Las fuerzas ucranianas están intentando retomar la ciudad de Bajmut, en el este del país. La BBC tuvo acceso exclusivo a un equipo de francotiradores de élite, conocidos como “los fantasmas de Bajmut”, que realizan incursiones nocturnas en la zona.
“Ghost” (fantasma), el comandante del equipo de francotiradores, nos lleva al lugar que él llama el “límite de la existencia”, su base en las afueras de la ciudad.
“Cuando empezamos a sembrar el terror en Bajmut, nos pusieron el nombre de ‘los fantasmas de Bakhmut”, me dice.
Su base está bien adentro del alcance de la artillería rusa. Ghost no se inmuta ante el ruido de un proyectil que cae cerca. “La artillería siempre hace que la gente se preocupe”, dice. “Te puedes esconder de la artillería, pero no de un francotirador”.
Los «fantasmas», un equipo de unos 20 soldados, llevan seis meses operando en los límites de Bajmut. A menudo van detrás de objetivos de alto valor.
Le pregunto a Ghost cuántos rusos ha matado su equipo. “Hay un número confirmado: 524. De esos, 76 son míos”. El equipo graba cada disparo a través de las miras de sus rifles.
Pero no todos llevan la cuenta. Kuzia, el francotirador de la misión de esta noche, dice: “No es algo de lo que enorgullecerse. No estamos matando gente, estamos destruyendo al enemigo”.
Antes de la guerra, trabajaba en una fábrica. Dice que nunca le gustaron las armas, pero se sintió obligado a tomarlas cuando Rusia invadió el país.
Kuzia hace una última prueba de su rifle francotirador Barrett hecho en Estados Unidos: “Cada misión es peligrosa, cuando cometemos un error, el enemigo te puede dar”, dice. “Claro que estoy asustado, solo un tonto no lo estaría”.
Una noche, una misión
En la misión de esta noche lo acompañará Taras, su observador. Kusch es el conductor que los llevará lo más cerca posible de la línea del frente. Desde allí, los dos hombres tendrán que caminar más de una milla para llegar a su objetivo. Ghost permanecerá en la base, junto con un novato, conocido simplemente como “el británico”.
Es el miembro más joven del equipo y recibió su nombre después de recibir su entrenamiento inicial en Reino Unido. Aún no ha confirmado su primera muerte.
Ghost dice que ha elegido a todos los miembros del equipo basándose en su “humanidad y patriotismo” más que en su experiencia y sus habilidades militares.
A medida que se acerca la noche, el equipo se monta a su Humvee blindado, un camión militar liviano. Yo, y el camarógrafo Moose Campbell, los acompañamos hasta el punto donde dejaremos a Kuzia y Taras.
Kusch, el conductor, nos dice que parte de la ruta sigue siendo blanco de la artillería rusa.
Cuando arranca el motor, todo el equipo se persigna. Kusch pone música en su teléfono. Dice que la canción de rap ucraniano los pone de buen ánimo. Pero también encubre el sonido de los bombardeos.
Al principio es difícil oír las explosiones cercanas por el traqueteo del Humvee, que Kusch conduce a toda velocidad por una vía llena de baches. Pero él señala al cielo varias veces y advierte: “Entrante». Se oyen algunos ruidos sordos cerca.
Pasamos junto a media docena de vehículos blindados ucranianos destrozados que no fueron tan afortunados. Kusch señala campos de minas a ambos lados del camino de tierra.
20 minutos más tarde, nos detenemos abruptamente cerca de una casa en ruinas. El equipo de dos francotiradores abre las puertas y desaparece hacia unos árboles. Kusch grita: “Que Dios los acompañe”, antes de salir de ahí rápidamente.
Mientras regresamos, vemos un destello naranja y oímos una fuerte explosión. El Humvee empieza a traquetear aún más. Kusch abre la puerta mientras conduce para mirar hacia atrás y suelta una sarta de groserías.
Un pedazo de metralla ha destrozado uno de los neumáticos traseros. El regreso a la base se vuelve desesperante. Cuando por fin llegamos, nos muestra el gran trozo de metal irregular que destrozó el neumático.
La espera ansiosa
Oscurece y el bombardeo ha mermado. Dentro de la base, los soldados se aferran ansiosamente a sus radios en espera de noticias del equipo de francotiradores. Kusch y el británico caminan por ahí.
Ghost llama por teléfono a su hija de siete años. Está en altavoz cuando grita emocionada: “Te quiero, papi”. Es una breve ráfaga de normalidad, pero él ya le ha enseñado cómo desenfundar una pistola.
Siete horas después, habiendo dormido poco, es hora de la extracción. Nos refugiamos en el edificio mientras ocurre una ráfaga, y luego volvemos al Humvee.
Está oscuro esta vez, pero Kusch intenta conducir de memoria, evitando encender las luces para no llamar la atención. Otra parada abrupta y el dúo de francotiradores se sube al Humvee.
El alivio es palpable cuando llegamos de nuevo a la base.
Kuzia dice: “Un disparo, un objetivo”.
Más tarde nos muestran el video del visor nocturno. Dicen que fue un ametrallador ruso quien estuvo disparando a las tropas ucranianas cerca de la línea del frente.
Ahora descansarán hasta la misión de la próxima noche. Kuzia dice: “Estoy contento de haber vuelto y de que todos estemos vivos”.
En los últimos seis meses, varios miembros del equipo han resultado heridos, entre ellos el comandante Ghost. Pero ninguno ha muerto.
Ghost dice que “cada viaje puede ser el último, pero estamos haciendo una buena obra”.
Un pequeño equipo de francotiradores no ganará esta guerra ni recuperará siquiera Bajmut. Pero ellos creen que están teniendo un impacto.
Kusch dice que tiene un efecto psicológico en su enemigo perseguir a un soldado ruso a la vez desde un lugar que no se puede ver y con un sonido que no se puede oír.