En muchas ocasiones, se trata del rol justo en el momento indicado. Para la británica Vanessa Kirby, el reconocimiento del público y la crítica llegó en dos oportunidades, y ya con un camino recorrido como intérprete. En su caso, en 2016 todos comenzaron a preguntarse quién era esa mujer que personificaba con ineludible carisma a la princesa Margarita en la serie de Netflix creada por Peter Morgan, The Crown, de la cual formó parte en sus dos primeras temporadas.
Este año, curiosamente con el estreno en la misma plataforma del drama de Kornél Mundruczó, Fragmentos de una mujer, Kirby demostró una versatilidad que se puede encontrar en los arduos 20 minutos iniciales del filme, que le valió la Copa Volpi como Mejor Actriz en el Festival de Venecia, y que la ubica en la lista de candidatas a las nominaciones al Oscar 2021, que se darán a conocer el próximo 15 de marzo. Tarde pero seguro para una mujer que debutó en teatro con personajes emblemáticos hace más de una década.
Sus comienzos, con la impronta del teatro
Pudo haber sido la amistad que tuvieron sus padres con Vanessa Redgrave, su fanatismo por Ben Whishaw, o su deseo de transformarse continuamente como consecuencia del bullying que sufría en su adolescencia. Lo cierto es que Kirby siempre quiso ser actriz, aunque le costó dar el gran salto.
Antes de comenzar con una carrera prolífica pero de baja notoriedad, viajó por el mundo y luego estudió Literatura. Todo cambió cuando el director teatral David Thacker la convocó para trabajar como parte del elenco estable del Teatro Octagon, donde la actriz comandó obras de renombre como Todos eran mis hijos, de Arthur Miller, Espectros, de Henrik Ibsen y Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare. Mientras se destacaba en ese contexto -hace dos años volvió a las fuentes para protagonizar la obra Julie de Polly Stenham en el Royal National Theatre y como Stella en Un tranvía llamado deseo, junto a Gillian Anderson-, Kirby fluctuaba entre el cine y la televisión.
La británica fue parte de las series The Hour (en la que cumplió su sueño de trabajar junto a su admirado Whishaw), Grandes esperanzas, Labyrinth, y The Frankenstein Chronicles, e integró el elenco de largometrajes como Cuestión de tiempo, El destino de Júpiter, Everest y Yo antes de ti en roles secundarios. Paso a paso, la actriz iba encontrando su lugar y dejando una dolorosa parte de su vida atrás.
El bullying sistemático como motor para salir adelante
En una entrevista con The Guardian, la actriz contó que en su adolescencia sufría bullying a manos de mujeres. «Era algo sistemático y espantoso. Tanto así que una maestra le dijo a mi mamá en mi último día de curso: ‘Vanessa sobrevivió. Lo hizo’, lo cual nos condujo a ver que siempre supieron lo que me pasaba dentro de la institución», declaró Kirby sin entrar en detalles sobre las situaciones que atravesó. Sin embargo, para la actriz esos duros momentos fueron un motor para abocarse a su pasión por la actuación.
«Siempre me sentí más viva en el costado dramático de las cosas -expresó-. Me sentía yo misma en ese lugar. Como me humillaron durante años mientras estudiaba, me volví muy consciente sobre lo que estaba sucediendo, sobre cómo eran esas personas, estaba metida en eso. En cambio, con la actuación, con lo dramático, dejaba de lado esos pensamientos y podía ser genuina», explicó. Lo cierto es que ese adjetivo que eligió para definirse a sí misma le sienta más que bien. No solo a la persona sino también a la actriz. Hay una cuota de naturalidad en todas sus interpretaciones, incluso en sus participaciones en sagas como Rápido y furioso y Misión imposible podemos contemplar una espontaneidad que en The Crown le cayó como anillo al dedo.
«El mejor momento de mi vida»
Kirby definió de ese modo su paso por el drama de Netflix. «Despedirme de esa serie (la actriz fue reemplazada por Helena Bonham Carter, a medida que su personaje maduraba) fue horrible, y tuve un período de duelo», reveló. De hecho, la británica se guardó una foto de Margarita y la colocó en su habitación para hacerle consultas como si se tratara de un oráculo. «Mi desafío al personificarla fue el de tratar de encontrar a la persona que era antes de volverse más dura, antes de que comenzara a odiarse a sí misma con cierta amargura, o al menos eso percibí de ella», dijo la actriz, quien trabajó ese papel, que le valió un premio Bafta, sacándole las capas.
«Quería encontrar el tormento que yacía debajo de todas esas cosas que mostraba, porque eso es lo que hace que una mujer sea real, toda esa complejidad, más allá de las circunstancias», añadió Kirby, quien forjó una gran amistad con la protagonista, Claire Foy. «A ella no le costó tanto dejar atrás la serie, y creo que fue porque la reina Isabel II sigue siendo un misterio para ella; en mi caso, sentí una sinergia con Margarita», manifestó.
Fragmentos de una mujer, el rol consagratorio
Tras filmar Misión imposible: repercusión-también estará en las próximos dos entregas de la saga comandada por Tom Cruise-, y el thriller Mr. Jones, Kirby encontró en el personaje de Martha Weiss en Fragmentos de una mujer la oportunidad ideal para sumar un nuevo desafío a su carrera, uno incluso más complejo que el de su rol en The Crown. En la película de Kornél Mundruczó -basada en la obra de teatro que el realizador húngaro concibió junto a su pareja, Kata Wéber, inspirada en su propia vida-, la actriz interpreta a una mujer que decide tener a su bebé en un parto en su casa. Debido a una serie de complicaciones, Martha pierde a su niña, y su vida se desmorona.
La secuencia del parto, extensa, agobiante y extremadamente dura de ver, fue filmada por Mundruczó con muchos planos cerrados, poca luz y una confianza absoluta en el trabajo de Kirby, quien atraviesa por distintos estadios en un plano secuencia abrumador. Asimismo, en el viaje interno posterior de Martha, uno en el cual su matrimonio se quiebra, y la relación con su madre -interpretada por Ellen Burstyn, otra de las posibles candidatas al Oscar de este año- se vuelve más tensa de lo que ya era, la actriz brilla con el manejo de las sutilezas y, nuevamente, con una naturalidad que parece salida de la obra de John Cassavetes.
«Lo más difícil que he hecho fueron esos primeros minutos de la película», manifestó la actriz. «Escuchas que dicen ‘acción’ y sabes que no habrá cortes, entonces no quieres tirar la toalla porque estarías decepcionando a todo el mundo», se sinceró. «Lo que sucedió fue que estuve tan metida en ese momento, que fue como una montaña rusa, vas cayendo, no sabes qué sucederá, la mayoría de las cosas que decía las improvisaba… hasta que de repente se me fueron los nervios y me sentí presente en la secuencia», añadió.
Salir de lo cómodo. «Siempre busco algo que me asuste y que me parezca imposible de hacer», le dijo la actriz a Variety en relación a su rol en la película que la puso en el centro del mapa. «Desde el guion ya sentía una demanda, una necesidad de intentar comprender a mujeres que pasaron por ese nivel de dolor, quería interpretar a Martha y honrarlas a ellas, había una gran responsabilidad de antemano». Kirby, quien no es madre y recientemente se separó de su pareja, el actor Callum Turner, contó que quiso hablar con mujeres que dieron a luz en sus casas, e incluso estuvo presente en un parto.
«Me siento muy afortunada de haber estado allí, porque probablemente no hubiese podido hacer bien mi trabajo si alguien no me hacía ese regalo de permitirme estar en ese momento», expresó la actriz quien a sus 32 años finalmente no pasa inadvertida, y quien pudo encontrar en el dolor de su juventud la materia prima para reconstruirse.
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