«Does the body rule the mind or does the mind rule the body? » (MORRISSEY)
A veces a uno le da la impresión de que las cosas irían mejor si todo fuese de otra manera. Creemos que los demás disfrutan de privilegios inalcanzables para nosotros. No obstante, algunas situaciones, en apariencia envidiables para cualquier mortal, son de hecho un lastre para otros.
Imagine que la vida le ofrece la oportunidad de gozar con intensidad extrema de uno de los placeres que nos proporcionan los sentidos, ya sea la vista, el oído, el tacto, el olfato o el gusto. Vamos a pensar, por ejemplo, que nos referimos al placer sexual y al clímax del orgasmo. La verdad es que no resulta fácil encasillar el placer del sexo en uno solo de los cinco sentidos. Aunque le parezca atrevido, a mí me parece que el acto sexual se refiere a los cinco sentidos con claro predominio del sentido del tacto.
Cualquiera desearía que el placer durase siempre. Bueno, eso creemos en principio. Es sabido que el animal -somos animales- que culmina el acto sexual con mayor rapidez es el chimpancé, alrededor de tres segundos. Es decir, que a los chimpancés se les acaba pronto la alegría. En el extremo opuesto el animal que tarda más tiempo en realizar el acto es precisamente el cerdo que resiste y goza a lo largo de treinta minutos. El animal racional, el ser humano, dura entre uno y cuatro minutos, aproximadamente. Claro que en esto no nos ponemos de acuerdo puesto que algunos miembros de nuestra especie homo sapiens no admiten determinadas ideas sobre la excitación concernientes al grado de virilidad. Hay que considerar que aquí solo hablamos de una de las dos partes que intervienen en el coito, y la duración del mismo tendría que contar también con la otra parte viendo de qué modo afecta esta a la prolongación del placer.
Hace unos años, una mujer sufría un accidente que dio un vuelco a su vida. Kim Ramsey llega a alcanzar 100 orgasmos en un día a partir de una caída fortuita por las escaleras. (“Kim Ramsey`s 100 Orgasms a Day: Nurse describes how fall gave her rare condition”; The Huffington Post, 27.8.2012 by Sara C. Nelson). La señora Ramsey, enfermera británica, padece una extraña enfermedad conocida como PGAD –Persistent Genital Arousal Disorder– que le procura placer sexual intenso sin deseo explícito. Al parecer, esta mujer experimenta sensaciones físicas gratificantes a partir de movimientos de vaivén o roce en determinadas zonas de su cuerpo. El titular dice que Kim Ramsey ha llegado a tener hasta 100 orgasmos en un día. Esto es así. El caso es rarísimo. También suena un poco extraño que nadie se ponga a contar los orgasmos pacientemente hasta llegar a cien. ¡Hala! uno, … oh, no… dos, tres, otro más, ¿cuántos ya? … trece, catorce … ochenta y nueve ..
Aparentemente la vida de esa mujer debe de ser una gozada. El caso es que no es normal. Uno piensa que tanto placer no puede ser bueno para nadie. El hombre sabe por experiencia que todo en exceso cansa. William Blake lo dejó escrito a su manera en «Proverbs of Hell: the road of excess leads to the palace of wisdow” -el camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría. Kim relata su peripecia del trayecto en tren de vuelta a casa y la sensación continua de placer a cada traqueteo del vagón. La mujer disimula como mejor sabe ese placer íntimo rodeada de pasajeros. Ramsey no quiere vivir con tanta intensidad y está intentando curarse mediante tratamiento médico. Mientras unos no se enteran de nada, otros se dejan seducir por la voz de los pájaros de la noche.
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