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Le arrancan los ojos a Chávez

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En el barranco de su entrega, el madurismo ahora arremete de forma abierta y frontal en contra de Chávez. No solo han traicionado y extinguido su legado, barriendo con las conquistas políticas, económicas y sociales de nuestro pueblo; sino que ahora van de frente en contra de su figura, de su imagen, de su recuerdo.

La decisión de Maduro de ir borrando los ojos de Chávez, así como cualquier imagen del comandante, de las más emblemáticas instituciones creadas durante la revolución bolivariana, constituye un ataque directo a la espiritualidad del pueblo chavista y refleja el nivel de claudicación del gobierno ante el gran capital.

El madurismo ha arreado las últimas banderas, los últimos vestigios, del chavismo, una propuesta política y un sentimiento que estremeció a nuestro país de un extremo a otro, y que está sembrado –a pesar de las triquiñuelas del madurismo y sus socios– en el corazón del pueblo venezolano.

Lo hemos dicho desde hace años, el madurismo vendió a Chávez por un puñado de dólares. Tal como lo han indicado Toby Valderrama y Marcos Luna en sus extraordinarios artículos al respecto, el hecho de que Maduro haya mandado a borrar los ojos de Chávez no es fortuito, sino la consecuencia lógica e inevitable de un proceso de retroceso, restauración capitalista, que pasa por la desnacionalización y entrega del país a su círculo más íntimo, sus amigos y socios, a la burguesía de siempre, parasitaria y oportunista, que hoy día se reparte el país, enriqueciendo a los civiles y militares del madurismo a manos llenas.

Maduro gobierna para Fedecámaras, para esta nueva burguesía, les entrega Pdvsa, el petróleo, el gas y el Arco Minero. Gobierna para las nuevas élites que derrochan privilegios en Las Mercedes de Caracas y archipiélagos de nuestro mar Caribe, que se regocijan en sus clubes y hoteles VIP en zonas exclusivas, incluyendo tepuyes y parques nacionales. Pero estos sectores de poder, que se apropian del país, exigen, como condición fundamental para terminar de pactar con el madurismo, no solo que se deroguen las conquistas y derechos laborales, la Constitución y leyes de la República, sino que Chávez, su figura y su pensamiento, sean barridos del corazón de los venezolanos; sobre todo, del pueblo humilde.

Chávez y los chavistas somos perseguidos por el madurismo. Una persecución implacable, un violento ensañamiento, con todo lo que representa Chávez, sus caras visibles, sus grandes logros, sus ministros, sus obras, su gobierno; con particular énfasis han destruido todo aquello donde estuviese el intento socialista, revolucionario: Pdvsa, las Misiones Sociales, las Grandes Misiones, el Poder Popular, los Consejos Comunales, la propiedad social. De todo ello, no queda nada.

Maduro es el único responsable de lo que está sucediendo en el país, en lo económico, político, social; y, por supuesto, de la persecución a Chávez y al chavismo. Como siempre sucede ante situaciones de este tipo, Maduro opta por no decir nada, callar cobardemente, tratando de evadir su responsabilidad. Pero él sabe muy bien lo que está haciendo. Todos los días hunde el puñal en el corazón de la patria. Todos los días le arranca los ojos a Chávez.

Lo que ha sucedido con los ojos de Chávez, borrados de la fachada del edificio del Banco de Venezuela, hecho que los funcionarios maduristas de la institución tratan de justificar, argumentando torpemente que son condiciones necesarias para privatizar el banco, para no espantar al capital que se apropiará del mismo, lo vivimos en Pdvsa tan pronto nosotros salimos de la empresa y del Ministerio del Petróleo en septiembre de 2014.

Entonces, los hermanos Rodríguez (Jorge y Delcy)  y su mandadero, Asdrúbal Chávez, arremetieron en el ministerio y en Pdvsa contra todo lo que tuviese que ver con nuestra gestión, nuestra historia reciente, en contra de nuestra imagen y la de Chávez, en contra de la Pdvsa del pueblo, sus colores, su épica, su compromiso con el pueblo y, sobre todo, sus mensajes, su política y práctica revolucionaria. Barrieron con estas instituciones emblemáticas de la revolución y fundamentales para la economía del país, bastión de la soberanía, como siempre decía Chávez.

Arremetieron contra la iconografía bolivariana en Pdvsa: aquellas imágenes, frases, publicaciones, discursos, que recogían las historias de la política petrolera de nuestro país, entre 2002 y 2014. Lo borraron todo.  ¿Alguien puede creer que recogieron, en pocas horas, cientos de miles de almanaques, fotos, afiches, que quitaron murales, que borraron discursos, que recogieron publicaciones, que desaparecieron las páginas web, y todo hecho para borrar a Chávez de Pdvsa?

Esa persecución, pronto, se extendió hacia los trabajadores. Miles de trabajadores, en cuestión de meses, fueron perseguidos, expulsados, señalados de “ramiristas”, de chavistas; luego, vino el encarcelamiento de cientos de ellos. Por instrucciones precisas de maduro, los organismos de inteligencia del Estado y los grupos protofascistas de los hermanos Rodríguez y luego, del general Quevedo, pasaban por cada una de las oficinas, piso por piso, para revisar teléfonos y mensajes internos, señalando y persiguiendo a los trabajadores revolucionarios, chavistas, y sustituyéndolos por sus incapaces acólitos (la mayoría de ellos provenientes de la Alcaldía de Caracas de Jorge Rodríguez), que  desmantelaron en poco tiempo todo lo construido en 12 años de trabajo revolucionario en el sector.

Esta violenta represión en Pdvsa tenía el objetivo de golpear con fuerza a la principal empresa del país y al Ministerio de Petróleo, para desmovilizar a los trabajadores, traumar la institución, manejarla como si fuera un territorio ocupado, enemigo; para luego, entre la violencia y el miedo, entregar Pdvsa y el petróleo.

Desde que tomaron el control de la empresa, el madurismo se dedicó a saquearla y desviar sus recursos para pagar deudas a sus socios y grupos privados. Desde la Vicepresidencia de Finanzas, Erick Malpica y los suyos, se apropiaron de los recursos y fondos que había en la empresa (incluyendo el Fondo de los Trabajadores y Jubilados) y desviaron los recursos operacionales, llevándola a su colapso operacional.

Fue bajo la gestión del general Quevedo que Maduro militarizó la empresa y desmantelaron la política de Plena Soberanía Petrolera.  Los decretos y decisiones entreguistas e inconstitucionales firmados por Maduro en 2018 abrieron las puertas para la privatización de Pdvsa; arrebataron todas las conquistas laborales de los trabajadores y se les persiguió masivamente ¡La derecha militar había asaltado la empresa!

El discurso de Maduro en contra de la Pdvsa roja rojita, la Pdvsa del pueblo, era permanente, con ensañamiento. Utilizó a todo tipo de personajes, desequilibrados, llenos de odio, para acusar, perseguir y encarcelar a cientos de trabajadores y gerentes petroleros. Tarek William Saab se convirtió en el sicario del madurismo: persiguió, humilló y encarceló a los petroleros; violó sus derechos humanos fundamentales; tomaba venganzas personales, incluyendo su arrechera contra Chávez; descargaba sus frustraciones sobre los detenidos indefensos. La violación de los derechos humanos de los trabajadores y el asesinato de  Nelson Martínez son responsabilidad directa de Maduro y Tarek William Saab; y tendrán que rendir cuentas de ello.

Maduro y su gobierno, estigmatizó a Pdvsa y creó –estimuló– un ambiente de hostilidad y persecución en contra de los trabajadores, lo que provocó una desbandada y disfuncionalidad de la empresa. Más de 30.000 trabajadores se fueron; el madurismo colocó a sus incondicionales al frente de las operaciones de producción, refinación y gas; se entregó la faja petrolífera del Orinoco a las empresas rusas y chinas;  se entregaron las áreas de Pdvsa a los privados, a través de los ilegales contratos de servicio. Y la empresa colapsó.

La otrora quinta empresa petrolera más importante del mundo, que en 2013 tenía 213.000 millones de dólares en activos (plantas y equipos), que producía 3 millones de barriles día de petróleo, abastecía el mercado interno de combustible e ingresaba al país 100 mil millones de dólares cada año, colapsó, se vino abajo; y con ello, toda nuestra economía.

Luego de la política de tierra arrasada en Pdvsa, en junio de 2021, el flamante ministro Tareck el Aissami, portando una cachucha negra con las letras de Pdvsa en blanco (los colores y simbología que utilizaba la Gente del Petróleo, cuando vociferaba contra Chávez y la Constitución durante el sabotaje petrolero), anunciaba, a nombre de la última Comisión Interventora nombrada por Maduro en Pdvsa, la privatización de la empresa.

Con la promulgación de la ilegal Ley Antibloqueo, se ha producido, en el más absoluto secreto e ilegalidad, la transferencia de activos de Pdvsa —que son de todos los venezolanos— a los nuevos grupos de poder, al madurismo, civiles y militares, a sus familiares y socios, mientras se negocia la entrega del petróleo a las transnacionales y nuestras refinerías al control de potencias extranjeras. Es el mayor saqueo de nuestra historia.

Este relato de nuestra experiencia de la tragedia de Pdvsa, nos sirve para ejemplificar, como lo hemos dicho una y otra vez, que, el comportamiento político de un gobierno, refleja el modelo económico que él mismo  está desarrollando.

Todavía hay chavistas ingenuos, y maduristas pendejos, que argumentan que todo esto que está pasando con los ojos de Chávez, con Pdvsa, con la Onapre, con el Arco Minero, con la entrega del Esequibo, con la cesión de empresas públicas, con la privatización del Banco de Venezuela, con la subasta de empresas públicas en la Bolsa de Valores, con la entrega de Cantv a los chinos, los apagones, los sueldos de miseria, la hiperinflación, la dolarización, la falta de gasolina e internacionalización de sus precios, con la pobreza, con la represión, con el FAES, las torturas, los crímenes y presos políticos, son “cosas” que suceden sin que maduro sepa; o peor, aún, son “cosas” consecuencia del “criminal bloqueo”. ¡Extraño bloqueo, que permite la importación de carros de lujo y todo tipo de chucherías exóticas en los bodegones del madurismo!

¡No! Todos los días las cosas están más claras. ¡Quien tenga ojos que vea, como decía nuestro presidente Chávez! Maduro representa un mal gobierno de derecha, que arremete contra los trabajadores y los chavistas, que gobierna para Fedecámaras, que entrega el país al gran capital privado nacional e internacional. Así como arremete contra la Pdvsa roja rojita, lo hace contra los trabajadores y el Movimiento Popular, calificándolos, ahora, como “izquierda fracasada”. Va contra cualquiera que, desde el campo popular y revolucionario, lo señale como responsable del desastre del país.

Esta actuación de Maduro, de los hermanos Rodríguez y de la burguesía que sostiene al gobierno, no nos extraña para nada. Siempre han sido los representantes del “chavismo sin Chávez”, agazapados, medrando del poder, con la figura del presidente Chávez. No solo están entregando el país, sino que se están enriqueciéndose con ello.

Maduro se ha chuleado el nombre de Chávez, trata de imitarlo, lo deforma, lo despoja de contenido, pretende que el pueblo cambie a Chávez por un “superbigote”, una parodia cantinflérica producto de las estrategias de “marketing” de sus asesores. Usan y abusan del nombre de Chávez, para seguir manipulando y confundiendo al pueblo, pero cambia sus colores, sus contenidos y ahora borra su imagen y la sustituye por la figura de un delincuente como Alex Saab, el “héroe” del madurismo.

Lo que es triste y paradójico, es el silencio del PSUV y de los más emblemáticos e históricos dirigentes del chavismo. No dicen nada. A veces, una que otra postura ambivalente, pero siempre dentro del marco de lo que el gobierno les permite.

Pobre Chávez, tan solo, tan vilipendiado por el madurismo y por la derecha, esa que a esta altura debe estar haciendo fiesta por las decisiones del madurismo.

Yo  defiendo a Chávez. Lo seguiré haciendo siempre, cueste lo que me cueste y digan lo que me digan. Defiendo al extraordinario ser humano, a sus políticas. Defiendo su legado, su obra, al socialismo.

Allá aquellos que guardan silencio. No estarán tranquilos con su conciencia, no podrán ver los ojos de Chávez, los mismos que borra el gobierno de sus edificaciones y de todos los rincones del país.

Los ojos de Chávez están en los niños pobres, en los humildes que huyen de este desastre, sin esperanza, sin patria; en los exiliados, en los trabajadores presos, en los que luchan por sus derechos; en los millones de hombres y mujeres honestos que creyeron en él y que lo siguieron; en los soldados de la patria; en el pueblo del 13 de abril; en los trabajadores petroleros que derrotaron el sabotaje petrolero; en el pueblo que colmó las 7 avenidas el 4 de octubre de 2012, el que lo acompañó hasta sus últimos momentos. Allí está Chávez, vivo en el corazón y en los ojos tristes del pueblo traicionado. El madurismo, con sus trampas y torpes astucias, puede oprimir, destruir y entregar el país; pero Chávez sigue allí, entre los pobres, en la esperanza.

Que no crean estos infames traidores que van a borrar a Chávez, ellos intentarán siempre sacarlo del corazón del pueblo, del Cuartel de la Montaña, pero no podrán, nosotros venceremos. ¡Viva Chávez!

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