«Imagínate que al morir tu alma se va a un libro, ¿cuál elegirías?»
(Lectora Disfrutona, @Comelibros_69)
Soñaba con esto. De adolescente quería transformar las piedras en arte. La eterna búsqueda de la belleza. El jovencito oscuro creía que la imagen representaba una expresión del espíritu. Jude anhelaba dejar su señal en Christminster sin acertar a adivinar el tropiezo con la sensualidad y la sexualidad de la mujer. El tiempo sigue y descubre al amor de su vida, un amor imposible con el que él sueña entonces. El amor que no va a ser fácil. Y el pasado vuelve con el regalo de Dios al que apodan Padrecito Tiempo, el niño más triste del mundo. Un ángel al que no dejaría irse de mi lado jamás… Mas la vida te llama y te desafía y aprendes que la llama del amor no se apaga. Ella, la mujer prohibida a la que no puedes querer como un hombre, es la mujer que amas. Te toca sufrir un largo viaje hacia la noche… Las letras señalan el horizonte, el norte y el camino; el sueño, la vida y el destino. Y ahora me encuentro encerrado en una celda. Oigo el mar golpeando las rocas. Estoy en una isla perdida en algún lugar del mar. Me agota y me desgasta el vaivén de la marea que viene y va, una y otra vez, se va y vuelve una, otra, una, otra, una, otra, y otra una vez más, fuss … fass, fuss … fass en el tramo que le trae al castillo y le devuelve al mar. Cumplo un castigo que no merezco entre cuatro paredes de piedra. Sin embargo, no estoy solo del todo. Al otro lado del muro sobrevive otro prisionero. Me consuela pensar que hay un ser humano cerca. Otro individuo que también sufre esta soledad y estos silencios. A deshora me despierta la respiración vieja de mi vecino. Siento el cansancio -el suyo y el mío-. Escuchamos. Hablamos. No hay nadie más en la isla, salvo el día que un carcelero golpea la trampilla de hierro para cambiar los cubos de higiene y dejar agua y el rancho. La ventana en lo alto del muro apenas permite un soplo de aire y luz de sol. Por poco tiempo. El hombre de la celda de al lado es sabio. Me instruye para el día que quede solo yo. Quiere ayudarme a salir de esta prisión -yo hoy, yo hoy. El solitario de la isla con nombre de partícula de condicional inglesa sueña en su huida a Verona, mi huida. Soy considerado muerto en el castillo. Me arrojan al mar. Me hundo y sueño otra vez, de nuevo, añoro la belleza. Sueño en volverla a ver a ella, a Julieta caminando risueña y graciosa delante de este mendigo enamorado al que llaman Romeo.
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