país: Gas Natural Fenosa, que aseguró que se trata de una medida «temporal».
«Si realmente vamos a una declaración unilateral de independencia, habrá una salida importante de empresas, lo que causará una daño gravísimo a Cataluña», aseguró en la radio nacional el presidente de Freixenet, José Luis Bonet.
«Una independencia no es ninguna broma», añadió el también presidente de la Cámara de Comercio de España. «Realmente es un despropósito».
«El 80% de sus compañías son multinacionales y muy pocas se quedarían. Si están ahí ahora es porque Cataluña está dentro de Europa. Si no, tendrían que pagar aranceles», aseguró Feito.
Una de cada tres firmas exportadoras en España tiene su sede en esta región, que aporta el 25% de las exportaciones del país, según los datos del Ministerio de Economía
Según esta misma entidad, España compra el 40% de los productos que salen de Cataluña y otro 40% va a parar al resto de la UE. Además, el 14,3% de los turistas que visitan la región proceden del resto de España.
Aún así, el CATN cree que un boicot sólo provocaría una caída del PIB que «muy difícilmente superaría el 2%».
Este ente alega que los productos catalanes se fabrican con «productos intermedios importados del resto de España», por lo que un boicot también afectaría a este país. En todo caso, considera que su superávit le permitiría «sobradamente» compensar este retroceso.
Lo que pierde España
1. Su región más próspera
Tras una grave crisis que se extendió durante casi una década, España aún no se ha recuperado por completo.
Cerca de cuatro millones de personas no tienen empleo y más de la mitad lo busca desde hace al menos un año, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Si se descuenta a los catalanes, el número de desocupados españoles aún sería alto: 3.416.900 personas.
Una situación que se agravaría si el país pierde su región más rica.
Cataluña registró el año pasado un PIB récord: 223.629 millones de euros (unos US$261.500 millones). Una cifra por encima de la economía de Ecuador y que duplica la de Panamá.
La independencia le costaría a España entonces decir adiós al 19% de su PIB y el 18,4% de sus empresas.
El resultado sería un Estado «más pobre», admitió el presidente del IEE. El PIB per cápita caería unos US$1.000 hasta los 23.250 euros (unos US$27.219), según los cálculos de Sagués.
Cataluña aporta unos 70.300 millones de euros (unos US$82.300) a las arcas españolas, más que el resto de regiones, según los datos del Ministerio de Hacienda más recientes (2014).
De estos, el gobierno central se queda con unos US$11.500 que utiliza para ayudar a áreas más pobres como Extremadura o las ciudades de Ceuta y Melilla. «En otras palabras, España hace negocio», opinó Sagués.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) se mostró preocupado el viernes por la situación. Si bien consideró que «las perspectivas actuales para España son positivas», afirmó que si se prolongan las «tensiones políticas en Cataluña podrían lastrar la confianza de la inversión y el consumo».
2. Innovación y emprendimiento
Cataluña es una región que ha invertido mucho en I+D y ha desarrollado industrias pioneras en España.
De las 108.963 publicaciones científicas producidas por universidades españolas entre 2006 y 2015, un 25,68% salieron de Cataluña. Le sigue Madrid, con casi seis puntos porcentuales menos (19,91%), según los datos de la Alianza 4 Universidades.
La ciudad de Barcelona ocupa además el quinto lugar en Europa en materia de startups, una posición por delante de la capital española.
El año pasado, las empresas de este tcapital catalana captaron 282 millones de euros (unos US$330 millones), lo que representó el 56% del total de las inversiones realizadas en España.
La región también lidera las peticiones de patentes en el país; en 2016, el 35,1% de las 547 que se solicitaron en España se registraron ahí, según el último informe de la Oficina Europea de Patentes. Muy por delante del 20,6% de Madrid, que ocupó el segundo puesto.
3. Infraestructuras
Con la salida de Cataluña, España perdería el puerto más importante del Mediterráneo: el puerto de Barcelona.
Con 22 kilómetros de muelles y amarres, en 2016 tuvo un tráfico de toneladas superior a los 48 millones.
El puerto resulta clave también para el turismo: casi cuatro millones de pasajeros pasaron por ahí el año pasado. Además, cruceros como el Harmony of the Seas, el más grande del mundo, lo tienen de base.
Otro puerto relevante ubicado en Cataluña es el de Tarragona, donde también se encuentra la mayor red de la industria química del país.
En Cataluña, operan varios aeropuertos, entre ellos, El Prat, que rivaliza en número de pasajeros con el de Adolfo Suárez-Barajas, en Madrid. El año pasado vivió el mejor de su historia, con 44,1 millones de viajeros.
La región también acoge a dos de las seis centrales nucleares que hay en España y que producen el 40% de su energía nuclear.
A esto se suma una amplia red ferroviaria que conecta las ciudades mediterráneas españolas con las francesas e italianas.
4. Deuda externa y activos
Uno de los temas más espinosos es el de la deuda externa que tendría el nuevo Estado catalán.
Los informes del CATN dicen que Cataluña debería asumir la deuda que se encuentra a nombre de la Generalitat, los gobiernos provinciales y los municipales.
Esta asciende a unos US$90.000 millones, que equivale al 35,4% de su PIB. De estos, US$61.000 millones corresponden a compromisos con el gobierno de España.
Pero la deuda a nombre del Estado español se utiliza para gastos e inversiones en beneficio de todas las regiones, incluida Cataluña, por lo que muchos insisten en que esta debería hacerse responsable de su parte correspondiente.
El exdirector de la Bolsa de Barcelona, José Luis Oller, cifró en 180.000 millones de euros el peso de la economía catalana en la deuda del conjunto de España durante un debate celebrado hace dos años en el Colegio de Economistas en Barcelona, según publicó entonces el diario El País.
Además indicó que había que sumar el valor de los activos que el Estado tenía en Cataluña, que estimó en 50.000 millones de euros (unos US$58.000 millones).
La deuda total de una Cataluña independiente, según sus cálculos en esa época, era de unos 290.000 millones de euros (unos US$340.242 millones) o el 145% de su PIB.
El CATN niega que Cataluña deba aceptar las deudas contraídas para inversiones y obras realizadas fuera de esta región.
Sin embargo, aconseja negociar aquella deuda que no se pueda atribuir a un territorio concreto, siempre que el Estado español transfiera al nuevo país parte de los activos que fueron comprados con ese dinero.
Por ejemplo, si el España se endeudó para crear una empresa pública que funcione a nivel nacional, Cataluña asumirá parte de la deuda siempre que reciba las acciones correspondientes de esta compañía.
Como las posibilidades de negociación parecen ser pocas en este momento, en caso de secesión, lo más probable es que España tenga que pagar sola el total de las deudas mientras dirime el conflicto con el nuevo país en los tribunales internacionales, según explicó Feito.
Cataluña también cree que España debe repartirle «equitativamente» los bienes públicos que se encuentren fuera del país como las sedes embajadas, las plataformas petrolíferas, las bases militares, las cuentas corrientes en bancos extranjeros y los satélites espaciales, según el CATN.
5. Patrimonio cultural y turismo
España es una potencia turística y el año pasado batió récords con 75,3 millones de visitantes extranjeros, casi un 10% más que en 2015.
Pero casi una cuarta parte (el 22,5%), tiene como destino Cataluña, que en 2016 recibió a 17 millones de viajeros foráneos. Unos cuatro millones menos que la región que ocupó la segunda posición: las islas Baleares.
Sus 580 kilómetros de costa ofrecen playas paradisíacas a las que se puede acceder con facilidad en tren o autobús. En invierno, sus montañas en los Pirineos están entre las favoritas de los esquiadores.
Pero la región también tiene una importante oferta cultural gracias a su riqueza en Patrimonios de la Humanidad como las obras del arquitecto Antonio Gaudíque se reparten por toda Barcelona. Entre ellas, se encuentran el Parque Güell, la Sagrada Familia y la Casa Milà.
No solo estas quedarían fuera de España, sino que la Generalitat también podría exigir la devolución de los archivos, bienes culturales y patrimonio nacional que hagan referencia a Cataluña o cuyo autor haya sido catalán, según el CATN.
Esto significaría que obras de autores como Salvador Dalí o Joan Miró que en la actualidad se conservan museos madrileños como el Reina Sofía deberían entregarse al nuevo Estado.