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Inés Quintero: «En la historia de Venezuela no hubo un éxodo igual»

Inés Quintero, directora de la Academia Nacional de Historia de Venezuela, habló sobre el uso de la figura de Simón Bolívar en la política, la vida de la hermana del Libertador y la migración venezolana

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Hablar de historia actualmente en Venezuela implica, prácticamente, asumir un bando político. Es lo primero que advierte Inés Quintero, quien ha estudiado de cerca el uso de la figura de Simón Bolívar en la política del país, ha escrito la biografía de la hermana del Libertador y ha indagado sobre la migración hacia y desde Venezuela. Ella estuvo en Lima y ofreció una charla para la Universidad Continental.

— Cuénteme sobre el rol de las mujeres en el estudio de la historia de Venezuela

Me parece bien interesante. La Academia de Historia de Venezuela se fundó en 1888 y hasta hoy solo hemos sido dos directoras. Eso dice mucho de lo que fue por mucho tiempo la concepción de este tipo de instituciones; pero, además, no había mujeres historiadoras. No es simplemente que la Academia se negara, sino que las mujeres no se ocupaban de la investigación histórica. El cambio se inició 70 años después de la fundación de la Academia, cuando se creó la Escuela de Historia de la Universidad Central de Venezuela. Ahí se vio una mayor presencia femenina. Todo va en sintonía: la institución, la profesionalización y la feminización universitaria.

— No solo me refiero a quienes investigan, sino sobre quién se investiga

Así es. En todo el mundo hubo una omisión histórica de las mujeres. Solo se consideraba a las reinas, artistas extraordinarias o mujeres excepcionales, pero las mujeres comunes no formaban parte del discurso histórico.

— Usted escribió la biografía de la hermana de Simón Bolívar…

Simón Bolívar es una figura con tanta potencia, tanta presencia, especialmente en Venezuela donde es el padre de la patria, el héroe magnífico, que solemos olvidar que tenía familia. Todo se concentra en él. Por ello, la primera gran sorpresa fue saber que tenía hermanas. En segundo lugar, María Antonia Bolívar fue monárquica, realista absoluta. Eso explica, por una parte, la omisión. El padre de la patria no podía tener una hermana que fuese enemiga de la independencia.

— ¿Siempre ha buscado desmitificar a las grandes figuras históricas?

Sí, volverlas más humanas. Mi propósito inicial en este caso era hacer un diálogo epistolar con las cartas entre María Antonia y su hermano. Pero cuando me metí en el personaje vi que demandaba una biografía particular, era una enemiga del proyecto de su hermano, le escribió al rey de España pidiéndole que no la confundieran con él y cuando Bolívar estaba en el Perú le escribió una carta diciéndole: “Deja quieto a los peruanos, no quieren independizarse, vente a Venezuela”.

— Ahora muchos la pueden ver como una antagonista, debemos cuidarnos de no juzgar…

¡Exacto! No podemos juzgar al pasado con los ojos del presente; por eso, es ilógico pretender que la palabra de Bolívar tenga vigencia hoy. Pensar que Bolívar puede ser un referente político 200 años después es pretender que tenía respuestas para situaciones que no tienen nada que ver con su época.

— ¿Cómo termina la vida de María Antonia? 

Luego de que concluye la guerra, ella estaba en La Habana, perdió la pensión que recibía del rey de España y regresó a Venezuela. Una vez ahí le pide un poder a Bolívar y se encarga de administrar las propiedades de la familia. Ella garantizó el sostenimiento del patrimonio familiar. Sobrevivió 12 años a Bolívar, que murió en 1830. Ella falleció en 1842, pocos meses antes de que los restos de su hermano regresaran a Venezuela.

 Volviendo al presente. ¿Cuánto ha afectado la crisis actual al campo de la investigación? 

La historia en Venezuela es un tema muy sensible. Sobre todo porque está en el centro del debate político. Es inevitable que todas las interpretaciones de la historia estén muy intervenidas por la polarización. En cuanto a la crisis, las academias y universidades tienen los presupuestos para mantenerse funcionando pero no para investigaciones o proyectos. No existen. Ahora, eso no ha determinado que los historiadores sigamos haciendo lo que debemos hacer. Quizá lo más visible es la dificultad para publicar, por la escasez de papel, pero, bueno, nos queda Internet, los libros electrónicos.

— ¿Esa politización de la historia implica censuras?

No hay una censura en el sentido de que te impidan investigar sobre algún tema. Yo, por ejemplo, investigo el uso político de la historia y cómo Bolívar ha sido utilizado históricamente. Bolívar ha servido para casi cualquier cosa en Venezuela, desde justificar la dictadura de Juan Vicente Gómez en el siglo XX hasta el socialismo del siglo XXI de Chávez. Nosotros abogamos por que la historia tiene múltiples miradas y evidentemente eso incomoda a quienes pretenden que exista una sola lectura de Bolívar, por ejemplo. Para el chavismo, Bolívar es revolucionario y socialista. Pero cualquiera nota que el socialismo del siglo XXI no tiene nada que ver con él.

— Si repasamos la historia venezolana, ¿qué encontramos referente a la migración? 

Venezuela ha sido fundamentalmente un país receptor de emigrantes. Como en muchos países de América Latina, cuando se creó la nación se planteó la necesidad de repoblar, meter gente y sobre todo blanca porque creían que se debía ‘blanquear’ a la sociedad o ‘mejorar la raza’. Eso en el siglo XX se fue modificando.

 ¿De qué modo? 

Se vio la necesidad de aprovechar las oportunidades que ofrecía la migración. Y eso coincidió con la emigración por la Guerra Civil Española y la posguerra. Después, en los años 70 con el ‘boom’ petrolero, Venezuela se convierte en un polo de atracción migratoria. Por eso digo que históricamente hemos sido un país receptor, por eso no existe ningún estudio sobre emigración venezolana. Hubo exilios políticos puntuales, pero no hay paralelo en la historia venezolana con el éxodo que vemos hoy en día. Incluso hay quienes consideran que no hubo algo semejante en América Latina, sobre todo por el corto plazo en el que se ha dado, esto ha sido una huida.

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