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Prodrómica de una vida en Latinoamérica

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Eventualmente mirando aquí y más allá, se puede ver aquello que antes no era perceptible a los sentidos, bien sea porque se ha prestado atención adicional, se agudizaron los sentidos o se despertaron aquellos que solían estar escondidos bajo la piel, a tal punto que casi se desconoce de su existencia, pero una vez que se activan resulta muy obvio que siempre estuvieron allí.

Algunos aspectos sociales ignorados de pronto saltan a la vista en el momento correcto, surgen cómo la sintomatología de una verdad, así como esas enfermedades degenerativas que de forma paulatina van manifestando sus indicios, al punto de deteriorar el organismo casi por completo. Esta vez, cavilo en las patologías latinoamericanas que parecen caracterizar pueblos astutos subyugados a mandatarios recursivos en sus discursos, y réprobos en la implementación de sus políticas.

No considero en lo más mínimo que la naturaleza latina sea una desventaja frente a la gracia de otras latitudes, al contrario, es una bendición formar parte de pueblos tan creativos y diversos como capaces. A pesar de lo cual, ciertas realidades sociales son prodrómicas y difíciles de solventar con una mentalidad inapropiada e individualista. Qué vamos a heredar a nuestros hijos si se expresan como fenotipos los pecados de una generación a otra, y no se está dispuesto o no se tiene la energía suficiente, para enfrentar las conductas que arruinan y hacen repetitivos los errores. Alguien debe levantarse con suficiente autoridad horizontal para caminar con sus pares en nuevas ideas y visiones de vida, y simultáneamente aprender a traer al presente cintas ancestrales con ataduras  y transformarlas en lazos de regalos para sus descendientes.

Alcanzar el entendimiento y las estrategias para tales fines transformaría no sólo la familia y una generación, sino pueblos enteros, cuyas patologías tienen una única esperanza de ser sanadas, siendo ésta la de volver a el orden y pureza original. Humanamente no hay muchas opciones, la presión y el cansancio que implica resistir, suele ser agotador en fuerzas naturales. Sin embargo, una genuina rendición al creador y el esfuerzo de someter la propia oscuridad, desencadenan de un momento a otro, el despertar de esos sentidos que se ignoraban y luego se convierten en indispensables. Aquello que aprendes a escuchar te resultará vital para avanzar, y lo que empezó a ser nítido frente a tus ojos jamás podrá ser ignorado de nuevo, aún queriendo cerrar tus lumbreras no podrá pasar desapercibido.

Toda enfermedad social que avanza deteriorando las capacidades colectivas siempre tendrá una solución en el microambiente que nos rodea, por medio de transformaciones personales y elecciones con más prudencia que pasión, y con la única motivación de bendecir a aquellos que aún no ha nacido, pero seguro están listos para venir con menos nudos en sus cintas ancestrales.

@alelinssey20

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