Lo vimos desde la mañana del 30 de abril declarando en televisión y hasta montado en un camión lanzando arengas a un puñado de seguidores. Fue prácticamente el único vocero de la dictadura en manifestarse mientras el país se preguntaba dónde estaba el dictador. Casual o no, lo cierto es que su actitud ese día contrasta con la que tuvo el 11 de abril de 2002, una fecha en la que no solamente se escondió, sino que hay quienes dicen que hasta el pelo se pintó. Hablamos de Diosdado Cabello, el hombre que “salvó” a Maduro de la conspiración de Padrino, Hernández Dala y Maikel Moreno y que cobró por sus favores.
Bien lo dice la expresión: “quien gana, cobra”, no sabemos sí se trata de un triunfo verdadero pero los hechos nos muestran que una de las transacciones logradas por Cabello fue la recuperación del Sebin, organismo que había perdido cuando su ficha de confianza, Gustavo González López, fue echado de la institución con acusaciones de traición. Hasta se había comentado en redes sociales que estaba preso. Lo cierto es que tras la “gesta heroica” de Cabello, vuelve a controlar la policía política y eso se vio reflejado inmediatamente en el aumento de las detenciones arbitrarias y allanamientos en contra de los sectores democráticos.
Pero al parecer hay alguien que no está muy contento con la idea de que Diosdado vuelva a acumular poder y decidió echarle la partida para atrás. La liberación del comisario Iván Simonovis o la “fuga”, depende como usted lo vea, es un fuerte golpe al teniente Cabello, quien le había prometido a Maduro control total en el Sebin. Pero hay gente a la que al parecer no le agrada la idea de que sea el hijo “ilustre” de El Furrial quien desde su programa decida quién va preso y quién no, muchas veces boicoteando las iniciativas que desde el propio chavismo buscan una salida “digna” para Maduro o quizás ayudando a adelantar escenarios más radicales que según los cálculos de Cabello pudieran favorecerlo.
Sin duda un terrible escenario para el dictador, quien debe dormir entre traiciones y traidores, si es que es capaz de hacerlo. Sentarse en un nido de alacranes no debe ser nada fácil, pues al más mínimo movimiento cualquier aguijón pudiera alcanzarle. Aunque en público usted los vea reír y abrazarse, la procesión va por dentro y quienes más aplauden agachados, son los que más están conspirando. De allí que las noches del dictador sean cada vez más largas y su círculo cada vez más reducido. Es el final, por más lejano que parezca.
@Brianfincheltub
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