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Argentina, del desastre en el fútbol al éxito en la cumbre

En una semana el país contrastó entre la caótica final de la Copa Libertadores y una segura cita del G-20

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Los pronósticos no se cumplieron. Hace una semana, en medio del escándalo que significó la suspensión de la Copa Libertadores, luego de que el autobús en el que se trasladaban los jugadores del Boca Juniors fue atacado por seguidores del River Plate, comenzaron a circular críticas sobre la vulnerabilidad de los operativos de seguridad en la ciudad. “Si no pudieron organizar una final de fútbol, cómo van a organizar una cumbre con los representantes de los países más importantes del mundo”, decían.

Tras los enfrentamientos e incidentes en la bochornosa final del fútbol, una semana después el gobierno de Mauricio Macri demostró habilidad para coordinar la cumbre del G-20, garantizando seguridad y orden en las vías.

Las calles que rodean el icónico Obelisco de Buenos Aires, así como la zona de Puerto Madero, Congreso y Recoleta, estuvieron fuertemente custodiadas. El tránsito fue interrumpiendo en algunas avenidas a medida que iban aterrizando las comitivas en los aeropuertos de Ezeiza y Aeroparque.

Uno de los primeros en llegar fue el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que estuvo de paseo el jueves en la mañana por varios puntos turísticos de la ciudad, junto con su esposa. La imagen del mandatario visitando sonriente una librería y la Catedral, contrasta con los enfrentamientos con bombas lacrimógenas incluso en el Arco de Triunfo en París. 

En cambio, las protestas convocadas para miércoles, jueves y viernes en Buenos Aires, contra el G-20, se desarrollaron pacíficamente. No hubo disturbios ni altercados. Quizás lo único llamativo de las manifestaciones fue la imagen de un muñeco inflable gigante, de más de dos metros, de un bebé en pañales con un celular en la mano y la cara de Donald Trump, que colocaron frente al Congreso.

Las reuniones del viernes culminaron con una elegante gala en el Teatro Colón, que se paseó por la enorme diversidad cultural argentina. Al terminar la función, el presidente Macri se levantó del asiento para aplaudir efusivamente, con lágrimas en el rostro, mientras el público celebraba al grito de “¡Argentina! ¡Argentina!”. El mandatario seguro lloraba de emoción por el lindo espectáculo y, quizás, por su éxito en la organización del foro de alto nivel más importante del planeta.

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