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Juana Sujo, innovadora feliz del teatro venezolano

Serie “Encuentro semanal con los garabatos de mi archivo” por Antonio García Ponce. Séptima entrega:  “Juana Sujo, innovadora feliz del teatro venezolano”

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Cayó aquí para dejar su huella, luego de recorrer varios países. Nació en Buenos Aires en 1918. Sus padres eran unos emigrados rusos llegados a Suramérica. Cuando pasó a Alemania, y ya metida en el ambiente teatral, cambió su verdadero apellido, Sujobolsky, a instancias de una profesora suya, quien le dijo que Sujo sonaba más latino, y lo latino estaba de moda. A comienzos de los años 30, estando en Munich, ingresa en la reputada academia teatral de Ilka Brüning, actriz de talento, formada en la escuela del gran renovador del teatro alemán Max Reinhardt (1873-1943). Allí se hace amiga de Lilli Palmer (1914-1986), de muy brillante carrera en el cine, casada en 1943 con el actor inglés Rex Harrison, premio Oscar por su actuación en My Fair Lady. Lilli y Rex se divorcian, y ella se casa entonces con el galán argentino Carlos Thompson. Fue Juana Sujo quien los había presentado en un ágape (Consultar: Lilli Palmer, Así es mi vida, Buenos Aires, Editorial Emecé, 1977).

Juana Sujo también se casó, muy joven, con un actor argentino de apellido Martínez, quien murió a los pocos meses.

El nazismo obligó a una vuelta a la patria argentina. Juana trabaja entonces en varias películas, entre ellas Cuando florezca el naranjo. Obtiene premios. En 1949, recibe una invitación para hacer cine en Venezuela. La acompañan el director Carlos Hugo Christensen y los actores Virginia Luque, Juan Corona y Horacio Peterson para actuar en dos películas, una de ellas titulada La balandra Isabel llegó esta tarde, con guión de Aquiles Nazoa, basada en la obra homónima del novelista Guillermo Meneses.

Vienen con ella dos hermanas (una muere al poco tiempo) y un hermano varón, llamado Abi, quien va a casarse con Clara Diament.

(Hablemos de esta Clara, que siempre se llamó Clara Diament Sujo. Su infancia la pasó en Argentina, y en Caracas se dedicó a coleccionar obras de arte. Fundó en 1968 la famosa galería Estudio Actual, dedicada, además, a servir de librería y de salón artístico-literario. Allí la conocimos. En 1981 abrió su segunda galería, en Nueva York, con el nombre de CDS Gallery, en 85 Delancey Street, Third Floor. Allí expusieron Katharine Kuh, Jackson Pollock, Willem de Kooning, Richard Wright, Langston Hughes, Jesús Soto, Alejandro Otero, Víctor Valera, Armando Reverón, Mercedes Pardo, Wilfredo Lam, Alfred Barr, René d’Harnoncourt, Dorothy Miller, Thomas Messer, Marcel Duchamp, Hedda Sterne, Robert Rauschenberg, Jasper Johns, Marisol Escobar, Joaquín Torres-García, Roberto Matta, Elsa Gramko).

Las primeras clases de teatro en Caracas las impartió Juana Sujo en el garaje de la casa de Gustavo Jaén y Francia Natera, situada en la tercera avenida de Santa Eduvigis, que también le sirvió como su primer hogar en el país. Sus alumnos iniciales fueron Maritza Caballero, Esteban Herrera y América Alonso. Muy pronto, se advierte el carácter innovador que le comunica Juana Sujo al teatro venezolano. Contribuye muchísimo a superar aquel teatro pequeño, discontinuo, familiar casi, que venía de la época de Luis Peraza (“Pepe Pito”) y Luis Colmenares Díaz, o que estaba confinado a temas muy politizados como el de César Rengifo. Con Juana Sujo, y también con las obras montadas por Orsini, Pinto, la Santísima Trinidad (Cabrujas, Chalbaud, Chocrón), Costante, Ott, Santana, Paz y Mateo, Giménez, Curiel, Vidal, Russell, Ulive, Gotta y otros, el teatro se convierte en un espectáculo de grandes y medianas audiencias, abierto a la dramaturgia mundial, interpretado por gente de oficio, bien instruida, y nada superficial.

Juana Sujo funda en el Museo de Bellas Artes una escuela de arte escénico, bajo los auspicios de Bolívar Films, y lleva a escena su primera obra de aliento, en 1950, El indiferente, de Jean Cocteau, con la cual se revela ante la crítica como una actriz de alto vuelo. A poco, monta su propio tinglado, el Teatro Los Caobos, piedra miliar en la historia del teatro venezolano, y abre una temporada de una semana, en enero de 1954, con la obra Lecho nupcial, de Jan de Hartog, interpretada por ella y Esteban Herrera, bajo la dirección de George Stone, en el teatro Las Palmas, que es la primera sala comercial que opera en el este de Caracas.

Su último domicilio fue el situado en la urbanización La Florida, luego de casarse con Carlos Márquez, conocido galán de radio, teatro, cine y televisión.

Su última actuación fue en El quinto infierno, de Isaac Chocrón.

Cabe recordar que, además de actriz en las tablas y en el celuloide, y de promotora cultural, mantuvo una columna periodística, titulada “Teatro de ayer y de siempre” que apareció durante semanas en el diario El Nacional.

Por suerte, pudimos localizar, hace casi 50 años, durante la caminata habitual que hacíamos por el bulevar de Sabana Grande, el apartamento donde vivió Juana Sujo. Está situado en el edificio Acapulco, de cinco pisos, con balcones de cierta gracia, casi ahogados por las marquesinas deslumbrantes del hotel Lincoln Suite y la tienda de electrodomésticos González & Bolívar. Su fachada cochambrosa, de colores desvaídos, muestra un sólido portal de hierro que da a un vestíbulo con paredes revestidas de mármol, detalle que recuerda su esplendor de ayer.

Entramos y empezamos a subir. La penumbra de los pasillos no logra ser disipada por la luz que sale de algunos locales comerciales del segundo piso (una tienda de zapatos, un bazar, un consultorio dental, una academia de taqui-mecanografía e idiomas y hasta una escuela que anuncia cursos para barmen, mesoneros y anfitrionas de restaurantes y cabarets), locales que han reemplazado a los antiguos apartamentos familiares. Seguimos subiendo y tocamos a la puerta del apartamento número 8, donde imaginamos que nos debe estar esperando Juana Sujo. Parece ser verdad, pues al no más abrirse la puerta brota ante nuestros ojos un cartel como de bienvenida, que dice: “Estamos hechos de la madera de nuestros sueños”. En el recibo hay un viejo biombo tapizado con fotografías y, a un costado, una mesa con álbumes repletos de fotografías y recortes de prensa, donde se reseña a Juana Sujo en Buenos Aires, en Munich, en Roma, en Brasil, y se ve a Juana niña, Juana hada, Juana en una manifestación antiperonista en Buenos Aires. Recostados de una pared hay unos estantes sostenidos con ladrillos y atestados de libros hasta más no poder. No vemos algo que puede servir de comedor. Colgado de una pared hay una fotografía en blanco y negro de una joven que toca un violín. Es una hermana de Juana Sujo, la que murió al poco tiempo de llegar al país. Y cuelga también un óleo del famoso pintor brasileño Carybé (Heitor Julio Páride Bernabé, 1911-1997), quien mantuvo una estrecha y cálida amistad con Juana cuando ella ni pensaba siquiera venir a Venezuela.

Suponemos que el apartamento era visitado con frecuencia por muchos amigos, gente del teatro y de la farándula. De ese modo, el edificio Acapulco se convirtió en foco de creación y de festines, en el corazón de Sabana Grande, el núcleo de la bohemia caraqueña y su intelectualidad, siempre bulliciosa en los cafés al aire libre, las galerías de arte, las librerías y los bares y restaurantes.

Juana Sujo murió de cáncer, el 11 de junio de 1961, a las 10:45 pm, en la clínica Méndez Gimón.

Como es habitual en este país, por desgracia, no hay una placa en el edificio Acapulco de Sabana Grande donde pueda leerse “Aquí vivió Juana Sujo”.

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