La decisión de Estados Unidos de retirar la mayoría del personal de su embajada en Cuba por misteriosos «ataques» es un golpe serio para la relación entre ambos países, aunque menos extremo de lo que algunos temían o querían.
El secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, indicó que la presencia diplomática de su país en La Habana se reduce para garantizar la seguridad del personal tras «ataques de una naturaleza desconocida» que lesionaron a 21 empleados de la embajada.
Pero en su comunicado emitido este viernes, Tillerson dejó claro que esto no significa una ruptura del vínculo que ambos países normalizaron en los últimos años para acabar con más de medio siglo de hostilidades.
«Mantenemos relaciones diplomáticas con Cuba, y nuestro trabajo en Cuba sigue guiado por la seguridad nacional y los intereses de política exterior de Estados Unidos. Cuba nos ha dicho que continuará investigando esos ataques y nosotros vamos a continuar cooperando con ellos en este esfuerzo», precisó Tillerson.
EE UU tiene otros sospechosos
Esto sugiere que en Washington ha ganado terreno la idea de que el gobierno cubano no está detrás de estos incidentes y desconoce su origen, como han insistido las autoridades de la isla.
Sin embargo, las medidas anunciadas por el gobierno de Donald Trump suponen un claro revés al acercamiento entre ambos países.
Josefina Vidal, directora general para Estados Unidos del gobierno cubano, calificó de «precipitada» la decisión de Washington y alertó de que «va a afectar las relaciones bilaterales, en particular, la cooperación en temas de interés mutuo y los intercambios de diversa naturaleza entre ambos países».
La respuesta de EE.UU. «no está conducida por una decisión de dañar la relación bilateral, pero lo hará», dijo Mark Feierstein, quien durante el gobierno del expresidente Barack Obama impulsó desde la Casa Blanca la normalización con Cuba, en declaraciones a BBC Mundo.
«Un golpe fuerte»
Los síntomas reportados por el personal de EE.UU. en Cuba incluyen desde pérdida auditiva hasta problemas cognoscitivos, pasando por mareos, dolores de cabeza y fatiga, indicó Tillerson.
Aunque expertos creen que estos síntomas pueden ser causados por ataques sónicos y el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) de EE.UU. investiga el tema, el gobierno de Trump evitó especular al respecto este viernes.
Un alto funcionario del Departamento de Estado señaló que las investigaciones prosiguen y se mantiene abierta la posibilidad de que un tercer país esté involucrado.
El más reciente de estos «ataques» data de fines de agosto, sostuvo.
«Claramente los ataques fueron conducidos por alguien, algún grupo, país o entidad que quiere dañar las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Y lo está logrando», sostuvo Feierstein, que actualmente trabaja como consultor en el sector privado.
«Cuando tienes una embajada con presencia más limitada, es más difícil promover relaciones comerciales» o » avanzar en temas bilaterales», agregó, aunque sostuvo que el recorte de personal era necesario para proteger la salud y seguridad de los diplomáticos estadounidenses.
No más visas para cubanos
El Departamento de Estado indicó que en su embajada en Cuba quedará solo personal de emergencia para asistir a ciudadanos de EE.UU. en la isla, pero se suspenderán indefinidamente las operaciones de emisión de visas de viajes para cubanos.
Además, los encuentros bilaterales dejarán de realizarse en Cuba y seguirán solo en Estados Unidos, y el Departamento de Estado emitirá una alerta de viaje advirtiendo a sus ciudadanos los riesgos que puedan correr si viajan a la isla.
«Es un golpe fuerte (y) los cubanos querían evitar esto», sostuvo Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, un centro de análisis con sede en Washington.
«El mensaje que manda EE.UU. de que (Cuba) no es un lugar seguro tiene efectos psicológicos y económicos: aunque muchos americanos van a seguir viajando, otros no», dijo Shifter a BBC Mundo.
Palabras y hechos
El retiro de diplomáticos de EE.UU. ocurre además en un momento delicado de la relación bilateral, que ha sido puesta a prueba con la presidencia de Trump.
Tras asumir en enero, el presidente estadounidense dijo que cancelaría el «acuerdo completamente desequilibrado» del gobierno de Obama con Cuba y en junio anunció cambios en algunos puntos específicos.
«Estados Unidos se ha opuesto al régimen corrupto y desestabilizador de Cuba», afirmó Trump la semana pasada en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Pero pese a su retórica, hasta ahora ha evitado cambiar radicalmente las políticas con la isla implementadas por Obama, que incluyeron medidas para facilitar los viajes y negocios entre ambos países.
Y si Trump quería realmente romper relaciones diplomáticas, parece haber dejado pasar la oportunidad que le ofrecía el misterio de los «ataques» a diplomáticos estadounidenses.
«Lo que muchos temían no se ha realizado», comentó Shifter. «En ese sentido, es un alivio que no fue tan radical. Pero aún así es duro».
No hay cierre por ahora
EE.UU. tampoco tomó la medida de cerrar su embajada en La Habana, una opción que Tillerson dijo días atrás que analizaba.
Además, a diferencia de lo que ocurrió en mayo con la expulsión de dos diplomáticos cubanos por las lesiones reportadas por estadounidenses en La Habana, el Departamento de Estado evitó exigir a Cuba que ahora reduzca más su personal en Washington.
Esto ha sido criticado por miembros del Partido Republicano de Trump que se oponían a la normalización de relaciones con Cuba, como el senador Marco Rubio.
«¿Así que el régimen de Castro permite los ataques a los estadounidenses que nos obligan a reducir (el personal) para mantenerlos a salvo, pero él consigue mantener cerca del mismo (número) de personas aquí?», preguntó Rubio en su cuenta de Twitter.
Tillerson recibió el martes en Washington al canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, para discutir la situación a pedido de éste.
Un comunicado oficial cubano tras el encuentro indicó que Rodríguez Parrilla reiteró que el gobierno de la isla «no ha perpetrado nunca ni perpetrará ataques de ninguna naturaleza contra diplomáticos» y sostuvo que para aclarar lo ocurrido «es imprescindible contar con la cooperación eficiente» de EE.UU.
Y sostuvo que sería lamentable que se tomaran «decisiones apresuradas y sin sustento en evidencias y resultados investigativos concluyentes».
Pero el Departamento de Estado recordó este viernes que aunque no se haya identificado al autor, »el gobierno de Cuba es responsable de tomar todos los pasos necesarios para prevenir ataques» a diplomáticos.
Y señaló que la reducción del personal en la embajada de La Habana se mantendrá «hasta que el gobierno de Cuba pueda garantizar la seguridad» de sus enviados.