«No ha habido nunca sino pájaros, / el canto de los pájaros / que nos trae y nos lleva.» (EUGENIO MONTEJO)
Soy raro, la verdad es que sí. Hace unos días escribía en este espacio de El Nacional de Caracas que no era partidario de llenar mi smartphone de aplicaciones digitales. Aquel había sido un día de lluvia y yo iba sin paraguas. Me mojé como un pollito antes de encontrar cobijo en la parada del tranvía. Fui consciente entonces de la utilidad de esas app que te avisan del tiempo que va a hacer mañana. Luego me arrepentí en seguida. Bueno, una cosa es querer ser libre y otra es negar lo evidente. No sé cómo sucedió, pero el caso es que a los pocos días sucedió. Distraído, me dejé llevar por los mares de Internet y descubrí una aplicación a la que no puede negarle la entrada a bordo. Esa aplicación de la que solo diré que es maravillosa y que sirve para tomar notas mínimas al instante ahora forma parte de una pantalla de mi celular. En verdad el hombre es un ser contradictorio.
En fin, para mí esta especie de bloc de notas supone una bofetada a la tecnología. Y es que, siendo un recurso electrónico permite al usuario utilizar la escritura manual –el dibujo del dedo a modo de pluma o bolígrafo– sobre la superficie de la pantalla para escribir notas y recordatorios con la marca de su propia caligrafía, lo cual resulta paradójico y extraño. Bueno, yo anoto ahora con mi dedo índice: Columna EN, sáb.- 6.11.2021.
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