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El pequeño país de Europa donde el transporte público será gratis

A partir de marzo de 2020, los viajeros no tendrán que pagar por usar el transporte público de Luxemburgo

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Luxemburgo es tan pequeño que uno puede recorrer todo el país en dos horas.

Pero la capital, del mismo nombre, está tan congestionada que uno también puede perder dos horas en el tráfico.

A fines de 2018, Luxemburgo anunció que a partir del 1 de marzo de 2020 el transporte público será gratuito.

No se cobrará nada por el uso de los trenes, tranvías ni autobuses que atraviesan el pequeño paraíso fiscal situado entre Alemania, Francia y Bélgica.

La medida beneficiará a los 602.000 residentes del Gran Ducado y a los 175.000 trabajadores transfronterizos, así como a alrededor de los 1,2 millones de turistas anuales.

Pero, ¿qué hay detrás de este proyecto y qué logrará?

¿Congestión o desigualdad?

Hoy en día, Luxemburgo tiene el mayor número de vehículos privados por habitante y por trabajadores transfronterizos no residentes en la Unión Europea.

Más del 60% de los pasajeros usan sus automóviles para ir a trabajar, mientras que solo el 19% usa el transporte público.

El transporte en Luxemburgo ya está fuertemente subsidiado

Sin embargo, reducir la congestión y mejorar el medio ambiente no son las principales razones detrás de la iniciativa de transporte público gratuito, según el ministro de Movilidad y Obras públicas, François Bausch.

«Es principalmente una medida social», dice. «El objetivo es detener la creciente brecha entre ricos y pobres. Para las personas con bajos salarios, los gastos de transporte son importantes. Por lo tanto, es más fácil que sea gratis para todos».

Luxemburgo tiene el salario promedio anual más alto de todos los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que reúne a los más industrializados del mundo.

Pero la pobreza está aumentando: 10% más pobre vive con un promedio de 1.144 dólares por mes, según la oficina de estadísticas de Luxemburgo.

El 13% de los trabajadores y casi 10% de los jubilados están en riesgo de pobreza.

«Idea increíble»

«El transporte gratuito es una idea increíble», dice M’Barek Rabii. Divorciado y con un hijo de 12 años, gana el salario mínimo legal.

De su salario mensual de US$2.000 después de impuestos, gasta alrededor de 1.016 en alquiler de dólares y 56 dólares en transporte público cada mes.

Los empleados del sector del transporte temen que la gratuidad del servicio implique recortar puestos de trabajo

«Junto con el aumento del salario mínimo, (la gratuidad del transporte) ayudará a las personas con bajos ingresos como yo a llegar a fin de mes», opina.

Sin embargo, persuadir a los conductores de automóviles para que viajen en trenes y autobuses gratuitos puede ser difícil, dado que muchos consideran que el sistema de transporte público es poco conveniente.

Fátima Braga limpia casas durante el día y oficinas por la noche, por el salario mínimo.

«El transporte gratuito me ayudaría a ahorrar mucho dinero en gastos de automóvil», dice ella. «Sin embargo, pasaría al menos 1,5 horas todos los días en el autobús en lugar de 50 minutos en automóvil».

El gobierno planea invertir 2.485 millones de dólares en infraestructura de transporte para 2023.

Su nueva estrategia de movilidad, Modu 2.0, contempla una red pública que transportará a 20% más de personas para 2025 y reducirá la congestión en hora punta.

¿Trato justo?

La propuesta suena cara. Sin embargo, el transporte público ya está fuertemente subsidiado en Luxemburgo y muchas personas ya viajan gratis: menores de 20 años, estudiantes menores de 30 años y personas con un ingreso mínimo, por ejemplo.

60% de las personas en Luxemburgo usa autos propios para transportarse

Los 46 millones de dólares anuales que se recaudan por las tarifas de los pasajes cubren menos del 10% de los costos operativos de la red, que ascienden a US$554 millones.

Críticas

Pero el economista Michel-Edouard Ruben cree que «el transporte gratuito es una idea falsa y de moda», dice.

Ruben cree que sería mejor gastar el dinero en subsidios de renta o vivienda social.

Dunkerque, Francia, también puso en marcha un plan de transporte gratuito en buses, desde septiembre de 2018

Constance Carr, investigadora postdoctoral de la Universidad de Luxemburgo, sostiene que la vivienda de alto precio es el problema social clave, y dice que los costos crecientes están empujando a las personas a mudarse fuera de la ciudad, a las zonas fronterizas.

Los sindicatos de transporte nacional se oponen al plan. «Hacer que el transporte sea gratuito podría llevar a un aumento en el vandalismo», dijo Mylène Bianchy, presidenta del sindicato ferroviario Syprolux. «La gente lo apreciaría menos».

Los gremios también temen que el proyecto provoque recortes de personal. Pero Bausch dice que nadie será despedido y que los trabajadores serán reubicados en otros puestos.

¿Funcionará?

Luxemburgo no es la primera nación en intentar esto: la capital de Estonia, Tallin, inauguró el transporte público gratuito en enero de 2013 para combatir la congestión y ayudar a las personas de bajos ingresos.

La ciudad francesa de Dunkerque también introdujo autobuses gratuitos en septiembre de 2018 para sus 200.000 residentes.

El transporte en Tallin, la capital de Estonia, es gratuito desde enero de 2013

Un mes después, el alcalde de Dunkerque, Patrice Vergriete, dijo que el número de pasajeros había aumentado en 50% en algunas rutas y hasta 85% en otras, y que la gente parecía apreciar el servicio de autobuses más que cuando lo pagaban.

En Tallin, el número de pasajeros aumentó 3% en el centro de la ciudad y más del 10% en un distrito de alto desempleo.

Un informe posterior descubrió que se generaron más viajes, pero no hubo indicios de que «las oportunidades de empleo mejoraran como resultado de esta política».

Por ahora, el cambio en el transporte no está realmente dominando la conversación en Luxemburgo.

Pocos parecen dispuestos a abandonar sus autos por un viaje gratuito.

«Se necesita educación para superar esta adicción», dice Carr. «Pero las políticas dirigidas a reducir el uso de automóviles siguen siendo impopulares y un tabú político».

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