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Yo ya no sé qué creer

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De vez en cuando me toma los dedos mientras escribo» (JAIME SABINES)

Estás a punto de entrar en tu domicilio y te vas haciendo a la idea de encender el televisor para ver las noticias. Mientras te descalzas y eliges ropa informal, oyes de lejos los titulares del informativo. Según parece, vamos alcanzando un estado de normalidad aparente en la calle. A veces te cruzas con gente sin mascarilla por la acera que ya no se distancia de ti como lo hacía dos semanas antes. Por desgracia nos hemos vuelto poco confiados con los «desenmascarados» y buscamos inquisitivos con la mirada el barbijo en la mano o enganchado al codo. Si no descubrimos el tapabocas en ningún lado de la anatomía del prójimo, nos decimos en voz baja que esto es un asco, que la gente ha olvidado el riesgo de contagio de la covid-19. A mí me enfada más tropezar con un tipo protegido a medias (cubierta la boca y el apéndice nasal al aire), que cruzarme con alguien que no lleve mascarilla siquiera. La situación se asemeja a aquella del acertijo de la manzana con gusano dentro. Cuando te preguntan qué te da más asco, morder la fruta y descubrir a un gusano entero o morder la fruta y encontrarte la mitad del gusano. A botepronto crees que es mejor indudablemente encontrarte solo con la mitad del bicho. Luego, pensándolo bien, sabes lo que eso significa. Elegirías entonces ver el cuerpo entero. Pues eso.

La verdad es que llevo unos días preocupado. No veo equilibrio en las cosas. La sociedad se ha vuelto loca, loca. Es increíble que haya quien crea que la pandemia es un invento, pura ficción. No se entiende que los descreídos vivan solos. ¿Cómo es posible que no hayan visto a ninguna víctima de la pandemia? ¿No tienen familia? Ha habido muchos enfermos, muchas víctimas. ¿De dónde sale esta gente que grita y protesta y reclama en la calle? ¿Acaso se creen inmunes? ¿Qué clase de padre no educa a sus hijos? ¿Por qué no llevan mascarilla? ¿En qué escuela han estudiado? ¿Quién les da esa clase de información exclusiva?

A veces, las noticias entristecen. Muchísimo. A este lado del Atlántico llevamos semanas sin oír casi hablar de otra cosa que el daño causado por un volcán activo en la isla de La Palma, en las Islas Canarias. Muchos españoles han perdido su vivienda y su trabajo. Y también su isla.

Otras veces, una noticia te hace sonreír y te preguntas cómo es posible que sucedan cosas tan graciosas. En un canal de noticias turco, el pasado 28 de septiembre contaban esto: «Bursa’nın İnegöl ilçesinde arama kurtarma ekipleri, ormanda kaybolan adamı, kayıp adamla birlikte aradı«.

Lo más normal es que ni usted ni yo sepamos turco, así que echando mano del traductor de @Twitter leemos: «Equipos de búsqueda y rescate en el distrito de İnegöl de Bursa buscaron al hombre que desapareció en el bosque junto con el hombre desaparecido«. La noticia se resumía en el tuit (tweet) de Selâmi Haktan (@slmhktn). El desaparecido era un hombre llamado Beyhan Mutlu que rondaba los 50 años de edad. Horas antes había estado de fiesta con sus amigos en el bosque, hasta que en un momento de lucidez, estos notaron su ausencia. Al parecer todos habían bebido como para no darse cuenta de lo que pasaba. Los amigos avisaron a la policía e iniciaron la batida nocturna por los alrededores de Inegöl. Tuvo que resultar raro formar parte de una búsqueda sin saber qué o a quién se está buscando, pero cuando uno está confuso y se es buena persona se suma a cualquier causa si la considera justa y se le necesita.

Bueno, un poco desconcertado, al oír a quién buscaban, y con restos de borrachera, Beyhan Mutlu soltó de repente: «Biz kimi arıyoruz, ben buradayım«. Lo que en español quiere decir: «¿A quién estamos buscando? Estoy aquí«. Imagine la cara de sorpresa de todos. No quiero seguir por ahí porque ya no me creo nada. Bueno, el caso es que no he podido resistirme a buscar el apellido del hombre en el traductor. Resulta gracioso, pero Mutlu en turco significa «feliz«.

 

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