Más de 100 construcciones se colapsaron, pero no la casa de Hortensia Navarro.
Su vivienda en Jojutla seguía en pie al lado de una escuela, una iglesia y otras decenas de casas que quedaron en escombros en esta localidad del estado de Morelos, en el centro de México.
Se trata de uno de los poblados más cercanos al epicentro del devastador terremoto de magnitud 7,1 ocurrido la tarde del martes, el cual ha causado la muerte de más de 220 personas en México.
«No sé, no sé», repite Navarro mientras mira a su alrededor.
«Esta casita está bien maciza, vea, porque aquí todos los vecinos…», dice sin terminar la frase.
Y es que a donde se dirija la mirada, en la colonia Emiliano Zapata de la localidad de Jojutla solo hay devastación, como pudo comprobar BBC Mundo en un recorrido por sus calles.
Casi todas las construcciones eran de materiales sólidos -concreto, varillas y ladrillos- que no resistieron la intensidad del sismo que se originó a menos de 50 km de distancia.
Mientras sus vecinos han quedado en la calle, Hortensia podrá dormir en su casa que quedó a salvo.
«Yo no sentía el movimiento, pero escuché a mi hija que estaba gritando y gritando y entonces lo sentí, muy fuerte. Tan fuerte que me caí», relata Navarro con su mirada fija en su casa de dos pisos.
Señala las trabes de concreto de la planta baja a las que la mujer de 50 años escuchó crujir: «Yo nada más estaba pensando en que se me iban a caer, que ya se venían encima».
Aunque no descarta que tenga que hacer reparaciones, por lo menos la noche de este miércoles durmió bajo su propio techo, a diferencia de sus vecinos que durmiro en la calle o en albergues.
Corrían por sus hijos
La situación en Jojutla es una de las más críticas, indicó el gobernador Graco Ramírez tras visitar la localidad donde murieron al menos 16 de los más de 60 que registró Morelos.
Edificios de todo tipo, incluido el del ayuntamiento local, lucen tan frágiles que casi todas las calles del centro de la localidad están acordonadas ante el riesgo inminente de que caigan.
El ayuntamiento de Jojutla está en peligro de desplomarse y fue acordonado por la policía.
«La situación está muy crítica la verdad. Hay construcciones con cimientos demasiado lastimados, en cualquier momento pueden derrumbarse», dice Daniel Bailón, un estudiante que se ha sumado a los cientos de voluntarios que han trabajado durante día y noche en Jojutla.
Pero ningún otro lugar hace sentir tanto escalofrío como la Escuela Primaria «10 de abril», donde una sección de sus aulas se vino abajo, a tan solo unos metros de la casa de Hortensia Navarro.
«Toda la gente estaba corriendo para ver a sus hijos a las escuelas. Cuando yo salí (a la calle), ya estaba caída», dice.
Luego de 24 horas del terremoto, aún no era claro para las autoridades en el lugar si hubo víctimas en ese lugar.
Hay edificaciones a punto de colapsar.
Pero afirman que la hora del sismo, a las 13:14, pudo haber evitado una tragedia mayor ya que los niños estaban saliendo de clases a esa hora.
«Hubo mucha fortuna. (Hay) un número grande de estructuras dañadas y un número, dentro de lo que cabe, bajo de personas fallecidas», dice Ramiro, un rescatista que vino con un equipo del estado de Jalisco a hacer labores de socorro en Jojutla.
«Nos quedamos abrazados»
Cientos de mujeres y hombres, en su mayoría jóvenes, caminaban en grupos por las calles de Jojutla como voluntarios para las labores de apoyo.
Unos con herramientas de construcción, otros con grandes cajas de agua y comida, intentaban auxiliar de cualquier forma posible a cientos de familias afectadas.
Una de ellas era la de Delia Ramírez, quien perdió su casa y casi todas sus pertenencias con el terremoto.
Delia Ramírez perdió su casa en el terremoto.
«Fue en segundos que se empezó a escuchar muy feo. Nos refugiamos en la calle, aquí nos quedamos abrazados. Ya cuando volteamos, ya se había caído la casa», relata.
«Jamás me imaginé en vida esto. Es complicado, porque… sabemos de los hermanos de Chiapas. Pero ya que lo vives, es terrible», dice sobre el terremoto ocurrido apenas el 14 de septiembre pasado en el sureste de México.
De la casa y un despacho que había en la propiedad donde vivía Samanta Argüelles, de 22 años, solo quedan las fachadas resquebrajadas.
«No sabemos qué vamos a hacer. Estamos rescatando lo poco que se pudo», dice la joven rodeada de algunos muebles.
La espera por auxilio
La extraña escena se repetía en las calles más afectadas en Jojutla: las personas contemplando sus casas completamente inhabitables, pero resignadas, sin expresar un dolor que sería más que comprensible.
Los que perdieron sus casas no tienen a donde ir.
«Gracias a Dios todos salimos bien. Nada más las pérdidas materiales, la casa», dice Samanta.
Sin embargo, la urgencia de una reconstrucción pronta era evidente.
El gobernador Graco Ramírez anunció este miércoles la instalación de su oficina en Jojutla para supervisar las labores de atención a la emergencia.
Al menos en las casas de la colonia Emiliano Zapata, los vecinos dijeron queninguna autoridad se les ha acercado.
«Necesitamos ayuda. Todos mis vecinos se quedaron sin casa, a la vuelta se cayeron todas. Hubo pérdidas de vidas», decía insistentemente Hortensia Navarro.
Su vecina Delia Ramírez también hacía notar la urgencia de una respuesta: «Los que perdimos la casa no tenemos a dónde ir».
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