Un escarabajo de caparazón embellecido con bisutería sirve a enamorados para llevar en sus alhajeros el mayor símbolo del amor imposible de la princesa maya Cuzán y el plebeyo Chalpol, una popular leyenda maya del estado mexicano de Yucatán.
Considerado como una joya viviente, este popular coleóptero llamado Maquech puede ser comprado por unos 350 pesos mexicanos (unos 18,4 dólares) en comercios en Mérida, la capital de Yucatán, a donde lo llevan los cazadores de las zonas cercanas.
La leyenda dice que Cuzán estaba comprometida con el príncipe Ek Chapat, pero finalmente se enamoró de un joven sin linaje llamado Chalpol y al ser descubiertos por su padre, este mandó a matar al amante. Ante las súplicas de la princesa, un chamán convirtió a Chalpol en un insecto y se lo obsequió a Cuzán, quien enamorada decidió decorar su caparazón con finas joyas y una cadena de oro para usarlo como prendedor en un lugar muy cercano a su corazón.
Así, el Maquech ha sido considerado por los mayas como un prendedor viviente que las doncellas colocan en su blusas; los varones en sus camisas para llamar la atención. Otros deciden tenerlo como recuerdo o símbolo del cuento maya del amor en sus alhajeros, donde tiene una vida promedio de cuatro años, siempre que tenga madera para comer.
La creencia dice que se debe usar del lado del corazón, algo que llama la atención del turismo y por ello deciden llevarlo como recuerdo y como un tipo de joya maya viviente. Esta vieja historia contada de generación en generación ha sido para algunas comunidades medio de subsistencia al dedicarse a cazar a los coleópteros para adornarlos y ofrecerlos a turistas y personas que gustan de los prendedores vivientes.
En los montes de la comunidad maya de Huhí (se pronuncia Jují) recolectan el Maquech habitantes como Mariano Pacheco, quien lleva unos años dedicado a buscar, decorar y vender este escarabajo al que alimenta con la madera de los troncos. «Ahorita llevo 14 años que trabajo este animal, así mantengo a la familia, porque no hay trabajo y me dediqué a este trabajo que tengo ahora», dijo Pacheco, residente de Hují, unos 60 kilómetros al suroeste de Mérida.
Mariano relató a Efe que sale muy temprano de su casa para dirigirse a los montes a buscar al Maquech, un animal que se esconde cuando hay sol o lluvia. Al atraparlo lo decora para llevarlo a vender a las tiendas de artesanías de la capital. «Yo me quito (salgo) aquí en mi casa a las 6:00 am, llego a una hora y media a donde voy y empiezo. Cuando diga a las 9 o 10 horas, ya no hay Maquech, ya se guardaron (escondieron) todos, los que alcanzaste ver eso vas a ver si no ya estuvo», dijo.
El Maquech es un símbolo de la cultura maya y su historia, la de Cuzán y Chalpol, se comparte de boca en boca en los mercados de artesanías donde el turista entusiasmado puede pagar hasta los 350 pesos. El extranjero no puede llevarlo porque no está permitido pasarlo por las aduanas. «Más que nada porque es algo vivo, natural, y también impresiona la decoración. Es algo tradicional de aquí porque a Yucatán lo conocen mucho por el Maquech y lo busca la gente porque le encanta tener algo diferente», señaló a Efe el comerciante Víctor Jesús Puc.
En pleno siglo XXI, el insecto se vende ahora en los sitios de mayor atracción turística y en centros de artesanías de Mérida. Aunque hay voces que hablan de un posible maltrato animal, por el pegamento y las piedras en el caparazón, no existe una ley de protección al Maquech. Este coleóptero tiene como rasgos físicos el hecho de que no vuela, que tiene la coraza dura y que sus alas están pegadas al cuerpo, además de que llegar a vivir hasta 4 años según el manejo que se le dé.
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