s_bbcws.prop25=»[domain]»;s_bbcws.prop45=»[language]»;
La lista lleva su nombre, pero él no figura en ella.
El Congreso de Estados Unidos aprobó el pasado agosto una relación de personalidades rusas a las que incluyó en la «Ley para frenar a los adversarios de Estados Unidos a través de sanciones» (Caatsa, por sus siglas en inglés), que el presidente Donald Trump firmó poco hace unos días.
Aparecen 210 figuras vinculadas al poder político y económico en Rusia, a las que el Departamento del Tesoro seleccionó y que podrían ser sancionadas en el futuro por su injerencia en las elecciones estadounidenses y sus acciones en la dividida Ucrania.
Los medios de comunicación ya la han bautizado como la «lista Putin», en referencia al presidente ruso, Vladímir Putin.
Cuando se refirió a ella ante los periodistas, el mandatario bromeó. Se dijo «ofendido» por no haber sido incluido en ella.
Putin describió además la lista como «un acto inamistoso» que complicaría las relaciones entre las dos potencias.
La ley en la que se ha incluido establece restricciones a las inversiones estadounidenses en Rusia y en sus proyectos energéticos.
«Inconstitucional»
Pese a que la firmó, el presidente Donald Trump se mostró contrario a la ley, que calificó de «inconstitucional».
El hecho de que la firmara diez minutos antes de la medianoche del pasado viernes se ha interpretado como un indicio de su poco entusiasmo a la hora de persistir en la senda de las sanciones a Rusia.
El documento del Departamento del Tesoro que contiene la lista, afirma que «la inclusión de individuos o entidades no debe de ninguna manera interpretarse como la imposición de sanciones».
Según Putin, Moscú no tomará represalias para evitar una escalada.
Sin embargo, el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, le dijo a senadores en su país que «en un futuro cercano verán más sanciones».
De los 210 nombres de la «lista Putin», 114 son de miembros del gobierno ruso o vinculados a él y el resto de oligarcas con estrechos lazos con el Kremlin.
Estos son los nueve más destacados:
1. Alexander Bortnikov
Alexander Vasilyevich Bortnikov es una de las figuras claves en el engranaje del poder en la Rusia de Vladímir Putin. Dirige el FSB, el Servicio Federal de Seguridad, la agencia de inteligencia que sucedió a la KGB soviética.
Putin fue un alto mando del KGB y desde que lleva las riendas en Rusia solo ha confiado en sus más leales para la dirección del aparato estatal de seguridad. Borotnikov es uno de ellos.
En 2007, la prensa local lo relacionó con la muerte de Alexander Litvinenko, exagente secreto ruso que acusó públicamente de corrupción a los dirigentes de su país.
Informaciones publicadas en la prensa rusa afirman que Borotnikov es el asesor de seguridad de confianza del primer ministro, Dimitri Medvedev.
Nacido en 1958 en Perm, este ingeniero ferroviario de formación participa desde 2005 también en la directiva de Sovkomflot, una estratégica compañía estatal que se dedica al transporte marítimo de gas y petróleo.
2. Serguei Narishkin
El otro máximo responsable del aparato de seguridad ruso es Serguei Narishkin.
Desde 2016 está al frente del Servicio de Inteligencia Extranjera, (SVR, por su sigla en ruso) y es uno de los más antiguos aliados de Putin.
Se cree que ambos se conocen desde sus años de servicio en la KGB y en la oficina de alcalde de San Petersburgo, en la que Putin trabajó a principios de los 90.
Antes de dirigir el SVR, Narishkin fue el jefe de Personal del Kremlin.
En 2015 fue acusado de plagiar gran parte de su tesis doctoral. Él lo negó.
3. Alexei Miller
Miller es el hombre que controla los inmensos recursos energéticos rusos.
Nacido en 1962 en San Petersburgo, Alexei Borisovich Miller es el presidente de Gazprom, la gran compañía estatal del gas.
Su permanencia en el cargo, que ocupa desde 2001, revela su sólida posición en la cúpula del poder en la Rusia de Putin.
Durante su gestión, la compañía ha protagonizado una amplia expansión internacional.
Se cree que Miller es también el responsable de la apuesta por los patrocinios deportivos que Gazprom ha mantenido en los últimos años y que ha influido en que Rusia consiguiera la organización del próximo Mundial de fútbol.
La relación entre Putin y Miller también surgió en su época en San Petersburgo. Según informaciones publicadas, ambos son hinchas del equipo local, el Zenit.
4. Igor Sechin
Si Miller es el hombre del gas, Sechin es el del petróleo.
Es el máximo responsable de Rosneft, la petrolera estatal, clave en el suministro de energía a Europa y uno de los mayores productores mundiales de crudo.
En 2009 la edición rusa de la revista Newsweek lo nombró político del año en Rusia.
Solo un hito más en una carrera que también comenzó a la vera de Putin en los años de San Petersburgo.
A Sechin se le tiene por uno de los «Siloviki», los hombres que han medrado a la sombra de Putin desde sus años en los cuerpos de seguridad, aunque nunca se conoció con detalle el papel que jugó en ellos.
El pasado noviembre se negó a declarar en el juicio contra el exministro de Economía, Alexei Ulyukaev, acusado de corrupción en un proceso que los observadores de la política rusa interpretan como una lucha de poder encubierta en Rusia.
5. Yuri Kovalchuk
Responsable del Banco de Rusia, Yuri Valentinovich Kovalchuk, es uno de los más destacados banqueros de Rusia.
La entidad ha sido uno de los objetivos de las sanciones impuestas a Rusia por Estados Unidos.
La de Kovalchuk es una de las figuras de las que menos detalles se conocen.
En informaciones publicadas por los medios rusos, se le ha descrito como «el cajero de Putin».
Según la agencia Reuters, Kovalchuk fue el anfitrión en 2013 de la boda de la hija de Putin, celebrada en un complejo de esquí de su propiedad.
6. Kiril Shamalov
Supuestamente, es el yerno del presidente.
Pero el Kremlin nunca ha confirmado el enlace de Katerina, la menor de las hijas de Putin.
Shamalov era un empresario de solo 31 años que intentaba abrirse camino en el mundo de los negocios cuando se dice que contrajo matrimonio con Katerina.
Desde entonces, su fortuna no paró de crecer.
Apenas 18 meses después del enlace, Shamalov se hizo con una importante participación en Sibur, una gran empresa petroquímica rusa.
Fue el primer paso en su ascenso. Estimaciones recientes cifran en casi 3.000 millones de dólares el valor de las acciones de Shamalov en Sibur.
Shamalov siempre ha evitado comentar la coincidencia en el tiempo entre su éxito en los negocios y su supuesto ingreso en la familia del presidente.
7. Alisher Usmanov
Ahora es el dueño de un emporio empresarial y financiero que incluye, entre otros cotizados activos, al Arsenal, uno de los equipos de fútbol más importantes de la «Premier League» inglesa.
Es su participación en el Arsenal la que le hizo ganar fama internacional.
Empezó como fabricante de bolsas de plástico en su Uzbekistán natal.
La escasez de estos artículos en la antigua URSS le permitió amasar un patrimonio que le llevó a escalar hasta lo más alto del poder económico en Rusia.
Entre 2010 y 2014 dirigió Gazprom.
También posee acciones en compañías de telecomunicaciones y en el gigante acerero Metalloinvest.
Su olfato para los negocios quedó patente cuando se convirtió en uno de los primeros inversores en el proyecto de Facebook.
8. Roman Abramovich
Dueño del Chelsea, el otro gran club de fútbol de Londres, Abramovich es el más destacado ejemplo del poder de los magnates rusos en el fútbol europeo.
De él siempre se han destacado sus excelentes relaciones con el poder en Rusia.
El grueso de su fortuna procede de sus negocios petroleros. En 1990 se hizo con el control de Sibneft, en colaboración con Boris Berezovski, otro destacado millonario ruso.
La venta de Sibneft a la estatal Gazprom en 2005 le reportó 13.000 millones de dólares.
Ahora está centrado en el sector metalúrgico.
De 51 años y con 7 hijos, llegó a ser el hombre más rico de Rusia, según la revista Forbes.
Posee el segundo yate más grande del mundo.
9. Dimitry Peskov
Peskov es la cara visible del gobierno ruso.
Nacido en Moscú en 1967, este graduado en estudios de Historia Oriental y Traducción, se forjó como alto funcionario en una larga carrera diplomática, que comenzó en el Ministerio de Exteriores ya en la época soviética.
Desde 2008, Putin le confío la portavocía del Kremlin. Peskov es el responsable de expresar los puntos de vista oficiales.
Casi siempre que se aprueban sanciones o llega algún mensaje interpretado como hostil en Moscú, es Peskov quien da la versión oficial y responde ante los medios.
Respecto a la lista de ciudadanos rusos considerados «adversarios de Estados Unidos», Peskov dijo que es importante «no ceder a las emociones», incluso cuando señalar a lo más alto del estado ruso «tiene pocos precedentes».