Greta Thunberg, estudiante sueca de 16 años de edad, se convirtió en medio año con su huelga escolar semanal frente al Parlamento de su país en referente de un movimiento juvenil mundial para exigir a los gobiernos medidas contra el cambio climático.
«No lo veo como que haya empezado nada, simplemente he mostrado un método para que se escuche mi voz y que luego otros han copiado», declaraba Thunberg esta semana al diario sueco Dagens Nyheter.
Todo empezó el pasado 20 de agosto, cuando Thunberg se sentó sola por primera vez delante del Parlamento sueco para iniciar una huelga diaria hasta que el gobierno cumpliese con el compromiso de recorte de emisiones del Acuerdo de París contra el cambio climático.
Tras las elecciones legislativas suecas del 9 de septiembre y para evitar que la iniciativa perjudicase su rendimiento escolar, Thunberg pasó a hacer huelga solo los viernes, y a atraer la atención de jóvenes suecos y de otros países con una campaña en la que las redes sociales han jugado un papel determinante.
La ola expansiva culminó este viernes con una huelga escolar mundial y manifestaciones convocadas por el movimiento «Jóvenes por el Clima» en más de un centenar de países.
A la vez que el movimiento ha ido creciendo, la adolescente sueca se ha convertido en un fenómeno mediático y en la activista favorita del poder político y económico: ha sido invitada estrella en la Cumbre del Clima de la ONU en Polonia, en el Foro de Davos, en Bruselas y en el Palacio del Elíseo de París.
Elegida mujer del año en Suecia por el tabloide «Expressen» y una de las personas más influyentes del mundo por la revista «Time», Thunberg hasta ha sido nominada esta semana al Nobel de la Paz por tres diputados noruegos socialistas.
Hija del actor Svante Thunberg y la mezzosoprano Malena Ernman -muy popular en Suecia, a la que representó en Eurovisión en 2009-, Greta y su hermana pequeña Beata pasaron su infancia viajando de un país a otro por los compromisos laborales de su madre.
Cuando tenía 11 años, Greta empezó a interesarse por los efectos del cambio climático y ello le provocó una crisis personal que acabó extendiéndose a toda la familia. Además tanto a ella como a su hermana les diagnosticaron entonces el síndrome de Asperger y otros trastornos menores, una condición que ella misma confesó en su cuenta de Twitter.
«Padecer este mal hace que vea el mundo de otra forma, o blanco o negro, y la cuestión del clima es una de ellas», explicaba la joven en una entrevista hace dos meses al canal público sueco SVT.
Presionada por las hijas, la familia acabó superando la crisis con un cambio significativo en su modo de vida y un compromiso colectivo de lucha contra el cambio climático, según confiesa en el libro «Scener ur hjärtat» (Escenas desde el corazón), escrito conjuntamente por sus cuatro miembros a modo de terapia.
El cambio ha implicado dejar de viajar en avión, lo que ha tenido consecuencias en la carrera artística de Ernman, seguir una dieta vegana o limitar el consumo familiar.
Ernman se convirtió en una polemista activa en medios suecos y redes sociales, y Greta siguió su ejemplo con un artículo publicado en mayo debutando en el diario conservador «Svenska Dagbladet», tres meses antes de comenzar su huelga ante el Parlamento.
«Es mi responsabilidad moral, los políticos deben anteponer la ecología a la economía», decía al inicio de una protesta que también ha generado críticas por invitar al absentismo escolar.
Que el libro sobre la crisis de los Thunberg saliera publicado un par de días después de que Greta comenzase las movilizaciones ha levantado suspicacias, aunque la familia desliga los dos hechos y asegura que los ingresos por venta van destinados a una organización benéfica.
Greta Thunberg también se ha visto envuelta en otro episodio polémico: el activista sueco Ingmar Rentzhog la invitó a formar parte de la directiva de su fundación sobre temas climáticos, pero usó sin su permiso su nombre para atraer inversores, lo que provocó que la joven acabara abandonándola.
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