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Del entusiasmo al compromiso

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Dos encuentros recientes de venezolanos en el exterior alientan la percepción de que estamos pasando de la preocupación al optimismo y de la esperanza al compromiso. Si la reunión de más de 500 personas convocadas por la Unimet en Madrid mostró la experiencia positiva de 4 emprendedores venezolanos y la vitalidad de una comunidad optimista que no ha dejado de pensar en el país y de fortalecerse para participar en su reconstrucción, las reuniones sostenidas por profesores universitarios en el exilio están sirviendo para trazar líneas de acción para una auténtica renovación universitaria.

En ambos casos se hace evidente una conciencia de los cambios, de los que están ocurriendo en el mundo, de los que marcarán el futuro de la sociedad, cambios a los cuales tiene que atender Venezuela si la voluntad es salir de la condición actual e insertarse en la línea de los ganadores. Son los cambios que anuncia, entre otros pensadores, el británico Paul Collier cuando advierte sobre la brecha que se expande entre los países, entre los centros y las periferias, los actualizados y los rezagados, los protagonistas y los olvidados, brechas todas determinadas fundamentalmente por el acceso al conocimiento y a la tecnología.

La urgencia de esta actualización es recogida por el equipo de trabajo conformado para estudiar las perspectivas del sector universitario dentro del Plan País. En un primer documento, a modo de borrador, sugieren pensar en un proceso de transformación que tenga presentes algunas consideraciones básicas, entre ellas que la restauración del sistema de educación superior en Venezuela no puede dejar de considerar el crecimiento exponencial del conocimiento y los cambios generados por la masiva incorporación de las nuevas tecnologías de información y procesamiento. Los cambios que operan en el mercado de trabajo en el mundo contemporáneo, opinan, “obligan a pensar en el desarrollo de distintas competencias que permitan a los egresados universitarios enfrentar los retos que supone un mundo cambiante y lleno de incertidumbre, donde el aprender a aprender en forma continua y a lo largo de la vida será una constante para afrontar un futuro incierto”.

Entre los cambios con los que es preciso contar está también, señala igualmente el documento, el de las proyecciones mundiales en el campo de la generación energética y sus efectos para una economía como la venezolana, marcada por la dependencia del petróleo. Pensar en este condicionante impone repensar el tema de la gratuidad en la educación superior y de las relaciones entre universidad, empresa y Estado.

En una sociedad de responsabilidades compartidas, la educación superior no puede ser un problema solo del Estado. Lograr un presupuesto equilibrado, sostenible y no dependiente del Estado requiere una participación de la sociedad, de la comunidad universitaria, de la familia, de los egresados, de la empresa privada, de los actores económicos. No se trata de liberar al Estado de esa responsabilidad, pero tampoco de desviar esa responsabilidad al Estado o de atribuírsela en solitario. Revisar la posición de la sociedad respecto de la educación universitaria es una forma de destacar la importancia de su participación en libertad para la definición y la construcción del país posible y deseable.

Los cambios, está claro, no se darán desde fuera. Las nuevas tecnologías marcan el futuro de la universidad y de la sociedad, pero abordarlos compromete a todos, muy especialmente a aquellos cuya experiencia de vida les está haciendo palpable las posibilidades, los retos, las oportunidades y la dimensión de la cuarta revolución tecnológica, de influencia definitiva en la educación, la investigación, la docencia, la conciencia misma de una nueva educación y de una nueva universidad.

Alienta saber que estamos pasando del escepticismo a la preocupación realista por la formación de los más jóvenes, por el desarrollo de su capacidad de emprendimiento y de innovación. Y anima constatar que para esta tarea comienzan a confluir las preocupaciones y los esfuerzos de la academia y de los sectores productivos.

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