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Un jardinero canadiense asesinó a 8 gays y escondió sus restos en macetas

Muchas de las víctimas de Bruce  McArthur eran inmigrantes del sur de Asia o Medio Oriente que no tenían familia en Canadá

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Durante años, hubo rumores en el colectivo homosexual de Toronto (Canadá) sobre un asesino en serie que acechaba a la comunidad.

Ahora que uno de sus miembros se ha declarado culpable de asesinar a ocho hombres, hay quienes se preguntan por qué la policía no actuó antes.

En febrero de 2018, alrededor de 200 personas se reunieron en un pequeño parque en el corazón del barrio gay de Toronto (conocido como Village) para llorar a las víctimas de un presunto asesino en serie. 

Muchos llevaban brazaletes pintados con las palabras «amar», «sanar», «levantarse», «recordar». Las consignas fueron usadas en un emotivo intercambio entre los organizadores y la multitud.

«Hoy recordamos», decían, y las palabras se hacían eco entre la multitud. 

«Hoy resistimos. Hoy sanamos. Hoy nos levantamos. Hoy, especialmente hoy, amamos».

Un año más tarde se conocen los nombres de las víctimas y la identidad del asesino, pues Bruce McArthur, jardinero y paisajista canadiense de 67 años, fue detenido el pasado mes de enero y se declaró culpable de ocho cargos de asesinato en primer grado.

Este viernes, el juez lo condenó a una cadena perpetua obligatoria durante 25 años, tras los cuales tendrá la posibilidad de optar por una libertad condicional.

Condenan a 25 años de cárcel sin opción de libertad condicional a Bruce McArthur, el asesino en serie que aterrorizó al barrio gay de Toronto

Esto supondrá en cualquier caso que McArthur no saldrá de la cárcel antes de cumplir los 91 años.

Al hacer pública su sentencia, el juez dijo que no había duda de que McArthur habría asesinado de nuevo si no hubiera sido detenido.

Asesino en serie

McArthur creció en la zona rural de Ontario, en el centro-este de Canadá, y se casó con una mujer en los años 80.

Desde temprana edad sabía que era homosexual, pero trató de ignorarlo.

Abuelo y padre de dos hijos, McArthur salió del clóset con poco más de 40 años de edad, dejó a su familia en la localidad de Oshawa y se mudó a Toronto.

Allí se convirtió en un visitante habitual del Village, como se le conoce al barrio gay de la ciudad.

En Zipperz, uno de los bares frecuentados por muchas de sus presuntas víctimas, a menudo se le podía encontrar sentado en la barra, tomando una copa o charlando con algún hombre.

«Solía ​​referirme a él como ‘Papá Noel'», le cuenta a la BBC el dueño de Zipperz, Harry Singh. McArthur trabajó como imitador de Santa Claus en un centro comercial durante una Navidad.

Pero pocas personas conocían su lado oscuro.

En 2003, recibió una pena condicional de dos años por agredir a un prostituto con un tubo de metal.

Como parte de su sentencia, se le exigió que se mantuviera alejado de los hombres que ejercían la prostitución, que dejara de frecuentar el barrio gay de Toronto y que se abstuviera de usar el estupefaciente nitrito de amilo, también conocido como poppers.

Restos humanos en macetas

El canadiense mantenía una estrecha relación con algunos de los clientes que le contrataban para diseñar y cuidar su jardín.

Una de ellas, Karen Fraser, incluso le permitió guardar herramientas en el cobertizo de su casa.

La policía descubriría luego los restos de varios cuerpos escondidos en macetas en la propiedad, así como en un barranco cercano.

Fraser comenta que McArthur nunca dio ninguna pista sobre qué tipo de hombre era realmente. Era enérgico y alegre, amaba las plantas y estaba obsesionado con sus nietos.

«Como yo lo veo, el hombre que conocí no existió», dice.

El impacto de descubrir que su preciado hogar se había convertido en el cementerio de un asesino en serie la ha devastado.

Ahora, mientras el hombre se prepara para ser sentenciado, Fraser confiesa que no tiene nada que decirle.

«No me gusta mucho el perdón, no me gusta mucho el cierre. Se hicieron cosas terribles», dice con naturalidad.

Las víctimas

El arresto de McArthur en enero de 2018 confirmó los peores temores de muchos en el barrio gay de Toronto, quienes durante años sospecharon que un asesino en serie estaba atacando a su comunidad.

«Se ha perdido demasiada gente durante demasiado tiempo en nuestra comunidad», decía Troy Jackson, uno de los organizadores de la vigilia.

Ubicado en la intersección de Church Street y Wellesley Street, Village ha sido el enclave de la ciudad para la comunidad LGBT (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales) desde la década de 1960.

Pero ha sido más que un vecindario: también se convirtió en un hogar para muchas personas que se sentían marginadas a causa de su inclinación sexual. 

Muchas de las víctimas de McArthur eran inmigrantes del sur de Asia o Medio Oriente que no tenían familia en Canadá.

Para ellos, el barrio gay era su lugar seguro. En cambio, se convirtió en un coto de caza.

Según su declaración de culpabilidad, McArthur mató a:

Skandaraj Navaratnam, 40 años. (2010)

Abdulbasir Faizi, 42 años. (2010)

Majeed Kayhan, 58 años. (2012)

Soroush Mahmudi, 50 años. (2015)

Kirushna Kumar Kanagaratnam, 37 años. (2016)

Dean Lisowick, 47 años. (2016)

Selim Esen, 44 años. (2017)

Andrew Kinsman, 49 años. (2017)

Preguntas sin respuesta

La policía no ha revelado cómo Bruce McArthur se convirtió en sospechoso de los asesinatos.

Se sabía que había tenido relaciones sexuales con una de las víctimas, Andrew Kinsman, y salieron a la luz imágenes de una cámara de vigilancia que muestran a Kinsman subiéndose a su automóvil el día que desapareció.

Los rumores de que alguien estaba atacando a la comunidad comenzaron cuando Skandaraj Navaratnam desapareció de Zipperz, el fin de semana de Labor Day, en 2010.

Conocido como Skanda por sus amigos, el hombre de 40 años se había mudado a Canadá desde Sri Lanka en la década de 1990 y rápidamente se adaptó a la vida en Village, donde pronto hizo amigos.

«Su risa era simplemente ridícula», le contó al diario canadiense Toronto Star Jodi Becker, una camarera de Zipperz y amiga cercana de Navaratnam.

«Si Skanda se echaba a reír, todos empezaban a reírse, aunque no tuviera gracia».

Luego se disparó el número de personas desaparecidas y en 2012 la policía desplegó un grupo de trabajo para investigar. Las pesquisas terminaron 18 meses después.

En junio de 2017, la desaparición de Kinsman desencadenó una búsqueda en toda la comunidad y reavivó los rumores de un asesino en serie en el barrio.

Poco después, la policía destinó un segundo grupo de trabajo para investigar las desapariciones de Kinsman y Esen.

Hasta diciembre de ese año, sin embargo, las autoridades de Toronto decían públicamente que «no había pruebas» de un asesino en serie.

Esta negación terminó dañando una relación ya frágil entre la comunidad LGBT de la ciudad y la policía.

Las preguntas sin respuesta aún persiguen a Haran Vijayanathan, director ejecutivo de la Alianza para la Prevención del sida en el sur de Asia, quien ha hablado en nombre de muchas de las víctimas.

Vijayanathan pidió con éxito una investigación independiente (aún en curso) sobre cómo las autoridades manejan las investigaciones de personas desaparecidas.

Si la policía hubiera prestado más atención, le dijo Vijayanathan a la BBC en febrero pasado, «no podemos evitar preguntarnos si las vidas de los otros hombres que fallecieron o están desaparecidos podrían haberse salvado».

«Esos son los ‘tal vez’ y los ‘y si’ con los que tenemos que lidiar».

*Jessica Murphy contribuyó a este reportaje, que fue actualizado el 8 de febrero de 2018 con motivo de la condena impuesta a McArthur.

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