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La ex amante de El Chapo que huyó con él desnudo y testificó en su contra

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Lucero Guadalupe Sánchez tiene grabado a fuego el 17 de febrero de 2014. Esa madrugada huyó por un túnel oculto bajo una bañera, junto a su amante desnudo Joaquín «El Chapo» Guzmán.

Escapaban de un operativo de militares mexicanos y la agencia antidroga estadounidense DEA. El conducto tenía apenas metro y medio de alto, paredes de concreto. El agua subía por sus piernas, corriendo detrás de su amante.

¿Cuánto tiempo estuvieron allí?

«Ah, suficiente como para traumarme», dijo Sánchez como testigo cooperante de la fiscalía en el juicio a «El Chapo» en Nueva York este jueves.

Tiene 29 años y también está presa en EE UU, desde hace 18 meses. Ofreció su testimonio sin entusiasmo. Su voz denotaba cierta tristeza. Y en una pausa del juicio, llegó a llorar.

Pero su relato fue seguido con fascinación en la corte de Brooklyn, donde también estaba presente la esposa de Guzmán, Emma Coronel.

Sánchez habló de cómo ella misma ingresó al narcotráfico, comprando toneladas de marihuana para él. De su pasaje por la política, como diputada estatal de Sinaloa. De su relación con Guzmán y cómo descubrió una faceta tenebrosa del narco.

«A veces lo quería y a veces no, por sus actitudes que a veces tenía», dijo Sánchez con uniforme azul de presidiaria y un tic nervioso por el que pestañea sin control.

«10 kilos, amor»

La de «El Chapo» y Sánchez no es precisamente una historia de Bonnie & Clyde.

La testigo dijo que inició su vínculo romántico con Guzmán en febrero de 2011, a la edad de 21. El tenía 53 años y ya era un narco prófugo, con una fama creciente tras su primer escape carcelario.

Al principio se encontraban ocasionalmente, una vez al mes, en diferentes escondites a donde la llevaban hombres de confianza de «El Chapo», con los ojos tapados.

Sánchez es conocida popularmente en México como «Chapodiputada» | UNITED STATES ATTORNEY’S OFFICE

Luego comenzaron a verse más seguido.

«Fue ahí que me comencé a involucrar en el tráfico de marihuana», dijo. Corría octubre de 2011.

Explicó que Guzmán la envió a las sierras del Triángulo Dorado de México para que aprendiera de diferentes tipos de marihuana con los productores locales.

Y luego, agregó, le pidió que comenzara a comprarle para él: 400 paquetes de 10 kilos de marihuana, que completaban el máximo de carga del avión conducido por un piloto de Guzmán apodado «Cachimba».

«Bueno, bonito y barato», era la consigna que tenía para elegir el producto.

Agregó que se comunicaban «todos los días, a toda hora», ya sea por mensajes de texto o llamadas, cuando ella conseguía señal en lo alto de algún cerro. «Hablábamos de precios, de los tamaños de los paquetes».

El celular de Sánchez era un BlackBerry «arreglado» que le proporcionó Guzmán. Tal vez fuera uno de los teléfonos con que él vigilaba a sus amantes y allegados mediante un software espía.

De hecho, en el juicio se mostraron algunos de los mensajes de texto que «El Chapo» intercambió con Sánchez.

«Los paquetes no cupieron en el avión, quedaron 50 (kilos) atrás», le escribió ella una vez.

«¿Los empacaron bien? ¿Cuánto había en cada paquete?», preguntó él.

«10 kilos, amor», respondió ella.

«La mafia mata…»

Sánchez indicó que comenzó a sentirse incómoda con aquel trabajo.

«Le estaba mandando paquetes con semilla (de menor rendimiento) porque yo quería que él se molestara conmigo y me dijera: ‘Vente’. Pero no lo conseguí», dijo.

Pero a partir de entonces la tragedia marcó su vida y la de su entorno.

En enero de 2014, fue asesinado su exesposo al salir de su casa en Cosalá y su hermana murió en un ataque de su expareja en Culiacán.

Al mes siguiente ocurrió su fuga junto a Guzmán, un secretario de éste apodado «Cóndor» y una empleada de servicio en pijamas, cuando les avisaron una madrugada que llegaban los marines mexicanos.

Guzmán y Sánchez estaban en la cama. El saltó desnudo, activó un mecanismo hidráulico secreto para levantar la bañera y los cuatro huyeron por el túnel durante más de una hora, contó ella. «El Chapo» corría adelante. Fueron a parar a una suerte de río, recordó.

Pero Guzmán fue capturado pocos días después cuando estaba en un hotel de la ciudad de Mazatlán junto a su esposa Coronel y las pequeñas hijas mellizas de ambos.

Sánchez fue destituida como diputada en 2016, después que la Procuraduría General de la República mexicana la acusara de visitar a «El Chapo» en la cárcel de El Altiplano con una identidad falsa.

Según la fiscalía mexicana, Guzmán celebró la Navidad de 2014 con su esposa Coronel y pasó el Año Nuevo con Sánchez.

En julio de 2015, «El Chapo» se fugó por segunda vez de prisión utilizando un túnel de un kilómetro y medio de largo que llegaba hasta la ducha de su celda.

Guzmán volvió a caer preso en enero de 2016 y fue extraditado a EE UU un año después, para el juicio que enfrenta por conspiración para el narcotráfico. Hoy con 61 años, podría recibir hasta cadena perpetua.

Sánchez, por su parte, fue detenida en 2017 cuando intentaba ingresar a EE UU por San Diego, California, junto a sus dos hijos. En octubre pasado se declaró culpable de los delitos de conspiración para el tráfico de cocaína.

Aguarda una pena mínima de 10 años de prisión. Quizá consiga evitar la pena máxima de cadena perpetua gracias a la cooperación que ahora realiza en el juicio a su examante.

«Hasta el día de hoy estoy confundida», dijo en la corte refiriéndose a su vínculo con Guzmán. «Yo creía que era una relación de pareja».

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