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Cepillín, de odontólogo a payaso para hacer sonreír a los niños

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Su nombre real es Ricardo González, pero el mundo lo conoció como «Cepillín», un cantante maquillado de payaso que siempre se preocupó por las sonrisas de los niños.

Originario de Monterrey, Nuevo León, el también presentador comenzó su carrera artística por accidente. Él era un estudiante de odontología que no quería causarle temor a los niños durante las campañas de salud bucal que su universidad realizaba, por lo que un día comenzó a maquillarse como payaso.

Fue el arquitecto Héctor Benavides quien lo llamó para que trabajara con niños en un programa de televisión que sería transmitido de lunes a viernes. Un show que permaneció seis años al aire, de 1971 a 1977, cuando Ricardo decidió viajar a la Ciudad de México para probar suerte en Televisa, donde le dieron el programa El show de Cepillín, que fue visto en 18 países de América por tres años y de donde surgieron clásicos como La feria de Cepillín y Tomás.

Su gracia estaba en darle un toque de carisma y humor a las situaciones cotidianas y educar a los niños de forma autodidacta. Así fue como Ricardo Muñoz pasó de ser un doctor de sonrisas a un maestro de risas y nunca se detuvo.

Durante su trayectoria participó en tres películas y seis series de televisión, pero su mejor acto fue en la música. Con 18 álbumes enseñó a los niños a cantar sobre un Bosque de la China, La fiesta, La rutina de un niño y hasta les interpretó Las mañanitas en cada cumpleaños.

Para el cómico apagar la sonrisa no era opción. No lo fue cuando lo vetaron de Televisa, pues el circo lo esperaba, no lo fue cuando le dio un infarto, ni dos, o tres.

El llamado «Payasito de la tele», como fue conocido, sufrió su primer infarto en el año 2005 como consecuencia de haber fumado por más de 40 años; sobrevivió, pero el siguiente episodio fatal vino un año después y en 2015 fue internado de emergencia debido a una insuficiencia cardíaca. Tras recuperarse habló públicamente sobre la muerte.

«Ya llevo tres infartos, tengo 70 años y Dios me ha dado muchas horas extras», reconoció Cepillín a Efe en 2016.

«Mi esposa y mis hijos tienen la orden de cuando yo me muera me lleven a un crematorio, me incineren y después echen mis cenizas en el primer resumidero, sin homenajes, para qué tanto show», dijo en aquel entonces, pero el año pasado ya había cambiado de opinión y habló de su deseo por realizar un homenaje a su carrera al cumplir 50 años, este 2021.

«Ando buscando hablar con la señora (Claudia) Sheinbaum (Jefa de gobierno de la CDMX) para que me hagan un homenaje en el Zócalo y llevar a todos los artistas amigos míos y que vaya la gente gratis, que dure horas, que sea como permanencia voluntaria, como antes se hacía», detalló en entrevista con El Universal en octubre de 2020.

Claudia Sheinbaum confirmó al siguiente día que una vez que los mexicanos tuvieran la vacuna contra el covid-19 el homenaje sería posible; sin embargo, Cepillín ya no pudo realizarlo, pues el 28 de febrero fue hospitalizado debido a un fuerte dolor en la columna que lo obligó a recibir una delicada cirugía.

Aunque todo parecía indicar que iba recuperándose, según reportaba su hijo Ricardo González Jr, durante la operación le fue detectado cáncer en un nervio de la columna vertebral, lo cual debilitó y provocó que fuera ingresado a terapia intensiva, con neumonía, donde más tarde fue intubado. El cantante falleció el lunes a los 75 años de edad.

La feria de Cepillín, donde sonaba la guitarra, el acordeón y el piano se apagó, pero su legado musical y sus películas quedan en la memoria de cientos de niños que aprendieron a sonreír con sus historias, con sus melodías.

Durante su carrera además hizo labor altruista, llevando felicidad a niños hospitalizados.

«Pueden creer que yo les traigo la energía que deja una sonrisa, pero en realidad soy yo el que se está llevando su amor», dijo el ícono infantil cuando visitó el hospital pediátrico de Tacubaya, en 2015.

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