Desde que decidió participar en el Miss Venezuela, su paso por los concursos de belleza ha sido atípico. Alejandra Conde fue elegida representante del país ante el Miss Mundo en una edición sin precedentes. Su reinado no solo estuvo marcado por la pandemia del covid-19, sino que también cambió el formato de selección para el concurso presidido por Julia Morley.
Luego de un año de alzarse con la corona, viajó a Puerto Rico para participar en la edición 70 del concurso internacional. Sin embargo, también ha sido una elección inédita: fue suspendida debido a 17 casos positivos de covid-19 entre las participantes y trabajadores de la organización.
Ahora el concurso se realizará el 16 de marzo en Puerto Rico, pero con cambios. Solo viajarán las 40 semifinalistas, de las que la estudiante de medicina, oriunda de Villa de Cura, forma parte tras ganar el reto de proyecto social con su programa Río Blanco: un río de esperanza, con el que logró recaudar más de 15.000 dólares para ayudar a los afectados por las lluvias en el estado Aragua.
A pesar de las circunstancias, para Alejandra ha sido una experiencia mágica. A los 24 años de edad está segura de que los días que estuvo en la competencia fueron de ganancia. Dice que fue una oportunidad para intercambiar aprendizajes con otras candidatas y para afianzar su compromiso con la labor de la organización.
«Fue algo mágico. Es inexplicable porque recuerdo que antes de irme hablé con varias excandidatas y por más que me lo explicaron no es igual que cuando uno lo vive. Es algo totalmente diferente y una energía bellísima», asegura.
Su formación para el Miss Mundo
Pero además de conocer los sueños de sus compañeras e inspirarse con sus historias, este tiempo también le permitió darse cuenta de que es una de las favoritas del público, algo que no se creía mucho antes de viajar a Puerto Rico.
Aunque eso no le quita el sueño. Insiste en que a pesar de estar segura de que está haciendo un buen trabajo, debe seguir con su preparación para figurar entre las finalistas del concurso. «Tengo mucha fe. He trabajado mucho y siento que ese mes que estuve cada día fue un ganar. Pero no me confío, hay que seguir trabajando», comenta.
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Belleza con propósito
Justamente ese compromiso por representar muy bien a Venezuela la ha llevado a descubrir su propósito. Antes de iniciar la competencia internacional sabía que «ninguna corona tiene valor sin un propósito»; ahora, asegura, ha descubierto que cuenta con capacidades que no conocía.
En Puerto Rico conoció gobernadores, presidentes y ministros. Entendió que el Mis Mundo busca una embajadora que los represente. «Tengo mucho que aportar a la Organización Miss Mundo. Tengo una gran pasión de querer trabajar con ellos porque he entendido perfectamente que no es solo un concurso de belleza», expresa.
En ese descubrimiento halló su pasión por las obras sociales. Con su proyecto social Río Blanco: un río de esperanza logró cambiar la vida de muchas personas en alianza con la empresa privada y por ello quiere seguir impulsando iniciativas similares.
Alejandra no tiene dudas de que quiere la corona del Miss Mundo. Para ella se trata de algo más allá de un concurso de belleza; es una experiencia que, asegura, le cambió la vida y que ahora quiere usar como plataforma para inspirar a otras personas.
«Anhelo ser Miss Mundo porque me conecté con la organización y con el propósito que ellos tienen. Es una experiencia que me cambió la vida y que me permitió darme cuenta de la capacidad que yo tenía de inspirar y cambiarle la vida a otras personas».
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