Yo no soy tuyo ni de nadie, yo soy solo de mí. Una clara referencia de su último proyecto como actriz y que da pie a esta entrevista. Ella fue la única opción que tuvo Bad Bunny en mente para protagonizar «Solo de mí», su controvertido video musical acerca de la violencia de género lanzado hace 6 años. Nadie lo sabía excepto ella, pero ese día decidió dejar de actuar. Desaparecer por completo del medio artístico le salvaría la vida y, hoy, la filosofía, la poesía, la metafísica y la psicología tomarían el lugar que alguna vez le perteneció a la actuación en su mente y su corazón.
«Todo lo que diré en esta entrevista es verdad. Mi verdad. No espero que sea aceptada pero sí que la respeten». Con estas palabras, una Laura Chimaras resplandeciente y naturalmente bella se sentó en una de las elegantes mesas dispuestas en el lobby del Hotel Eurobuilding de Caracas para dar inicio a esta conversación.
Su nombre completo es Laura Ariana Chimaras Martí y nació en la capital de Venezuela el 8 de mayo de 1991. Siendo una niña de 8 años se inició en el mundo de la actuación y a los 17 asumió su primer rol protagónico en un dramático producido por RCTV llamado Libres como el viento.
Virgen de la calle, El árbol de Gabriel, La banda, Nadie me dirá cómo quererte, Toda una Dama y Túkiti: crecí de una son algunas de las telenovelas en las que participó. Tres películas y más de diez obras teatrales forman parte de su paso por la actuación en el país.
Un currículo que no fue suficiente para inspirarla y motivarla a ganarse ese premio Oscar con el que tanto fantaseó de pequeña. Hoy, con 31 años recién cumplidos tiene claro su norte: escribir y ayudar a los demás a través de sus letras. Tuvieron que pasar 15 años para entenderlo y así lo hizo; su vida es mucho más que ser la hija o el legado de Yanis Chimaras.
¿Quién es Laura Chimaras?
Su sonrisa habla por sí sola. Es grande y sincera; sin exagerar emociones. Su belleza es indiscutible solo superada por esa naturalidad serena de aquellos que están en paz con la vida. Se le nota calma; imperturbable. ¿Actuación? Muchos se atreverían a decir que sí; otros, quienes la conocen bien, aseguran que los años fueron su mejor maestro.
“Quién es Laura”, susurra dos y tres veces más a la primera pregunta que dio inicio a esta entrevista. Ataviada con un simple y ancho pantalón azul que le hacía juego a su chaleco de mezclilla negro, cruzada de piernas y dejando entrever que era muy temprano para usar tacones al elegir sus cómodas sandalias planas, señaló plácidamente; muy convencida: “soy humana”.
“Hoy soy, oficialmente, un ser en formación”, recalcó. “Estoy tranquila; serena. No vivo la vida con muchas expectativas ni tampoco ideas circunscritas de cómo hacer las cosas. Sin embargo, soy muy ambiciosa”, dijo.
Laura Chimaras es, en sus palabras, un ser humano sencillo, amante de las letras. Y ya convertida en mujer, muy apasionada; entregada. “Eso es lo que soy: un ser humano que siente, piensa, ama y busca lo mejor tanto para mí como para los demás”, subrayó.
Laura vs Laura
Han pasado 15 años desde aquel día en el que su vida se transformaría completamente al enterarse del asesinato, a sangre fría, de su progenitor. 15 años en los que dejó de ser una niña y se convirtió en la Chimaras que este 2022 se para frente a cientos de personas a contar su historia, sin miedo, dejando huellas en el proceso.
«¿En qué se diferencia aquella niña a la mujer que soy hoy día? En todo. La diferencia es inmensa», recalcó. «Estaba viviendo en modo automático; como una sonámbula o, mejor dicho, como un zombi», recordó. «Vivía el día a día como podía, lo que pudiese hacer o resolver lo hacía, pero todo en automático».
Laura Chimaras nunca supo quién era en aquella época que parece otra vida. Por eso, su versión mejorada o aprendida, es una Laura que se está tomando el tiempo de hacer las cosas retrospectiva.
«Esa es la primera diferencia porque, hoy día, creo que sé realmente quién soy, lo que quiero hacer, cómo me siento y para dónde voy», aseguró. «Antes no. Refugiarme en una carrera fue mi solución. Me sentía bien, estaba cómoda… No iba más allá de la piel», manifestó. «Crecí, evolucioné, superé. La perspectiva que le doy a las cosas es diferente. Sin embargo, no me arrepiento de nada; jamás van a escuchar de mí un si yo hubiese o quisiera haber hecho. Nunca. Si no hubiese pasado todo lo que pasó, hoy mi yo real no existiría», señaló.
Laura Chimaras, “la hija de, la actriz…”
Si nació para la actuación es algo que, en ocasiones, se lo sigue preguntando, pero no con tanta frecuencia como antes. Verla rebuscando recuerdos, tal vez no tan gratos, acerca de ese momento en su vida, es interesante.
«Artista sigo siendo», aseguró con vehemencia mientras tomaba agua para aclararse la garganta. Le pasa luego de hablar tanto, pero está dominándolo en el escenario, según cuenta entre chistes.
«Nací en el arte; soy parte de eso, aunque no tuve ningún tipo de lección. Yo repetía lo que estaba ocurriendo en frente de mí con mi papá en casa», acentuó. «Lo único que yo decía era: quiero ser como él. Nunca existió una pregunta sobre si yo quería seguir su camino y siento que cuando no existe la pregunta en el ser humano, se construye cualquier cosa alrededor de su vida», señaló.
Llegó el momento en que, de adulta, tuvo que hacerse esas preguntas que le faltaron por hacer en su momento y cuestionarse. «Me reencontré, y digo reencuentro porque estoy segura de que en otras vidas escribí hasta desfallecer o hice algo distinguido con las letras», aclaró. «Cuando digo que me reencuentro con la escritura es cuando me cae la ducha de agua fría encima y digo: creo que nací es para esto».
«En efecto, siento que estoy haciendo lo que vine a hacer en mi plano físico porque no hay ningún inconveniente de por medio. Lo que amo, lo siento. Vivo segundo a segundo con placer y lo percibo. Lo veo en las personas», rescató. «Definitivamente, no es una actuación a pesar de que muchos puedan decir que esta Laura es un personaje más en mi lista», acotó.
Con ímpetu indomable, la mujer de 31 años de edad que toma la batuta en esta conversación, afirma que está donde debe estar y haciendo lo que debe hacer.
«Nací para escribir, compartir ideas y tratar de inspirar a las personas. Pero si me hubieses preguntado esto cuando era actriz, mi respuesta probablemente sería: mi sueño es ganarme un Oscar. Esa era mi perspectiva en aquel momento. Muy válida, por supuesto. Yo era una niña a la que le encantaba la actuación, pero en efecto sí, yo creo que este es mi propósito, mi camino», reiteró.
“Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa”
Hablar de la muerte de su papá, Yanis Chimaras, dejó de ser un tabú cuando se dio cuenta de que siempre existen tres historias: la de los demás, la de ella (y su familia) y la verdad. Todas válidas. Ella escogió la que le regaló la paz: liberarse de la culpa.
«Algo extraño que me pasó es que yo no me preocupé jamás de entender por qué me sentía culpable o de si era culpable o no. Al menos no en un principio», recordó mientras navegaba por la memoria de aquella adolescente a la que le habían arrebatado a su padre tan de prisa. «Cada quien tiene un proceso de duelo absolutamente distinto; el mío, es mío».
Con este proceso de dolor, tristeza y caos, llegó el punto de la transformación. «Transformar la culpa entendiendo que este es un sentimiento que no te pertenece, es el primer paso», señaló. «La culpa no es algo tuyo, queremos hacerla nuestra porque a veces nos gusta sentarnos en una silla a darnos golpes de pecho para sentirnos vivos», declaró. «Eso es algo que no me gusta de las misas, por ejemplo. No me parece adecuado porque a veces no tenemos reparos en quedarnos ahí toda su vida: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa», resaltó dándose, literalmente, golpecitos en el pecho.
Chimaras es fiel creyente de que por esa razón hay que articular lo que pasa en la vida de cada quien. «En mi caso, yo nunca hice a la culpa parte de mí, yo sabía que estaba y me sentía mal, pero simplemente transité y llegó el momento de articularla diciendo: no me pertenece».
Señaló que aborrecía sentirse mal, negativa, rencorosa; ahí reconoció que no quería ser vista como eso y ella misma no quería asumirse como tal. «Cuando lo comprendí, todo empezó a mermar poco a poco. Fue un proceso súper largo de 15 años que sigo transitando».
Hola, señora oscuridad
Ocho años de su vida pasaron sin entender cómo. Desde los 15 hasta los 22, y viéndolo hoy con otros ojos, casi nada tuvo sentido. «La muerte de papá lo alteró todo. Después, evidentemente, hubo más momentos tormentosos con mi mamá, pero ese ha sido el más complejo».
«Por ahí deben existir entrevistas en las que me puedes ver hablando sobre él afirmando que iba a volver; que estaba de viaje”, describió. “Mi mente estaba programada para pensar que iba a regresar. Pisando mis 23, la realidad hace que me tiemble todo en la vida».
En esa época no le interesaba nada y llevaba una vida de excesos. «Ojo, siempre he sido muy responsable, las drogas y el alcohol estuvieron tan presentes en mi familia y en mi hogar que eso siempre fueron un rotundo no para mí», aseguró. «Sin embargo, salía y compartía con cualquiera. Todo era muy superficial; era una tipa que vivía de fotos, de momentos flash, de mostrarle al mundo lo que creía que era mi vida», comentó. «Estaba mostrando mi caos, pero a la vez buscaba donde refugiarme de él».
Gracias, señora oscuridad
En ese momento, Laura se sinceró con respecto a todo: no le gustaban sus parejas, sus amigos, las personas con las que compartía; no se gustaba ni ella misma. «En esa etapa de mí transformación, veía a mi alrededor y decía: por qué me estoy poniendo en esta situación; por qué estoy con esta gente; yo no soy como ellos».
«Todo era tóxico y negro, empezando por mí. Ese fue mi reseteo. Me destaparon los ojos; me levantaron el velo… Laura, se murió Yanis. Se fue y ya no volverá. Tienes que levantarte», recapituló.
En ese instante emerge la primera idea de que querer dejar de actuar. «Ahí es cuando identifico que mi identidad como la hija de, siempre iba a estar presente. Es decir, me había anulado por tener el apellido de papá, pero él es él y yo soy yo». Ese papel empezó a ser caótico para ella, pero en ese hueco existieron ángeles/personas/energías, que la hicieron despertar.
«Hice un click; sonará muy cliché, pero así fue. Y es cuando decido irme del país y enterrar por completo mi pasado… a los 26 años comencé a vivir». Lo feo, a su parecer, le ocurrió en Venezuela y lo bonito le empezó a sonreír cuando emigró. «Llegué a Estados Unidos muy cansada pero valió la pena y no lo cambio por nada porque sin nada de esto, no estaríamos aquí conversando ahora».
“Sin la actuación, lo tengo todo”
Mi familia perfecta fue el último gran proyecto televisivo en el que estuvo, gracias a Telemundo. Sin embargo, Bad Bunny se presentó en su vida, por casualidad, para darle una última probadita de lo que hasta ese momento era su profesión.
«¿Sintió Laura Chimaras que iba a ser la última vez?», se repreguntó. Suspiró. Esperó al menos un minuto para contestar. Sonrió.
«No tenía ni idea. Lo que sí sabía era que yo había llegado a ese video agotada mental, emocional y espiritualmente», recordó. «Lo hice porque el director es gran amigo y compañero. Me llegó a comentar que era la única en mente para el papel y yo, aunque sonreía agradecida por el cumplido, por dentro me repetía con más fuerza: no quiero trabajar más en pantalla».
Pero Laura Chimaras no quiere pecar de malagradecida. Recuerda con mucho cariño el hecho de que Telemundo le haya abierto las puertas como lo hizo. «Me hicieron vivir una experiencia súper gratificante y bonita. Disfruté los proyectos, tuve compañeros muy agradables, estaba haciendo algo muy hermoso, me lo viví al 100%, me capitalicé, me pasaron cosas hermosas, pero ya yo había empezado a escribir… La actuación ya no era lo mismo y nunca lo fue desde ese momento», recalcó.
Trazarse un plan
¿Cómo hablar con tanta certeza de la vida? ¿Cómo enterrar el pasado? ¿Hay un medicamento para eso sin que duela? Preguntas que fueron una constante en esta entrevista, sobre todo al ser partícipes de tanta claridad, seguridad y convicción. Tanta parsimonia en una persona, puede ser abrumador.
«Definitivamente no», apuntó. «Una receta o fórmula perfecta no existe. Decir eso sería una falacia. No hay una pastilla o medicamento mágico que nos ayude en el proceso. Lo que sí hay es un camino».
Y eso fue lo que ella se trazó. Un plan.
«A eso se le llama buscar el sentido de la vida y no es algo que se pueda escribir o recetar, simplemente es algo que se siente, que se percibe. Es como si todo encajara», manifestó. «Es como cuando compones la música de una canción; ese es el sentido de la vida, uno tiene que componer su música y escribir su canción para sonar bien».
¿No existe un objetivo claro aún? Según Laura, entonces va siendo hora de inventarlo; esa es la única forma de conseguir sentirse bien con lo que pasa aquí y ahora; es tener un objetivo claro para ir caminando hacia él a pesar de que pasarán cosas que te hagan trastabillar.
«Hablar desde la tranquilidad tiene a cuestas el enorme peso del caos la mayoría del tiempo. En mi vida no solo reina la calma y tampoco las frases como la vida es bella 24/7. Mi mejor receta es hacer un plan. Buscar el objetivo. ¿Cuál es? No lo sé, haz el plan y transita hacia él. El resto vendrá solo», puntualizó.
La Laura que se educó
Ya son cientos y miles de personas conectándose a través de sus conferencias y encuentros como el de Nunca pierdas la fe, que la hizo reencontrarse con Venezuela en junio. «Pero para llegar a ese punto, primero lo primero, la educación», destacó.
Muchos puede que no lo sepan, pero Laura Chimaras sacó la carrera de Filosofía en 3 años y está cursando Psicología, actualmente, en la Florida International University (FIU).
«Antes de todo eso, me gané una beca en una escuela de escritores en Madrid. También saqué, empezandito a escribir, un Máster en narración. Ahí es cuando me consigo con la Filosofía, me enamoro de ella y es donde salen mis dos primeros libros y otro más que hice en colaboración con una escritora llamada Andreína Pérez. Lo llamamos Contratiempo«.
Pasiones narcóticas, La historia de una adicta y Palabras perdidas son el resultado de sus estudios y sigue trabajando por hacer más. En medio de este transitar, aparecen las giras y las invitaciones a conferencias. «No me voy a parar; ahora es que me queda camino y mundo por recorrer».
Wannabe de Daniel Habif
Wannabe = imitadora. Así le dicen por querer ayudar a otros; por transmitir un mensaje. Ella simplemente suspira y se ríe. No le queda de otra.
«Antes colapsaba. Cuando empecé a hacer mis videos inspiracionales lo que recibía era puro odio. Odio del más crudo», recalcó. «Recuerdo llegar a la casa casi llorando diciéndole a mi esposo que este no era el camino pero hoy, oficialmente, no me interesa», compartió.
«Tengo 8 años capacitándome; la gente no lo sabe. Creen o asumen que tengo un día en este nuevo rol que escogí para mi vida», apuntó. Goza, según afirma, de fortaleza y seguridad en lo que está haciendo. Ya no le importa lo que digan. Eso sí, exhorta a que el que critique, que sea el primero en lanzar la piedra.
«Dependiendo de tu credibilidad te voy a escuchar y si tienes algo que decir en lo que tengas razón, con todo el cariño del mundo lo aceptaré y aprenderé de ti. Te agradeceré. Eso sí, que una persona esté equivocada es algo totalmente subjetivo», señaló.
«Yo ya no tengo tiempo de prestarle atención a quienes me juzgan, aunque eso no quiera decir que no sepa que existen; siempre existirán, pero el efecto, en mí, no es el mismo», añadió.
La han comparado hasta con Daniel Habif; cosa que antes veía como algo negativo. «Pero hoy día digo: está haciendo cosas increíbles así que chévere, sígueme comparando con gente tan valiosa entonces. ¡Compárame con quien quieras! Para arriba; para arriba siempre. Nunca para abajo, ¿me quieres destruir? Inténtalo. Vamos a ver si lo logras», subrayó.
Eso sí: Chimaras no es perfecta. «Y tampoco quisiera llegar al punto de sentirme o pensar que lo soy. Pero soy fiel a mi verdad; lo que digo es real. Soy vocera de un mensaje que está escrito por expertos; sin embargo, lo transformo en algo mío y ahí es donde me pudiese equivocar y lo acepto».
¿Un mensaje para los haters? «Está sobrevalorado no tener empatía por lo demás; cuando no hay empatía, hay caos y cuando hay caos hay maldad. Cuidado con eso».
Un cliché que le funcionó…
«Sí; ¿es lo que el mundo quiere escuchar? No, pero sin ánimos de romantizar cada proceso de transformación, el mío sí fue un cliché: estar saludable y meditar fue un punto crítico que me cambió la vida, fue la mejor decisión. Así de simple», apuntó.
Repite continuamente que puede que lo que la gente no entiende es que su proceso no fue de un día para otro. «Yo llevo 8 años transitando en este camino y sigo haciéndolo».
Continúa entrenando para estar en donde está. Y sigue en eso. «No solo es entrenar el espíritu, esto es una práctica ancestral también de la mente. Y con los años vas a experimentar cosas grandiosas. Para las personas puede ser un poco ficción, pero todo eso caos del que hablamos (ansiedad e insomnio), mermó. La meditación me ecualizó», aseveró.
… Y un amor que la sanó
Aquí es cuando otra pieza fundamental en su vida entró para complementarla: su esposo, el profesor venezolano Gustavo Mosquera.
«Mi pareja es clave en todo que me está pasando», dijo. «No solo porque como ser humano es ese compañero con el que estuve segura -desde el primer momento- con el que podría envejecer», resaltó. «Sino porque somos muy parecidos; nos amamos y respetamos mucho».
Además de ser un genio, según sus palabras, Laura Chimaras tiene la clara convicción de que esa es una de las razones por cual su padre estaría absolutamente orgulloso de ella.
«Estuviese 100% de acuerdo con esta unión. Él tenía un tema con la educación; decía que todos teníamos que educarnos y que mi pareja debía ser estudiado», recordó. «Gustavo tiene 4 carreras, 4 posgrados, está sacando su doctorado y es profesor de posgrado en la FIU. ¿Qué más podría pedir?», dijo mientras sonreía buscándolo con la mirada en el lobby del hotel. Encontrándolo a lo lejos con la confianza de que siempre estaría allí, acompañándola. Apoyándola.
Hablando del rey de Roma
¿Cómo se imagina a Yanis en esos momentos? «Creo fervientemente que estuviese bastante tranquilo y en paz. Cuando estaba pequeña me decía que tenía miedo de que tomase un mal camino al ser actriz, que consumiera drogas lo atormentaba. Era presa del pánico imaginándome en alguna mala andada», retrocedió en el tiempo. «Por eso, si me pongo a imaginármelo ahora, lo veo sentadito en una esquina sonriendo con las piernas cruzadas y suspirando: hice bien el trabajo. Coño carajita, lo hice bien», dijo imitando su voz.
«Yo lo siento porque sueño mucho con él; lo tengo siempre presente, siempre con esa perspectiva de tranquilidad. Así es que prefiero quedarme; con esa imagen».
Por su parte, está tratando de ser una buena ciudadana; de dejar una huella. «Trato de no hacer cosas malas; uno no es un santo, pero trato en lo mínimo de hacer cosas negativas, de herir, criticar, juzgar a otros o a mí misma. Así que… ¿Qué más no va a querer un papá?», se preguntó mirando al cielo.
Nunca pierdas la fe
Sobre su mamá, destacó que es su mejor amiga y su mano derecha. «Es quien me recuerda todos los días que siempre se puede estar mejor. Yo pensé que ella no estaría como está hoy día; tranquila, bella, trabajadora, con un aura hermosa. La admiro mucho y por eso este nuevo libro que estoy planeando lo quiero hacer en su honor», afirmó.
En una palabra se define, de nuevo, como humana. «No hay otra definición. No me gustan los títulos; las etiquetas me dan alergia».
Para este 2022, tiene planes de continuar con su gira de conferencias y encuentros gracias a su libro Nunca pierdas la fe, no solo en Venezuela. Sus planes son infinitos. Desde trabajar en la masificación informativa de su Academia Holística online (que ya cuenta con meditaciones guiadas y cursos especiales) hasta el screening. Planea lanzar un disco de poesía para el que compondría la música y así lograr que sus escritos cobren un nuevo sentido en las personas.
«Soy lo que están viendo; lo que están leyendo. Eso soy. No lo que tú quieres que sea sino lo que yo creo que soy», concluyó.
Para más información acerca de su academia holística, conferencias, giras, libros o su vida en general, ingresar a su portal web o conectarse a través de sus redes sociales: Instagram.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional