“another image to remind me” (Anne Sexton)
Pocas veces pasa que uno se ve a sí mismo en un espejo de papel, la mayoría de las veces uno se mira en el espejo del cuarto de baño al lavarse las manos, cuando se afeita o decide ordenarse el pelo. A mí me pasa sobre todo por la noche, cada vez que entro al aseo y me acerco al lavabo, parece como una necesidad echarme un vistazo en el espejo. Mantengo un soliloquio interminable, un monólogo interior que no deja de hablar y me digo, a ver qué impresión doy. No me considero cobarde, me atrevo a levantar la cabeza y enfrentarme a la mirada del extraño que soy yo visto por mí mismo. El momento de soledad ocurre a diario. Ese minuto largo de duelo intenso es un reencuentro con el pasado y el presente. Y pienso mi vida, los sueños que soñé, los que se cumplieron.
Paso la brocha ahora por la barra del jabón de afeitar mientras cae el agua tibia sobre la pila y me emociono al recordar el relato de Papini escondido en El piloto ciego. Leer aquellas líneas fue un descubrimiento. Parecía que el italiano me leía el pensamiento y narraba en primera persona lo que yo tenía dentro. Esa sensación de poder escribir esas mismas palabras, esos versos.
Me enjabono la cara y pienso en ella. ¿Cómo habrá podido enamorarse de mí? La incredulidad de verse querido por una mujer seria. ¿Por qué quieres amarme?
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