La keniana Farah Khaleck tenía solo 17 años cuando empezó a notar que algo iba mal en su cuerpo.
Y recorrió un largo camino hasta que aprendió a quererse a si misma.
«Los primeros síntomas fueron que se me endurecieron la piel y el cuerpo, lo que redujo mi capacidad de movimiento», explica a BBC Africa.
Khaleck empezó a tener síntomas a los 17 años.
«Me cansaba mucho, no podía caminar durante mucho rato. Cuando rezaba, no me podía doblar, tenía que hacerlo en una silla», sigue contando.
Farah Khaleck tiene esclerodermia, una enfermedad autoinmune que causa el endurecimiento y estiramiento de la piel y los tejidos conectivos.
Se trata de una enfermedad rara que afecta a tres de cada 10.000 personas.
Suele afectar a los antebrazos y la parte inferior de las piernas, debajo de los codos y las rodillas, y, a veces, en el rostro y el cuello.
«Estaba en la India cuando el doctor me dijo que lo que tenía era esclerodermia, y que era una enfermedad incurable. Me dio esteroides y me dijo que eran para controlar los síntomas. Y yo dije: ‘¿Cómo que no tiene cura? Tiene que haber una cura'», añade.
«Perdí mucho peso, se me cayó el pelo… La enfermedad me cambió por completo», explica Khaleck.
Tras 14 años conviviendo con la esclerodermia, ahora Khaleck quiere inspirar a otras personas a quererse a ellas mismas contando su experiencia.
«Antes estaba muy enojada. Me daba miedo mirarme al espejo», explica. «Perdí mucho peso, se me cayó el pelo… La enfermedad me cambió por completo».
Fue una época dura para Khaleck.
«Me desconecté completamente. Me peleaba conmigo misma y con todos los que estaban a mi alrededor… Al principio fue horrible», añade.
Pero llegó un momento en el que cambió la manera de ver la enfermedad.
Ahora Khaleck utiliza su historia para inspirar y ayudar a otra gente.
«Tras ocho años enferma, dejé de pelear. Empecé a rezar y a llevar el hijab. No sé cómo describirlo, pero cuando llevaba el hijab sentía que era bonita. Me miraba al espejo y me encantaba lo que veía», cuenta emocionada.
«Así que me acepté», dice con una sonrisa.
Ahora Khaleck utiliza su historia para inspirar y ayudar a otra gente.
«Cuando expliqué mi historia públicamente, recibí muchos mensajes de chicas que me preguntaban: ¿De dónde sacas la seguridad en ti misma?», explica.
«Siento la necesidad de ayudar a la gente a aceptarse y quererse a si misma», concluye.
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