Apóyanos

Claudio Caniggia y Sofía Bonelli posan juntos por primera vez

    • X
    • Facebook
    • Whatsapp
    • Telegram
    • Linkedin
    • Email
  • X
  • Facebook
  • Whatsapp
  • Telegram
  • Linkedin
  • Email

Sofía Bonelli tiene 26 años de edad, la mitad que Claudio Caniggia. No había nacido cuando el «Hijo del Viento» hizo el gol que eliminó a Brasil del Mundial de Italia 90. Pero conoce su leyenda.

Meses antes de terminar la secundaria se mudó a un departamento que le cedieron sus padres en el Hotel Faena.

Más tarde se graduó como técnica en Comunicación Social en la UCES y a través de una pasantía comenzó su carrera como periodista en el grupo Clarín. Cubrió Espectáculos, tuvo un breve paso por Deportes y, finalmente, se especializó en moda.

Tuvo una experiencia en radio, en FM Latina, y también fue panelista en CN23. En eso estaba cuando conoció al «Pájaro», su prometido.

Contacto en el Hotel Faena

La entrevista sucede en el Hotel Faena, junto a la pileta.

«Lo conocí hace tres años, acá, en el gimnasio. Nos presentó mi personal trainer. En esa época yo estaba de novia con otro jugador de fútbol, de un club de primera. Durante un tiempo nos seguimos cruzando en el edificio, ‘hola’ y ‘chau’, nada más. Después me mandó un mensaje, ni siquiera supe cómo consiguió mi número, yo ya estaba sola: ‘Te quería invitar a tomar algo. Soy CLAUDIO PAUL’ (así, en mayúsculas).

Parecía un chico. Yo pensé que era una broma y no respondí. Hasta que un día nos sentamos a tomar algo en el bar del edificio. Hablaba sin parar, evidentemente necesitaba que lo escucharan. Estaba pasando por un momento difícil de su vida, estaba completamente solo. Me contó que no hacía absolutamente nada, que estaba mal. Así nos fuimos uniendo. Y hace siete meses que está viviendo en mi casa».

-¿Cuándo empezaron a salir?

-En febrero.

-¿Hubo una salida o un hecho puntual que marcó el principio del noviazgo?

-No, fue todo muy raro. Como no podíamos salir, al único lugar que íbamos era al VIP de un restaurante de sushi, acá en Puerto Madero. Fue todo lo opuesto a una relación normal: en vez de salir a conocernos era «ok, yo te cocino, nos quedamos en casa». Empezamos a convivir casi antes de salir. Él quería eso, quería quedarse.

-¿Desde febrero está instalado en tu departamento?

-Sí, tengo una montaña de ropa de los años 90, pantalones y camisas de Versace, por toda mi casa. Igual, pronto nos vamos a mudar. Ya estuve viendo departamentos. Lo nuestro fue tan intenso que siento que hace catorce años que estamos juntos.

Elegí un piso altísimo, con vista al río: desde el living podés ver Colonia. Lo único que puede demorar la mudanza son algunas propuestas laborales que tiene Claudio en el exterior. Pero sí, vamos a full, él está muy decidido.

-¿Cómo es Claudio en la convivencia?

-Al principio fue complicado. Imaginate, yo siempre viví sola y él hace diez años que no convive. Ellos (por Claudio y Mariana Nannis) vivían en el mismo lugar, pero tenían dos habitaciones separadas, dormía cada uno por su lado y no se miraban, ni se veían. Yo me fui adaptando y enseguida nos entendimos.

Claudio necesitaba estar con alguien, compartir sus problemas y sentirse apoyado. Al principio tenía que levantarlo de la cama porque no estaba bien de la espalda, no quería entrenar, estaba muy bajoneado.

No le encontraba el rumbo a su carrera, no sabía por dónde ir, y tenía todo ese lío con la ex que lo bajoneaba mucho. Yo lo tuve que sacar de ahí. Conmigo volvió a entrenar, recuperó su peso, porque estaba muy flaco, no tenía hambre, comía poco. Ahora está bárbaro.

-¿Es demostrativo con sus sentimientos?

-Es lo más bueno, tierno y romántico. Y muy atento. Todo esto que pasó lo angustió mucho. «Yo tuve quilombos toda mi vida. Estoy angustiado por vos», me decía. Me trata como a una reina, me cuida.

Nos vamos a comprometer con una ceremonia maya, un ritual sagrado que tiene música, voy a llevar una corona de flores, vamos a estar descalzos en la arena. Muy espiritual y romántico.

Su vecina Mariana Nannis

Dos veces se vieron las caras Sofía Bonelli y Mariana Nannis. Siempre dentro del Faena Hotel, donde son vecinas. El primer encuentro fue en el hall del edificio, frente a los ascensores.

Cuenta Sofía Bonelli: «Estaba con mi prima, esperábamos el ascensor, cuando apareció Mariana. Nos miró y dijo: ‘Está lleno de trolas acá’. Y siguió de largo. Imaginate que en esa época yo ni siquiera lo conocía a Claudio. ‘Se habrá confundido’, pensé. Pero evidentemente estaba perseguida», arriesga.

-La reconociste, sabías quién era.

-Sí, claro. Yo no viví la época en que decía que se bañaba con champagne, me contó mamá. Pero me caía bien, la veía como alguien diferente. Me divierten esos personajes bizarros, como Jacobo Winograd. Pero después la sufrí en carne propia, porque es muy violenta. Se disparó todo cuando él quiso blanquear nuestra relación.

-¿Por qué, si Claudio y vos estaban solos, vivieron su noviazgo «a escondidas» entre febrero a agosto?

-Hacíamos todo a escondidas. No salíamos. Ellos (por Claudio y Mariana) se separaron, decidieron que cada uno podía rehacer su vida, hace dos años y medio. No hicieron pública su separación por sus hijos. Pero los chicos saben todo porque hace muchísimo que no hacen vida de familia: Claudio pasó la última Navidad sólo con su hijo mayor, Axel. Los chicos sabían que el papá estaba solo, que salía.

-¿Claudio nunca les presentó una novia?

-Jamás. Tampoco les habló de una chica, nada. Ellos tampoco permiten que el padre tenga una relación. Salvo Axel, que habla con Claudio todos los días, y siempre le dijo: «Papá, vos tenés que conseguirte una novia».

A Charlotte y Alexander apenas los conozco, me los cruzaba acá, pero nunca fuimos amigos. Con Charlotte nos hemos visto en el ascensor y siempre me tiró buena onda. «Te cambiaste el color de pelo, qué lindo te queda», cosas así.

-Imagino que todo cambió cuando se enteró, en televisión según contó ella, que vos salías con su padre.

-Si no se enteró antes es porque ella no lo quería ver. Hay un efecto reality show en la familia: en vez de solucionar sus conflictos en casa, muchos hacen catarsis cuando se prende una cámara.

Charlotte me trató de «gato» en el programa de Tinelli. Y eso sí me molestó, es muy injusto, porque ellos saben que Claudio vive en mi casa. Yo no me estoy aprovechando de nadie. Al principio yo no quería saber nada, pero después me di cuenta de que estaba enganchada y dije: «Bueno, ¿por qué no?».

-¿Te asustó la diferencia de edad?

-No, tuve otra pareja grande. Además, cuando lo conocí, no sabía cuántos años tenía. Si parece un chico de 30. ¡Un pibe!

-Pero debe tener prácticamente la edad de tu padre. A propósito, ¿ellos lo conocen?

-Sí, un domingo hice la presentación oficial en casa de mis padres, en Nordelta. Papá, que trabaja en bienes raíces, es algunos años mayor que Claudio. Apenas se pusieron a hablar y parecían que se conocían de toda la vida. ¿Qué me dijeron mis viejos? Ellos me ven muy bien con Claudio, y para ellos lo importante es que yo sea feliz. No les importa la televisión. Mamá no lee nada, casi no mira tele.

La madre de Sofía Bonelli no prendió la tele la noche en que Mariana Nannis se sentó en el living de Susana Giménez para contar «su verdad».

Fue el 25 de agosto por la noche, en el primetime de Telefe. Dijo que había viajado al país para rescatar a su marido de las garras de una «prostituta y drogadicta». Se refería a su vecina, Sofía Bonelli.

Con Claudio Paul Caniggia no fue más benévola: lo trató de drogadicto y golpeador. Unos días después, a través de su cuenta de Instagram, le imputó el delito de «trata de blancas». Cuenta Sofía Bonelli: «Fernando Burlando estaba al tanto: unas semana antes de que se emitiera el programa le mandamos una carta documento a la producción, otra al canal y otra al abogado de Mariana. Era una carta documento para protegernos, por decirlo de alguna manera».

-A la luz de los hechos, no parece haber resultado efectivo ese recurso.

-Nosotros, a través del camino legal, hicimos todo lo posible. No volvió al Faena: durante su estadía en Buenos Aires paró en el hotel Alvear, pero cuando la quisimos notificar, se fue a vivir a un domicilio desconocido. Después la encontró un camarógrafo en la calle y decidió irse del país.

Evidentemente, no quería ser vista ni notificada. Yo no creo que vuelva, porque cuando pise Ezeiza va a ser notificada de una denuncia que le hice por hostigamiento. Y ojo, porque el delito de hostigamiento tiene condena de hasta seis años de prisión. También la denuncié por calumnias e injurias. Creo que nunca te va a gustar la nueva pareja de tu ex, es una ley mundial, pero se le fue de las manos. Yo creo que no va a volver. Está encerrada en la famosa casa de Marbella.

-¿Por qué nunca saliste a responderle?

-No quiero meterme en el juego, siento que haría más grande todo, le daría mayor trascendencia a esto. Además, tampoco entiendo el peso que le dan a su palabra. Lo que dijo en el programa de Susana, cómo habló de mí. No entiendo cómo nadie la frenó. Si era un hombre el que hablaba así de una mujer, seguramente lo destrozaban. Además, sin pruebas, porque no van a encontrar nada que respalde lo que dijo.

-¿Te la volviste a cruzar desde que estás con Claudio?

-Nunca. Cuando estuvo en Buenos Aires, que coincidimos, yo pensé: «Bueno, ahora se viene la hecatombe». Pero por acá (el Faena) ni apareció. Al contrario, se escondió.

Detrás de la escena

Claudio fuma. Dice que descubrió el cigarrillo a los 18 y fumó durante toda su carrera, que era algo normal en las concentraciones europeas.

Llegó a nuestra locación, donde sucede esta producción fotográfica, en Beccar, norte del Gran Buenos Aires, al volante de una Maserati Levante de doscientos mil dólares. Vino a buscar a su novia, aunque todavía le quedan por hacer algunas tomas.

Le ofrecemos acompañarla en alguna imagen, dice que lo va a pensar. Ya aclaró, a través de mensajes de textos, a distintos periodistas, «nunca le pegué a una mujer ni me drogo». Hablamos, off the record, de todo lo que está sucediendo a su alrededor.

Está contento porque logró recomponer su relación con Charlotte y, al mismo tiempo, muy dolido con Alexander, que se hizo eco de algunas denuncias que lanzó su madre.

Quiere encauzar su carrera, disfrutar del cariño de la gente y gozar los beneficios de ser una leyenda del fútbol sin tener que responder, a cada paso, las acusaciones más espantosas.

Todavía no sabemos si el «Pájaro» se va a dejar fotografiar junto a su novia. Jamás, nunca en su vida, posó con otra pareja que no fuera Mariana Nannis. «Que haya venido a la producción ya significa mucho. Marcelo Tinelli lo llama cada vez que va a bailar la hija y él nunca fue al piso de ShowMatch», destaca Sofía.

Después del segundo café, «corto y fuerte», acepta la propuesta: «Bueno, pero hacemos una sola foto. No quiero estar parado. Tratemos de que la imagen tenga mi estilo, que sea más rocanrol», sugiere.

El resultado es la imagen que llevamos en tapa. Es su manera de gritar públicamente su amor por Sofía Bonelli  y, al mismo tiempo, demostrarle su agradecimiento por cómo sobrellevó el huracán mediático que no logró separarlos.

Compromiso en Tulum

En este romance ATR (la sigla de A Todo Ritmo, que se usa hoy para referir a vértigo), donde la convivencia llegó antes que el noviazgo, es inminente el compromiso. Tiene que suceder, según lo planeado, en los próximos días.

-¿Hubo una propuesta formal para este compromiso?

-Sí, al estilo Caniggia. Me invitó a ver la Fórmula Uno a México. «¿Querés que después vayamos a Tulum?», me preguntó. Yo le dije que sí, conozco el lugar y es el paraíso. Entonces me propuso:

«Estaría bueno hacer algo en la playa, un poco de rocanrol», con esas palabras. «¿Y qué es algo de roncanrol?», le pregunté. Me contestó: «¿Te gustaría que nos comprometamos en Tulum? Yo organizo todo». Y le dije que sí. Pero le aclaré que si ese día nos levantamos sin ganas, no hacemos nada. Porque yo soy como él, nosotros no hacemos nada por obligación. A partir de ahí, se fue incentivando solo: eligió su look, de playa y con sombrero, tiene reservadas las alianzas en una tienda de allá. Porque la ceremonia es con intercambio de alianzas. Estuvo preparándose: fue al dermatólogo, al peluquero.

Cuando estuve en Tulum, todavía no conocía a Claudio, me enamoré de un vestido blanco, pero no lo compré. Pero ya averigüé y, como seguía en venta, lo reservé: ¡va a ser el que voy a usar en nuestro compromiso! Es una ceremonia maya, un ritual sagrado con música, voy a llevar una corona de flores, vamos a estar descalzos, no podemos llevar celulares.

-Se supone que el compromiso antecede al matrimonio, pero Claudio está legalmente casado. ¿Ya inició el trámite de divorcio?

-Sí, lo empezó hace un par de meses. Ya está presentado. Como hoy el divorcio es unilateral, no pueden surgir imprevistos. Y ya me dijo: «Cuando salga el divorcio, nos casamos legalmente en Buenos Aires o en Henderson». Queremos hacerlo en Henderson, él siente que le debe algo al pueblo donde creció. Se fue de muy chico y volvió una sola vez para el entierro de la madre.

-¿Conocés Henderson?

-No. Yo quiero ir todos los fines de semana porque me escribe mucha gente de allá a través de las redes sociales. Me escriben sus primas. Lo más probable es que nos casemos este año. El divorcio no tarda nada, lo que demora es la separación de bienes.

-A la velocidad que van, seguramente hablaron de la posibilidad de tener hijos.

-Él quiere, me lo dice, tiene ganas de que tengamos hijos. Pero más adelante, yo ni lo pienso, quiero disfrutar más, viajar. El tema lo saca él, le gusta decirme esas cosas. Dice Sofía Bonelli.

El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!

Apoya a El Nacional