«En Venezuela marcha una provocación dirigida personalmente por el imperio estadounidense (…) no cabe duda de que Trump pretende montar un golpe de Estado en el país».
Con esas palabras, Nicolás Maduro acusaba el pasado 24 de enero al gobierno de Estados Unidos de propiciar la actual crisis política desatada en Venezuela, en la que se ha puesto en entredicho su legitimidad para ocupar la presidencia de ese país.
Este martes en el Estado de la Unión, el discurso político más importante del año para el presidente de Estados Unidos, Trump reiteró su apoyo a Venezuela.
Las «políticas socialistas» de Maduro «hicieron que el país pasara de ser el más rico de Sudamérica a un Estado de pobreza extrema y desolación», denunció el mandatario estadounidense.
La confrontación entre Venezuela y EE UU fue disparada por dos eventos.
Primero, el inicio por parte de Maduro tras unas elecciones calificadas de «fraudulentas» por Washington y la Unión Europea, y la posterior juramentación del presidente de la opositora Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como presidente interino del país.
El diputado, quien fue reconocido casi inmediatamente por la Casa Blanca como gobernante legítimo, pronto sumó los apoyos del Grupo de Lima (con la notable excepción de México) y, el lunes, obtuvo el espaldarazo de varios países de la Unión Europea.
Maduro, quien reivindica la legitimidad de su elección y cuenta con el respaldo de países como Rusia, China, Irán, Turquía, Nicaragua o Bolivia, acusó a la oposición de intentar darle un golpe de Estado y anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con Estados Unidos.
Washington aumentó aún más la presión y, por primera vez, impuso sanciones a las ventas de petróleo venezolano a Estados Unidos, afectando la principal fuente de ingresos del país sudamericano.
La inédita medida reveló que la Casa Blanca de Trump está dispuesta a llegar hasta donde nadie se ha atrevido en su cuestionamiento al gobierno de Maduro.
¿Pero qué está buscando exactamente Estados Unidos en Venezuela?
¿Democracia o petróleo?
Oficialmente, la implicación del gobierno de EE UU en esta crisis busca lograr «la restauración de la democracia en Venezuela», para lo cual Trump anunció que usaría «todo el peso económico y diplomático» de la primera potencia del mundo.
La entrada en escena de Juan Guaidó ha ayudado a movilizar nuevamente a la oposición
Maduro, sin embargo, le acusa de tener ambiciones imperiales y de querer hacerse con el control del país con las reservas probadas de petróleo más grandes del mundo.
«Confesión de parte: John Bolton confirma que el golpe es petrolero», escribió la semana pasada en un tuit Jorge Arreaza, en referencia a unas declaraciones que ofreció el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca a la televisora Fox Business.
«Venezuela es uno de los países de lo que yo llamo la troika de la tiranía. Haría una gran diferencia económica para Estados Unidos si conseguimos que empresas estadounidenses inviertan y participen en el desarrollo de las capacidades petroleras de Venezuela. Sería bueno para el pueblo de Venezuela. Sería bueno para el pueblo de EE UU», afirmó Bolton.
Pero algunos expertos dudan sobre el peso de esta motivación.
«A mí el argumento petrolero me resulta poco convincente», dice a BBC Mundo Carlos Malamud, investigador principal sobre América Latina del Real Instituto Elcano, con sede en Madrid, quien señala que ese recurso ha estado allí desde la llegada al poder del fallecido presidente Hugo Chávez y que, pese a ello, Washington evitó durante mucho tiempo inmiscuirse en la crisis venezolana.
«Estados Unidos ha sido el principal comprador de petróleo venezolano y esta es una gran paradoja: la autodenominada revolución bolivariana pudo llevarse a cabo gracias a los dólares estadounidenses, sin los cuales habría sido muy difícil que el proyecto chavista hubiera salido adelante como lo hizo», afirma.
Además, agrega que gracias a la explotación del petróleo y del gas de esquisto, Estados Unidos se ha hecho mucho menos dependiente de las importaciones y que, en todo caso, desde el punto de vista del abastecimiento de los mercados es mucho más importante lo que ocurre en Medio Oriente que lo que pasa en Venezuela.
Ni muro ni Maduro
Malamud considera que Washington es un actor decisivo en la dura resistencia que está enfrentando Maduro para mantenerse en el poder pero advierte que esta se debe a una confluencia de varios factores.
Maduro apela al discurso antiimperialista para movilizar a sus seguidores
Entre estos destaca la llegada a la presidencia de la AN de Juan Guaidó, la movilización de la comunidad internacional que estaba frustrada al ver que fracasaban todos los esfuerzos de negociación para restablecer el funcionamiento de las instituciones democráticas en Venezuela y la ola migratoria de venezolanos, que da dimensiones regionales a la crisis de ese país, pues millones de sus ciudadanos están huyendo, principalmente, hacia Sudamérica.
El experto considera, sin embargo, que más que estos factores sobre la decisión de la Casa Blanca de aumentar la presión sobre Maduro pueden estar pesando las próximas elecciones presidenciales de 2020, en las que se espera que Trump busque la reelección.
«Su proyecto estrella, la construcción del muro en la frontera con México, está totalmente empantanado. Con el control que lograron los demócratas en el Congreso y la llegada al poder en México de López Obrador, sus expectativas de lograr avanzar en esta propuesta están bloqueadas. La crisis venezolana, frente a un Maduro muy debilitado, le va a permitir seguir movilizando a sus sectores más fieles», apunta.
Benjamín Gedan, quien fue miembro del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca durante el gobierno de Obama y que ahora es asesor del programa latinoamericano del Centro Woodrow Wilson, un instituto de investigaciones con sede en Washington, señala que es difícil entender las motivaciones de la Casa Blanca.
«El presidente Trump no es un defensor de los derechos humanos ni de instituciones democráticas. Pero en este caso, él desde el primer momento tomó la decisión de tener una política muy dura hacia la crisis venezolana», señala.
La crisis migratoria de Venezuela se está haciendo sentir en toda América Latina
Indica que esto puede deberse a motivos electorales. «Es posible que el gobierno de Trump esté buscando una crisis que se pueda resolver para obtener un éxito importante antes de las elecciones, pero más que eso es la cuestión de Florida, donde hay una comunidad de venezolanos y de otros latinoamericanos que son muy favorables a la política dura de Trump frente a Maduro», apunta.
Gedan señala que el hecho de que se actúe ahora también puede estar influenciado por el hecho de que las crisis humanitaria y migratoria de Venezuela han empeorado mucho en los últimos dos años.
El especialista también apunta a un choque ideológico.
«Para el Partido Republicano, el chavismo siempre ha sido un enemigo fuerte en la región. Más allá de eso, el equipo de Trump tiene mucha experiencia en el tema de Cuba y la alianza entre La Habana y Caracas genera mucho rechazo hacia Maduro», agrega.
Peter Hakim, presidente emérito de Diálogo Interamericano, un centro de estudios con sede en Washington, considera este factor político como determinante.
«Esto puede explicarse por la inmensa influencia que los asesores de línea dura ante Cuba, Nicaragua y Venezuela tienen en la definición de la política del gobierno de Trump hacia América Latina. Hablo de (el senador) Marco Rubio, de John Bolton y, ahora, de (el secretario de Estado) Mike Pompeo», afirma.
El senador Marco Rubio y el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, son dos de las figuras más importantes en la política de la Casa Blanca hacia América Latina
Destaca que el mandatario estadounidense tiene ahora una excelente relación con Rubio, quien es senador por Florida, un estado muy importante desde el punto de vista electoral.
«No creo que a Trump le quite el sueño Venezuela. Él es un presidente transaccional. En este caso, él no saca mucho provecho de esto pero sí obtiene beneficios entre los grupos estadounidenses con los cuales se relaciona», asegura.
«Él está siguiendo una política con la que sus asesores más próximos han estado comprometidos ideológica y políticamente durante años y ahora tienen su oportunidad. Supongo que si tienen éxito en Venezuela, y cada vez más parece que así será, el próximo paso será presionar sobre Nicaragua y Cuba», vaticina.
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