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Capacidad realizadora

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Todo empeño alienta una esperanza. Ningún empeño, sin embargo, incluso los más inspiradores, está blindado contra el riesgo de la frustración. Inevitable pasearse por estas ideas cuando se observa algunos de los tropiezos de la oposición venezolana y sus efectos en una población todavía esperanzada.

La reciente puesta a la orden del cargo de procurador de la República por parte de José Ignacio Hernández ejemplifica lo que puede ocurrir cuando los desacuerdos y las consideraciones políticas secundarias frenan la acción profesional de un experto y la capacidad de manejar un problema con criterios legales y gerenciales. El voto salvado de algunos miembros de la Asamblea Legislativa sobre el monto máximo disponible para ejercer las acciones necesarias para salvaguardar los activos de la República anula la capacidad de acción de la persona o del equipo a los que le ha sido confiada esa misión.

En su comunicación a Juan Guaidó, Hernández observa que el retraso en contar con una decisión firme “obstaculizó la defensa del Estado, creó riesgos innecesarios en la protección de los activos y creó innecesarias ventajas a los abogados de los acreedores y del régimen de Nicolás Maduro”. Pensando en los principios, Hernández recuerda que “el cumplimiento de la misión exige reglas de gobernanza”, lo que no es otra cosa que la capacidad de tomar decisiones oportunas, de incurrir en costos y gastos inevitables, de actuar en cada caso con oportunidad y seguridad, aplicando la mejor información y la más alta maestría profesional disponible.

El esfuerzo para definir los grandes lineamientos del Plan País para mencionar otro ejemplo, se volvería poco menos que inútil si no viene acompañado de una efectiva capacidad de hacer, de precisar, de ejecutar. El criterio de los expertos, la búsqueda de consensos, la consulta con las comunidades, todo serviría de poco si quedase simplemente en un plan. Las mejores intenciones se convertirían en frustración si llegase a faltar capacidad realizadora y de gestión gerencial.

Venezuela tiene buenos ejemplos de la concurrencia de acertadas decisiones políticas con probada capacidad gerencial para llevarlas a cabo. Pdvsa, Sidor, Cantv son solo algunas de las empresas en las que confluyeron la decisión de eficacia con la conformación de equipos capaces de lograrla. Las decisiones institucionales tuvieron el respaldo de una capacidad gerencial probada y del conocimiento y la experiencia de profesionales conocedores del negocio hasta el detalle, guiados siempre por los principios de honestidad, eficiencia, transparencia y rendición de cuentas.

Pese a las dificultades, el país mantiene la esperanza en la capacidad política de los dirigentes que trazan propósitos para salir del estado actual. Cree, además, en el consenso político necesario y en el ejercicio de los debidos controles, pero paralelamente aspira a la concreción, a las realizaciones. La actual dirigencia democrática no puede esperar a ser gobierno porque ya está siendo juzgada. La gente entiende sus dificultades, pero quiere ver claridad, no pasos en falso. Las buenas intenciones terminan siendo realmente buenas cuando se realizan. Cuando no, terminan generando frustración. El buen capitán no es solo el que tiene claro el rumbo sino el que guía efectivamente la nave. El cumplimiento del mejor proyecto político depende de su buena gerencia, de la conformación de un equipo de trabajo preparado, confiable, eficaz.

La definición de metas impulsa, pero solo la capacidad de cumplirlas, de volverlas operativas, de perseguirlas con método y sistemas efectivos de trabajo las convierten en realidad. El país reclama por gente capaz de hacer, de resolver, con conocimiento y experiencia. Alguien toma las decisiones, pero hay necesidad de muchos para complementarlas e implementarlas, para la ejecución, para el detalle. Los mejores planos solo se convierten en obra en manos de buenos constructores.

La diferencia entre el logro y el fracaso puede ser que resida en la formulación de las metas, pero mucho más, y con más frecuencia, en la capacidad realizadora de aquellos llamados a alcanzarlas.

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