Las revoluciones que triunfan son las que, una vez que el fuego deja de agitarse, dejan las cosas distintas a como estaban. La historia del feminismo es un ejemplo, una lucha que avanza y conquista espacios y transforma. Otra es la pelea para que la orientación sexual deje de ser un factor que signifique algo.
La homosexualidad dejó de ser un tabú en muchos ámbitos. Pero hay uno en el que la elección sexual sigue importando: el fútbol profesional masculino.
El ambiente mayoritariamente machista y los propios miedos a ser discriminado suelen armar un cóctel negativo: ser gay es una condición que el jugador prefiere no hacer pública. Incluso ni entre sus compañeros. Sin embargo, hubo una vez un futbolista profesional que se animó a contarlo todo, y como consecuencia vivió una historia terrible.
Mucho tiempo atrás, cuando las puertas estaban todavía mucho más cerradas que hoy.
La Historia de Justin Fashanu: huérfano, pobre y negro
«Las experiencias de nuestra infancia son lo que nos hacen como somos; ser incomprendido y la falta de amor te hacen mucho daño», dijo alguna vez Justin Fashanu sobre su historia. El protagonista de Forbidden Games (Juegos prohibidos) refleja en el documental de Netflix una vida traumática, que se terminó a los 37 años de edad.
Nacido en 1961 en Hackney, un municipio ubicado al nordeste de Londres, Inglaterra, enfrentó el mundo desde el comienzo con tres características que lo condicionaron: era huérfano, pobre y negro, en una época y en un país donde el racismo era moneda corriente.
Pero fue otra cuestión la que más lo condicionó su historia: su sexualidad. Justin Fashanu es reconocido como el primer futbolista en haber declarado públicamente su homosexualidad.
Justin era hijo de un estudiante de derecho que se marchó a Nigeria y de una enfermera de la Guayana Británica. Cuando tenía 6 años de edad, luego de la separación de sus padres, él y su hermano menor, John, fueron a parar a un orfanato. Fueran adoptados por una familia inglesa de clase media, en el condado británico de Norfolk.
Fashanu sabía que el deporte podía ser su puerta de salida de la dura infancia que le había tocado. En primer lugar, apostó por el boxeo, actividad en la que se destacó con 14 años de edad. Pero en el mismo momento, un reclutador local lo convenció para que jugara al fútbol.
Su progresión fue supersónica: a los 17 años de edad ya era un delantero estrella de Norwich City. «Rápido, fuerte, valiente, buen cabeceador y goleador», lo describe en el documental John Bond, quien fue su entrenador en Norwich.
En 1980, Justin hizo historia, le convirtió un golazo a Liverpool, último campeón inglés, y ese tanto fue premiado como el mejor de la temporada. Todo su potencial y su participación en el seleccionado inglés sub 21 hicieron que Nottingham Forest, bicampeón europeo, pusiera sus ojos en él.
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Su momento de gloria y su abrupta caída
En 1981, Justin Fashanu entró en la historia como el primer jugador negro en ser transferido por un millón de libras: lo compró el equipo que era dirigido por Brian Clough, reconocido hasta el día de hoy como uno de los mejores entrenadores que haya tenido el Reino Unido.
Pero al joven de pasado tormentoso, el desafío le quedó grande. Su carrera entró en un declive indetenible. Comenzó a caer en excesos y a frecuentar pubs que molestaban a su entrenador. Pero no por lo que significaba ir a tomar algunas copas, sino por el tipo de lugares que elegía: frecuentaba bares gays. Paralelamente, su desempeño en la cancha empezó a bajar y eso significó su préstamo a Southampton.
Si bien en aquella época su elección sexual no era de público conocimiento, generaba cierta incomodidad entre los compañeros que tenía en los diferentes planteles por los que pasó. Estuvo tres temporadas en Notts County, luego pasó a Brighton & Hove Albion. Una grave lesión en su rodilla fue la excusa que utilizó el club para rescindirle su contrato. Durante seis años, Fashanu no encontró solución para su rodilla y su fama en el mundo del fútbol se iba apagando.
Mientras tanto, la figura de su hermano John empezaba a ganar espacio en el fútbol. «Le ofrecí 100 mil dólares a Justin para que no revelara ser gay», revela John en el documental. «Se convirtió en mi archienemigo; temía que la gente creyera que yo también era gay, pero jugaba en un equipo duro (Wimbledom FC), con imagen de machos fuertes y a la gente le gustaba eso de nosotros», explica sobre el abismo que se abrió entre ellos.
En 1988 Justin viajó a Los Ángeles, Estados Unidos, para buscar la recuperación de su lesión y alejarse de los problemas que tenía en su país. Tras estar un año fuera de Inglaterra, se distanció definitivamente de su hermano.
«Me defraudó porque yo creí en el amor de hermano, lo creí más comprensivo, más tolerante por todo lo que pasamos juntos de niños», contaba Justin en una entrevista con la televisión inglesa. Pero el hecho de que sus carreras seguían caminos distintos los alejó completamente.
Salir definitivamente del clóset
Un día de 1990, Justin hizo explotar una bomba que dejó perplejo al ambiente del fútbol y a toda la sociedad inglesa: «Estrella futbolística de 1 millón de libras: SOY GAY», titulaba en su tapa el diario sensacionalista The Sun.
En la entrevista, Justin también mencionaba a un miembro del parlamento, al que decía haber conocido en un bar gay y con el que había terminado una noche «en la cama de su piso de Londres». Fashanu, mal económicamente, había cobrado por esas palabras. Mientras, seguía jugando en clubes menores y se resistía a dar por terminada su carrera.
Hasta que Maryland Mania, en Estados Unidos, marcó el desenlace de su trayectoria como futbolista. Allí no jugó ni un minuto, pero se convirtió en entrenador y parecía que en esa faceta había encontrado un respiro, un poco de paz entre tanto desconcierto.
De todos modos, los últimos meses en Norteamérica se convirtieron en una pesadilla para Justin. Un nuevo giro en su vida apareció en marzo de 1998: un adolescente de 17 años de edad lo acusó de abuso sexual. La edad aceptada en Maryland para las relaciones sexuales era 16 años en esa época, pero todo acto homosexual era ilegal, por lo que Fashanu fue acusado de abusador.
Por miedo a ser capturado por las autoridades y para evitar que lo sometiera a un juicio, se escapó nuevamente hacia Inglaterra. Dos meses después de las acusaciones en su contra, el 2 de mayo de 1998 y a los 37 años de edad, su cuerpo fue hallado ahorcado en un garaje en Londres.
El ex jugador dejó una nota en la que insistía con su inocencia: decía que la relación con quien fue su denunciante había sido consensuada. «Me he dado cuenta de que ya he sido declarado culpable. No quiero dar más preocupaciones a mi familia y a mis amigos. Espero que el Jesús que amo me dé la bienvenida; al final en él encontraré la paz que nunca tuve», rezaba la carta.
Meses después de su suicidio, se demostró que no existía ninguna orden de detención para Fashanu y que la policía estadounidense había abandonado el caso por falta de pruebas. Era demasiado tarde.
Las huellas positivas que dejó su pérdida
Justin Fashanu nació el 19 de febrero de 1961: en esa jornada se celebra el Día Internacional contra la Homofobia en el Deporte. Además, este año, en el día en el que hubiese sido su cumpleaños número 59, ingresó en el salón de la fama con las grandes glorias del fútbol inglés.
Su sobrina Amal, la hija de su hermano John, que tenía nueve años de edad en el momento de su suicidio, recibió el reconocimiento en su nombre. Un premio que devuelve los méritos que tuvo durante su carrera como futbolista, algo que muchos no apreciaron debido al rechazo a su sexualidad.
En el documental, su hermano se muestra arrepentido de sus posturas en el pasado:
«Me siento triste al pensar que en la época no entendía todos los desafíos por los que mi hermano estaba pasando, un poco más de entendimiento y cariño podían haber cambiado muchas cosas», acepta. En la actualidad, él y su hija Amal, una presentadora en la televisión británica, se ocupan de la Fundación Justin Fashanu, que lucha contra la homofobia, el racismo y los problemas mentales en los futbolistas.
Campaña en la Premier para crear conciencia
La Premier Legue inglesa presenta cada año «Rainbow Laces», una campaña que comenzó en 2013 y que tiene como objetivo crear conciencia y apoyo para jugadores y fanáticos lesbianas, gays, bisexuales y transgénero. Ese día todos los deportistas utilizan botines con los cordones y cintas de capitán con los colores del «arco iris» que representan el orgullo gay.
También fue en el fútbol inglés donde hace unos años se conoció el caso de Liam Davis, que jugaba en Cleethorpes Town FC de la Premier League del norte (octava categoría inglesa) y que reveló ser gay. Incluso animó a sus colegas a que, si lo son, lo hagan público sin ningún tipo de temor.
Además, Davis fue la imagen de la campaña Equal Game (juego igualitario) que la UEFA presentó en el año 2017 y en la que promociona la inclusión y la diversidad, no solo a través de la orientación sexual. También alienta que el juego sea abierto y accesible para todos, que se respete la igualdad independientemente de la etnia, el género, la edad, la capacidad física y diferencias sociales.
Algunas estrellas del fútbol como la noruega Ada Hegerberg, Cristiano Ronaldo, Paul Pogba y Lionel Messi lideran la campaña Equal Game.
«Todos somos distintos, pero todos estamos unidos por una pasión común con un deporte que pertenece de verdad a todos y cada uno de nosotros. El fútbol es un juego universal abierto a todos, sin importar etnia, edad, sexo, orientación sexual o creencias religiosas», dijo entonces Messi. En algunos años, tal, vez, el legado de Fashanu le permita empezar a descansar en paz.
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