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Por qué las infraestructuras de EE UU se encuentran en tan mal estado

por Avatar

«Después de gastar tan estúpidamente US$7 billones en Medio Oriente, es hora de empezar a invertir en nuestro país».

Con ese mensaje en Twitter, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anticipó el lunes la presentación de su propuesta para mejorar la infraestructura con inversiones públicas y privadas por US$1,5 billones.

«La infraestructura de nuestra nación se encuentra en un estado inaceptable de abandono», afirma Trump en la presentación del documento de 53 páginas que envió al Congreso.

Pero ¿cuán deteriorada se encuentra realmente la infraestructura?

De acuerdo con la Sociedad Estadounidense de Ingeniería Civil (ASCE, por su sigla en inglés) la situación es precaria.

Desde 1988, ASCE publica regularmente un informe detallado sobre la situación de las infraestructuras en el que usa un método similar al que emplean muchas escuelas estadounidenses para calificar los resultados de sus alumnos con letras que van de la A (excepcional) a la F (fracaso).

En el último reporte, correspondiente a 2017, el estado se corresponde con un D+.

Obras en una autopista de Los Ángeles.

«Se encuentran en una condición que va de pobre a suficiente y, mayormente, por debajo de los estándares, con muchos elementos que se acercan al final de su vida útil», dice el informe.

«Es una calificación muy pobre. Si tu hijo regresa de la escuela con una puntuación así, probablemente vas a estar molesto con su rendimiento. Todo el mantenimiento que se postergó, ahora nos pasa factura y nos pone al borde de una crisis total en infraestructuras», le asegura a BBC Mundo Casey Dinges, director ejecutivo de ASCE.

Trenes que descarrilan

En los últimos dos meses, seis personas han muerto en tres accidentes distintos de trenes de la Compañía Nacional de Transporte Ferroviario (Amtrak, como se conoce en inglés).

Según las estadísticas de la Oficina Federal Ferroviaria en los últimos años el promedio de descarrilamientos sufridos por estos trenes es de dos al mes.

Pese a ello, ASCE otorga a las infraestructuras ferroviarias una calificación de B, gracias —principalmente— a las inversiones realizadas por el sector privado, que es propietario de la mayor parte de las vías y que las utiliza para el transporte de carga.

Colapso de un puente en Mineápolis (Minnesota)

De los 16 sectores evaluados, el ferroviario es el que tiene la mejor puntuación.

Después se ubican los puentes, la gestión de desechos sólidos y los puertos con una C+, lo que indica que «se encuentran en buen estado, pese a que muestran signos de deterioro y requieren atención».

El estado de la infraestructura en Estados Unidos
Energía D+ Escuelas D+
Parques públicos D+ Transporte público D-
Carreteras D Ferrocarriles B
Puertos C+ Vías navegables interiores D
Aguas negras D+ Aeropuertos D
Diques D Desechos sólidos C+
Agua potable D Desechos peligrosos D+
Puentes C+ Represas D
Valoración:
A= Excelente B= Bueno C= Mediocre D=Precario

Un informe elaborado en 2017 por la Asociación de Constructores de Autopistas (ARTBA) indicó que en EE UU hay 55.710 puentes deficientes que requieren reparación o reemplazo.

No hay un riesgo evidente de colapso en la gran mayoría de los casos, pese a lo cual en la última década sí se han dado algunos casos trágicos, como la caída en Mineápolis de un puente sobre el río Mississippi en 2017, que causó la muerte de 13 personas.

En algunos casos, según apunta ASCE, algunos elementos muestran deficiencias significativas en condiciones y funcionalidad, con una creciente vulnerabilidad al riesgo.

Transportes desbordados

El transporte terrestre incluyendo las autopistas, los subterráneos y los autobuses es, con diferencia, el sector de las infraestructuras peor evaluado, con una D-.

Metro de Nueva York.

Según el informe de ASCE, 10% de la flota de autobuses y 37% de las estaciones no se encuentran en buen estado.

Varios de los sistemas de trenes más antiguos del país —incluyendo los de Nueva York, San Francisco y Washington D.C.— «enfrentan los retos y las consecuencias del aumento de la demanda de usuarios, años de mantenimiento pospuesto y problemas crónicos de financiamiento».

La situación no es mucho mejor en el caso de las carreteras. En las autopistas interestatales hay congestión en 2 (3,2km) de cada 5millas (8km) de recorrido, lo que ocasiona atascos cuyo costo para la economía en 2014 se estimó en US$160.000 millones debido al combustible y a las horas de trabajo perdidas.

En promedio, en las autopistas el pavimento se encuentra en malas condiciones en 1 (1,6km) de cada 5 millas. «Tras años en descenso, las muertes en accidentes de tráfico aumentaron 7% entre 2014 y 2015, ocasionando el fallecimiento de 35.092 personas», señala el reporte de ASCE.

El sector aéreo también presenta crecientes problemas de congestionamiento. Se espera que 24 de los 30 principales aeropuertos presenten pronto, al menos una vez a la semana, una situación similar a la que se vive durante el fin de semana del día de Acción de Gracias, cuando se produce el mayor desplazamiento de pasajeros en el país.

Otros servicios como el agua potable, que se distribuye a través de un sistema que principalmente fue instalado a inicios del siglo XX con una vida útil estimada de entre 75 y 100 años; las represas, las aguas servidas, la electricidad o las escuelas reciben también una D como calificación.

Esto, según el estudio, indica que «una gran porción de esos sistemas muestran un deterioro significativo. Las condiciones y la capacidad son motivo de grave preocupación debido al fuerte riesgo de fallas».

Prioridades postergadas

La suma de estos problemas coloca a EE.UU. en el 10º lugar del mundo en cuanto al estado general de sus infraestructuras, por detrás de Suiza, Singapur, Hong Kong, Emiratos Árabes Unidos, Países Bajos, Japón, Finlandia, Francia y Austria, según el último informe de competitividad global del Foro Económico Mundial.

Pasajeros hacen fila en un aeropuerto.

«Las infraestructuras son una de esas cosas que con facilidad pueden asumirse como garantizadas. Gran parte de ellas está bajo tierra, tendidos eléctricos, acueductos, etc. Si esta fuera de la vista, está fuera de la mente, así que la gente no se preocupa hasta que algo se rompe», señala Dinges.

El experto indica que esta situación es fruto de una tendencia lenta, pero sostenida de reducción del gasto en infraestructura desde los 70 y 80, cuando se invertía entre 3% y 4% del PIB en estas obras, hasta ubicarse en los niveles actuales de 2,5%.

La propuesta presentada por la Casa Blanca prevé la inversión de US$1,5 billones en un plazo de 10 años, de los cuales US$200.000 millones procederían de fondos federales y los US$1,3 billones tendrían que ser aportados por los gobiernos locales, estatales y de inversores privados.

El monto equivale a 75% de los US$2 billones que ASCE considera que se debería invertir en el sector.

Dinges califica la propuesta como un primer buen paso, pero advierte que hará falta mucho trabajo en el Congreso para lograr un acuerdo entre demócratas y republicanos.

Reconoce como una dificultad añadida el hecho de que la iniciativa presidencial no prevé dirigir nuevos fondos a la inversión en infraestructura, sino tomar recursos de otros programas y redestinarlos a este fin.

«Por mi experiencia en Washington», advierte, «sé que es muy difícil quitar fondos a programas en marcha para redirigirlos a otros objetivos».

 

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