Venezuela se ha vuelto la crisis más incómoda para el Papa . Muchos fieles de su continente están descolocados. No entienden cómo, a diferencia de los obispos venezolanos y de muchos gobiernos americanos y europeos, no respaldó a Juan Guaidó , presidente interino del país, para una transición que lleve a elecciones libres. Pero aunque no lo admitirá públicamente, la diplomacia vaticana trabaja silenciosamente, con mucha prudencia, para una salida «elegante» de Nicolás Maduro .
Salvando distancias y diferencias, es una situación similar a la salida del último líder comunista de Polonia, el general y dictador Wojciech Jaruzelski, que dejó el poder tras los Acuerdos de la Mesa Redonda de 1989, que condujeron a Polonia a la democracia. Otro ejemplo podría ser la caída del dictador filipino Ferdinand Marcos, que se vio obligado a abandonar la presidencia y a exiliarse en 1986 después de masivas protestas, también impulsadas por la Iglesia local.
El Papa explicó que respaldar un bando u otro en Venezuela «sería una imprudencia pastoral» de su parte, que podría hacer más daño y que temía un derramamiento de sangre. Muchos en América Latina interpretaron esta postura como un virtual respaldo del «papa comunista» al régimen de Maduro.
«El Vaticano quiere que Maduro haga lo mejor para su pueblo, que haya entendimiento, que las dos partes lleguen a un acuerdo y que no haya derramamiento de sangre», dijo a La Nación de Argentina una fuente de la Santa Sede, que pidió mantener el anonimato.
Es una regla de oro de la diplomacia vaticana no romper relaciones con ningún país y mantenerse en equilibrio con respecto a las partes en conflicto, para poder ser un canal y poder intervenir, si es necesario. En esta línea, la Santa Sede nunca rompió ni con los Castro en Cuba ni con Augusto Pinochet en Chile.
La posición del Vaticano le permitió justamente a Maduro enviarle una carta al Papa, en la que le pidió ayuda para entablar un diálogo con Guaidó. Francisco se manifestó dispuesto a mediar, pero solo si las dos partes lo piden, algo que hasta ahora no ha sucedido.
En una entrevista televisiva, Guaidó hace unos días llamó al Papa y a la diplomacia internacional a «ayudar para el fin de la usurpación». Pero no hubo ningún pedido formal de intervención, sino que Guaidó reiteró su tajante rechazo a cualquier posibilidad de diálogo con Maduro, que con eso pretende solo ganar tiempo.
Francisco, que a fines de 2016 se arriesgó para ser facilitador de un diálogo entre el gobierno de Maduro y la oposición que terminó en fracaso, también ha sido criticado por su postura en apariencia soft. ¿Por qué no levantó la voz, como hizo la combativa Conferencia Episcopal Venezolana?
En el Vaticano explican que si los obispos venezolanos pudieron decir lo que dijeron fue porque tenían y tienen luz verde para hacerlo.
Por eso, si bien hubo quien habló de distanciamiento entre el Papa y los obispos, nunca hubo tal división. «El Vaticano nos ha confiado a nosotros, los obispos, las riendas; hacemos lo que es justo y sabemos que el Papa nos apoya», confirmó el cardenal Baltazar Porras, arzobispo de Mérida y administrador apostólico de Caracas, desde siempre opositor del chavismo y de Maduro, en una entrevista al diario italiano Il Fatto Quotidiano.
«El Papa está interesado desde siempre en Venezuela y recibe constantes informes de mi parte, de los obispos y del cardenal Pietro Parolin [secretario de Estado vaticano]. El Papa pide que se cree un mecanismo diplomático con el Vaticano protagonista, a través de la Iglesia local, para una solución pacífica, sin sangre, sin guerra», agregó Porras.
Para Rodrigo Diamanti, miembro de la delegación que Guaidó envió a Roma para entrevistarse mañana con el gobierno italiano -uno de los pocos de Europa que aún no lo reconoció-, «la posición de la Iglesia es una sola y es la de la Conferencia Episcopal Venezolana».
«Esperamos que junto al Vaticano, la Iglesia venezolana pueda ayudar a que cuanto antes haya elecciones libres y transparentes para que Venezuela pueda superar la crisis que está viviendo», dijo a La Nación Diamanti. «No puede seguir adelante una dictadura que no acepta elecciones y no permite la entrada de ayuda humanitaria», agregó.
Marinellys Tremamunno, periodista ítalo-venezolana y autora del libro Venezuela, el derrumbe de una revolución, no oculta su decepción con el Papa y refleja por qué Venezuela es la crisis más incómoda para él. «Obviamente la posición neutral del Papa ha generado mucha molestia en Venezuela. El venezolano común, los que fueron víctimas de torturas, los que son víctimas de este drama que se vive, los exiliados, piensan que no es posible no fijar posición ante la violación de los derechos humanos», opinó, en diálogo con La Nación.
«Los que sufrimos el tema Venezuela sabemos que la solución no está en manos del Papa. Pero nos duele que siga hablando de la necesidad de diálogo con un dictador señalado por crímenes terribles, con quien está claro que no se puede hablar», agregó Tremamunno.
Probablemente consciente de estos sentimientos en un país que conoce muy bien, el cardenal Parolin, que fue nuncio en Caracas antes de ser llamado por Francisco para convertirse en su número dos, intentó explicar la postura de la Santa Sede con un calificativo: «neutralidad positiva».
«El enfoque de la Santa Sede es de neutralidad positiva, no del que se asoma a la ventana para ver qué sucede casi indiferente. Es el enfoque del que busca estar por encima de las partes para superar la conflictividad», dijo a la televisión del episcopado italiano. Parolin también afirmó que el compromiso de la Santa Sede, tal como dijo el Papa, «es siempre la búsqueda de soluciones pacíficas e institucionales de la crisis en curso».
Los vaivenes en la puja por el apoyo del Vaticano
Maduro le envió una carta al Papa, mientras que Guaidó pidió ayuda para «el fin de la usurpación» del poder
- A fines de 2016, Francisco se arriesgó para ser facilitador de un diálogo entre el gobierno de Maduro y la oposición, que terminó en fracaso
- La semana pasada, el Papa se mostró dispuesto a mediar en la crisis de Venezuela, pero dijo que necesitaba un acuerdo de las dos partes. Días antes, Maduro le había enviado una carta a Francisco en la que le pedía su ayuda para abrir un canal de diálogo
- Luego de los dichos del Papa, Guaidó lo llamó a él y a la diplomacia internacional a «ayudar para el fin de la usurpación» del poder, pero no hubo ningún pedido formal de intervención; el líder opositor reiteró su tajante rechazo a cualquier posibilidad de diálogo con Maduro
- El jueves pasado, el Vaticano insistió en que mantiene una «neutralidad positiva» respecto de la disputa política entre Maduro y Guaidó. «No es la actitud de quienes se sientan delante de la ventana y observan de manera casi indiferente. Es la actitud de estar sobre las partes para superar el conflicto», señaló el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin
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