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Wuilker Fariñez señaló un Nuevo Horizonte

El arquero venezolano debutó esta semana en la portería de Millonarios contra el Nacional de Medellín, y dejó su valla en blanco

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Una alfombra hecha de basura te acompaña durante el trayecto. En el camino se puede ver una casa donde quedó plasmado el recuerdo de un crimen. 35 tiros, de los cuales, 18 se encargaron de dejar aquella pared como un colador. Todo parece indicar que te diriges a uno de esos lugares que algunos evitan visitar, pero detrás de esa fachada de delincuencia y peligro se esconde algo más.

Al final de aquel camino está Nuevo Horizonte, una zona popular ubicada al noroeste de Catia en Caracas. Un lugar tan pequeño que todos se conocen. Donde todos los días se arma un mercado en la calle para quienes habitan ahí. Pero en especial, un lugar donde todos se reúnen a jugar fútbol.

Una cancha con la grama tan verde, como las hojas en primavera, te espera en medio de una multitud. A un lado de aquel espacio, una pequeña casa se esconde. De ahí salía a jugar fútbol un niño de piel morena y una estatura que en este deporte pondría en duda su éxito a pasar un rato.

“San Wuilker” le dicen algunos por su habilidad como portero. Un don que vino en sus genes y que lo llevó a convertirse en el guardameta de la Selección Nacional de Venezuela y del Millonarios Fútbol Club en Colombia. Su nombre es Wuilker Fariñez, y es uno de los futbolistas que salió de este barrio capitalino.

“Desde muy pequeño mis padres siempre tuvimos una cancha en el barrio, y me dejaban jugando en ella. Era una de mis mayores diversiones. No salía de ese lugar. Fue una parte fundamental en mi vida ese campo. Hoy en día me esfuerzo por alcanzar mis objetivos y agradezco haber tenido el privilegio de jugar en ese espacio diariamente porque fue ahí donde todo comenzó”, comentó Fariñez.

Así como el, grandes futbolistas de nuestro balompié se criaron en esta zona popular. Jugadores de la talla de Cristian Casseres y Emilio Rentería patearon su primer balón en esta cancha que en la actualidad muchos niños disfrutan todos los fines de semana y que ha sido la responsable de que el fútbol sea la actividad principal del lugar.

El don viene en la sangre. Años atrás el fútbol era mal visto y con las peores pagas. A pesar de eso, se convirtió en uno de los de deportes más practicados en la actualidad, ya que con un solo balón pueden jugar hasta 22 niños. Wuilker siempre supo que quería ser futbolista. Aunque probó en distintas posiciones, el don de arquero corría por sus venas.

“Cuando era pequeño y llegaba de la escuela, mi hermana lo mantenía encerrado en la casa. Yo era el que siempre lo sacaba y lo invitaba todas las tardes a la cancha para que jugara y entrenara con sus compañeros. El fue aprendiendo poco a poco. En sus comienzos, la cancha era de arena. Veníamos con zapatos de goma rotos y así nos poníamos a jugar”, fueron las palabras de Cristopher Soto, tío de Wuilker.

Por su parte, Juanky dice que desde la primera vez que vio entre los tres palos al joven portero, supo que estaba tocado por Dios y que lo que lo une a su padre, lo convirtió en quien es hoy en día: “Wuilker trae genéticamente el don de ser arquero. Tenía los rasgos como su papá, quien también fue portero. Yo lo ponía a jugar y lo turnaba con otros. Cuando comenzó a gustarle enserio estar en el arco, lo ponía para que tapara los penales y lo hacía muy bien”.

Para este jugador de la selección nacional, el apoyo de su familia siempre ha sido fundamental para salir adelante y mantenerse “con los pies en la tierra”. Se crió en la pequeña casa a un lado de la cancha junto a sus padres, sus hermanos y su tío, quienes se encargaron de incentivarlo en cada oportunidad y de inculcarle buenos valores como la humildad y el compañerismo.

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