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«La muñeca tetona», documental poco conocido de los mexicanos con el poder

En las últimas décadas la relación de los intelectuales mexicanos con los círculos de poder ha sido controvertida. El debate se revive ahora en un documental contado a partir de un curioso personaje y de una foto

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La historia nace con una foto.

En la estancia de una casa de Ciudad de México aparecen algunos de los intelectuales más conocidos del país.

Los acompaña un personaje que meses después se convertiría en un controvertido presidente de México, Carlos Salinas de Gortari.

Y entre ellos, en una orilla del sillón donde se toma la foto, permanece sentada una muñeca de tela con senos prominentes.

La imagen fue captada el 7 de septiembre de 1987 por el fotógrafo Pedro Valtierra.

Más allá de la anécdota por el encuentro, la impresión se convirtió en un símbolo de la cercana relación que, desde entonces, entablaron personajes de la literatura, el teatro, la academia o el periodismo.

El polémico tema ahora se revive en el documental «La muñeca tetona», que explora los vínculos de notables de la cultura con el poder.

Una relación criticada en muchos países del mundo, pero que en México suele provocar debate por la historia de las últimas décadas.

«A un intelectual le hace muchísimo daño la cercanía al poder, tiene que mantenerse lo más lejos posible», le dice a BBC Mundo la escritora Elena Poniatowska.

La escritora aparece también en la polémica foto, pero eso no significa que tuviera alguna relación con el expresidente, asegura.

«Iván Restrepo (el anfitrión) invitó a Salinas de Gortari, acababa de salir mi novela Tinísima y llegó con un ejemplar, muy entusiasmado».

Dice que espués sólo una ocasión más se encontró con el personaje, cuando la invitó a la residencia oficial de Los Pinos con la familia y amigos de la escritora.

Durante el gobierno de Salinas y los años posteriores, Poniatowska se convirtió en una de las más críticas del personaje, especialmente tras la aparición pública del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en 1994.

«Esto que le cuento (la reunión retratada en la foto) fue hace bastantes años, no creo que haya significado para nada una adhesión a Salinas».

En el caso mexicano «no sé cómo sea la relación de otros con el poder, yo no tengo ninguna. Pero creo que un intelectual que se precie de serlo tiene que mantenerse lo más lejos posible».

«Ateneo de Angangueo»

La fotografía fue tomada en una reunión del Ateneo de Angangueo, un grupo de intelectuales y periodistas que desde los años 70 se reunía cotidianamente con políticos y presidentes de la República.

Eran conversaciones privadas, una forma para que se conocieran mejor las dos partes.

En ocasiones se tomaban fotos de las reuniones, pero ninguna resultó tan polémica como la del encuentro con Salinas.

Para muchos la imagen fue el emblema de la estrecha relación de algunos intelectuales con su gobierno, uno de los más polémicos en la historia reciente.

Y evidencia, además, la forma como el político y los intelectuales aprovecharon esa inédita cercanía con el poder.

Salinas fue uno de los presidentes mexicanos que más contacto tuvo con círculos culturales y de opinión, e incluso fue amigo personal de Gabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura en 1982.

En su gobierno (1988-1994) se crearon algunas instituciones como el Canal 22, de carácter público y cultural.

También nacieron el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), entre otras.

La fundación de algunas de estas instituciones fue apoyada por los intelectuales, recuerda el periodista y escritor Diego Osorno, director del documental.

«En el gobierno de Carlos Salinas se construyó un andamiaje cultural que todavía prevalece», le dice a BBC Mundo.

«Los intelectuales de la época tuvieron cierta influencia en un aparato que funciona al día de hoy, para bien o para mal».

«Hay quienes les parece que ese aparato genera mayor desarrollo cultural en el país, y otros dicen que inhibe el desarrollo de la cultura independiente», apunta Osorno.

«El villano favorito»

Es una parte de la historia. Carlos Salinas se convirtió en presidente después de uno de los procesos más cuestionados de la historia.

Sus contrincantes le acusaron de cometer fraude, percepción que aumentó después de una misteriosa falla en el sistema electrónico para contar los votos.

Después de asumir la presidencia Salinas de Gortari adoptó decisiones controvertidas, como el encarcelamiento de dos líderes sindicales acusados de corrupción.

Luego, por primera vez en su historia el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) aceptó su derrota en la elección de Baja California, en el noroeste del país.

En medios internacionales reconocieron estas acciones, pero en México muchos señalaron que el presidente, en realidad, pretendía legitimar su elección.

Y en ese escenario la cercanía con intelectuales fue útil. En esa época varios de ellos recibieron becas o contratos del gobierno, por ejemplo.

Sin embargo, para algunos esta relación resultó muy cara. Al concluir su gobierno Salinas fue acusado de corrupción y de propiciar una de las mayores crisis económicas de la historia.

Incluso su hermano mayor, Raúl, fue acusado de ordenar el asesinato de su excuñado, el entonces secretario general del PRI Francisco Ruiz Massieu.

Salinas fue calificado como «El villano favorito». Y a quienes en algún momento se les relacionó o recibieron beneficios en su gobierno también fueron criticados.

Nueva era

Por eso la fotografía con la muñeca de senos prominentes causa tanta controversia:

Al verla muchos piensan de inmediato en la relación de los sonrientes acompañantes del controvertido expresidente.

Pero también muestra la realidad de una parte del círculo intelectual del país, dice en el documental la politóloga Denisse Dresser.

«El PRI se mantuvo en el poder, fue tan exitoso y sigue allí después de 71 años porque fue muy eficaz en construir clientelas» en comunidades pobres a través de regalos o dinero.

Pero además «las clientelas también se construyeron en el mundo intelectual, con el Conaculta, con las becas a los creadores, libros, apoyo estatal para publicaciones, invitaciones a viajes con el presidente, vuelos en el avión presidencial».

¿Se mantiene esta clase de relación?

No como antes, señala Diego Osorno. Aunque algunos intelectuales conservan el vínculo con políticos o empresarios, en realidad el nivel de acercamiento es distinto.

En la época que se tomó la foto los políticos y candidatos necesitaban acercarse a los círculos culturales.

Ya no más: los medios tradicionales como la televisión y las redes sociales de internet son los nuevos escenarios para el debate.

Hay un elemento más. «No me imagino al actual presidente Enrique Peña en una foto así», afirma Osorno.

«Ni por motivación de él, que le interese arroparse de intelectuales ni tampoco habría intelectuales que se prestaran para una foto así».

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