Mathias Mikkelsen estaba tan deseoso de lanzar su empresa tecnológica que, al llegar a Silicon Valley, tuvo que vivir en un armario durante tres meses.
En 2013, cuando el empresario tenía 23 años, se mudó desde Noruega hasta la conocida región de California para tratar de asegurar fondos para su start-up, una herramienta online de gestión de tiempo llamada Timely.
Pero el joven enfrentaba un enorme problema: no conocía a una sola persona en toda el área de la bahía de San Francisco.
«En ese momento realmente no se había creado el ambiente de emprendimientos tecnológicos en Noruega, así que decidí que mudarme a Silicon Valley -la capital tecnológica del mundo- sería lo mejor para mi», le cuenta Mathias a la BBC.
«Pero no conocía a nadie allí. Así que cuando aterricé me surgió el instinto humano y lo primero que pensé fue que necesitaba buscar amigos. Entonces me di cuenta de que la mayoría de la gente hace amigos en el trabajo o en la universidad, y yo no me iba a poner a trabajar ni a convertirme en estudiante».
Así que frente a la perspectiva de quedarse muy solo, Mathias ideó un plan.
«Decidí que rentaría cuartos en casas de Airbnb y me mudaría a un lugar nuevo cada semana», dice. «De esa forma, por la ley de los promedios, empezaría a hacer amigos».
Llegar a una «casa hacker»
Afortunadamente para Mathias, su idea funcionó y durante los siguientes meses formó un círculo de amigos. Pero su siguiente desafío, el santo grial, era poder entrar a una «casa hacker».
Así es como se conocen las propiedades que comparten jóvenes emprendedores tecnológicos con intereses similares y que están tratando de lanzar sus propuestas.
La idea es que todos se ayuden entre sí y compartan consejos, inspiración y contactos.
Finalmente, a mediados de 2014, logró entrar a una de esas propiedades en Silicon Valley. Pero había un problema: las 15 camas de la casa estaban ocupadas.
Pero si no le importaba, podía dormir en un colchón inflable en un armario sin ventanas.
Mathias, que ahora tiene 29 años, dice que aceptó de inmediato. «Dormí en ese armario durante tres meses. ¿Si me sentí tonto o avergonzado? Para nada.
«Estar en la ‘casa hacker’ fue algo invaluable. Me impulsó como empresario. Fue extremadamente valioso y, sin eso, no creo que estaría donde estoy ahora».
La app de Mathias, Timely, es actualmente utilizada por más de 5.000 compañías en 160 países.
Mathias nació en el norte de Noruega en una ciudad cerca de la capital, Oslo.
Cuando era niño, su sueño era convertirse en futbolista profesional, en concreto del equipo inglés Manchester United. Pero durante su adolescencia descubrió que era mucho mejor como programador informático.
Cuando estaba en secundaria, comenzó a cobrar por diseñar páginas web para empresas. Mathias dice que, al principio, sus padres no estaban contentos con la idea.
«Hasta que recibí mi primer cheque», cuenta.
A los 18 años, dejó los estudios y comenzó a trabajar para varias compañías de diseño digital en Oslo. Sus funciones incluyeron crear el sistema de entretenimiento de vuelo para la línea aérea Norwegian Air y una campaña en Facebook para Unicef.
«Caer en el infierno»
Pero como quería ser su propio jefe y desarrollar su idea de negocios, Mathias comenzó a trabajar en Timely. Lanzó su primera versión en mayo de 2013 cuando todavía vivía en Oslo. Pero «nada ocurrió».
«Me dieron algunos ‘me gusta’ en Facebook y algunas señales de aprobación, pero no hubo clientes reales», dice. «Sentí que había caído en el infierno. Había puesto todo mi esfuerzo, noche tras noche, después la lancé y todo lo que escuché fue silencio. Fue devastador, me quedé sin aliento».
Cuando sus ahorros comenzaban a acabarse, Mathias se dio cuenta de que «sólo tenía una oportunidad» para lograr el éxito con Timely. Así que vendió su departamento en Oslo para juntar fondos y se mudó a Silicon Valley.
Después del tiempo que pasó en la «casa hacker» y tras trabajar con otro programador en India, Mathias lanzó la segunda versión de Timely a fines de 2014. Las ventas a empresas, que pagaban una suscripción, comenzaron lentamente a crecer.
Un año después, Mathias decidió mudar el negocio, que entonces llamó Memory, de regreso a Oslo. «Cuando salí no había un ambiente de start-ups en la ciudad, pero después mejoró. Oslo ahora es un gran lugar para encontrar personal tecnológico».
Apoyado con fondos de US$6 millones de firmas de inversión en Estados Unidos, Reino Unido y Noruega, Memory da empleo actualmente a 45 personas y tiene ventas anuales de más de US$2 millones.
Empresarios como Mathias «tienden a tener ciertas características innatas cuando se les compara con la población en general», dice Brian Morgan, profesor de emprendimiento de la Universidad Metropolitana de Cardiff, en Reino Unido.
«Esto significa que tienen más probabilidades de tomar riesgos y aprovechar oportunidades».
«En los primeros años del desarrollo de un producto se trata siempre de resiliencia, la capacidad de seguir adelante cuando el panorama es lúgubre, y también de autoconfianza, la capacidad de tener suficiente seguridad para depender solo de ti mismo», afirma.
«Me parece que rentar un armario en Silicon Valley para ayudar a lanzar la empresa hasta la primera base es el ejemplo perfecto de la persistencia y la pasión que necesitan para convertirte en un empresario exitoso».
Cuando piensa en sus tres meses viviendo en un armario, Mathias dice que fue «una época loca, pero genial». Y agrega: «Trabajaba cada minuto del día así que, honestamente, no me importaba donde iba a dormir».