«Es la economía, estúpido», dijo James Carville, estratega de la campaña electoral de Bill Clinton en 1992, año en el que el demócrata consiguió derrotar a George H. W. Bush y convertirse en presidente de Estados Unidos.
Carville utilizó esta frase como uno de los ejes vertebrales de la campaña de Clinton y lo convenció para que se centrara en los temas que tenían mayor impacto para los estadounidenses en su vida cotidiana. La economía era -y sigue siendo- el tema que más preocupa a los ciudadanos estadounidenses y, por tanto, el más importante de cara a unas elecciones.
Pero, actualmente, si bien sigue siendo un tema vital, algunos expertos y politólogos aseguran que ya no es tan importante como en las últimas décadas
«La economía es un factor importante en las elecciones, pero no es tan influyente como antes», sostiene Pedro Coy, periodista y economista, para ‘The New York Times’, citando a otros expertos como Robert J. Gordon, economista y catedrático estadounidense.
Este año, con la sociedad estadounidense altamente polarizada, es probable que el futuro mandatario de Estados Unidos se defina por un margen muy estrecho. En estos márgenes es dónde se registra el peso de otros temas más allá de la economía y donde emergen otras cuestiones como las relaciones exteriores de Estados Unidos.
“No creo en absoluto que el conflicto en Medio Oriente esté entre las prioridades del votante estadounidense medio, más allá de la población árabe-estadounidense. Pero, como estas elecciones se elegirán en los estados péndulo y como parece que los candidatos obtendrán resultados muy parejos, una pequeña minoría de un grupo étnico sí puede influir”, sostiene Ranan Rein, experto en Medio Oriente y catedrático de Historia en la Universidad de Tel Aviv.
Es el caso por ejemplo de los musulmanes en el estado péndulo de Michigan o la población de origen judío en otro estado clave, Pensilvania.
No obstante, más allá de cómo puedan influir estas minorías en los comicios estadounidenses, los expertos destacan que es mucho mayor el poder de Estados Unidos hacia Medio Oriente.
“Está claro que Medio Oriente no es un punto central en la campaña presidencial de Harris ni de Trump, pero Estados Unidos tiene mucho poder en la región porque también tiene intereses geopolíticos allí”, asegura Mario Sznajder, doctor en Ciencias Políticas y profesor emérito de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Dentro del conflicto en Medio Oriente hay varios frentes geopolíticos abiertos: la guerra en Gaza, Líbano, la amenaza de Irán y el papel de Israel en la región. Y, en todos ellos, Estados Unidos tiene un papel destacado y, por eso, lo que se defina con estas elecciones –y quién resulte vencedor– será crucial para la estabilidad o inestabilidad de la región.
Estados Unidos en Medio Oriente: las propuestas de Trump y Harris
«Los votantes minoritarios probablemente determinen el resultado presidencial», es la predicción de un panel de expertos de la Universidad de Michigan. Y es una afirmación que se ha venido repitiendo durante los últimos meses de esta campaña presidencial.
El posicionamiento en materia de relaciones exteriores en general y el conflicto en Medio Oriente en concreto es un tema que afecta a un segmento de la población más específico –votantes árabe-estadounidenses, jóvenes, votantes del ala más a la izquierda–. Pero, debido a la importancia de las minorías, son temas con los que los candidatos presidenciales se han posicionado.
Durante la Administración Biden, los demócratas –partido por el que han apostado tradicionalmente los judíos estadounidenses– adoptaron la postura esperada tras la masacre del 7 de octubre: aseguraron que Israel tenía derecho a defenderse, mandaron armas y dinero para defenderlos ante una posible amenaza iraní y han mantenido un contacto constante con el Gobierno de Benjamin Netanyahu desde el inicio de la guerra en Gaza.
Sin embargo, las tensiones entre Israel y Estados Unidos han alcanzado uno de sus peores momentos durante el mandato de Joe Biden debido a la forma en la que Nentayahu ha manejado la guerra en Gaza –recordemos la invasión terrestre de Rafah, las decenas de miles de civiles muertos o los ataques a refugios en Gaza por parte de Israel–.
Con la vista puesta en seguir esta línea, los politólogos consideran que Harris va a intentar acercarse a los sectores más progresistas de Israel, mientras que Trump va a apostar por seguir apoyando al Gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu y sus políticas más agresivas.
De hecho, algunos medios de comunicación israelíes filtraron que Trump dijo a Netanyahu que, si gana, quiere una “victoria rápida” en Gaza y el fin de la guerra, en su línea de políticas proteccionistas y no implicación de Estados Unidos en guerras internacionales.
“Kamala va a intentar alinearse con los sectores más liberales dentro y fuera de Israel, lejos del Gobierno de Netanyahu. Desde Israel, el Gobierno de Benjamin Netanyahu está mandando el mensaje partidista de que Harris ‘odia a los israelíes’ porque prefiere que gane Donald Trump”, defiende Rein.
El mismo Trump acusó a Kamala Harris de “odiar a los israelíes y a los árabes” en su debate presidencial a inicios de septiembre.
Otra diferencia fundamental entre los dos candidatos es que Harris apuesta por la solución de los dos estados –uno israelí y otro palestino– una vez termine la guerra, y Trump no.
“Israel tiene derecho a defenderse, pero debe respetar el Derecho Internacional Humanitario. Debe respetar la vida de los civiles”, dijo Harris el 10 de septiembre durante el debate presidencial.
Por otra parte, según los expertos, ambos candidatos tienen un fuerte punto en común: quieren que la guerra se acabe. Trump apuesta por una salida rápida y Harris por la vuelta de los rehenes y una solución dialogada, pero ambos quieren el fin del conflicto y la desescalada de tensiones en Medio Oriente.
Según Sznajder, a Estados Unidos no le conviene que Medio Oriente atraviese por una situación de inestabilidad, por un interés que se remonta a décadas atrás: la disponibilidad y precio del petróleo.
«Si el precio del petróleo crudo sube mucho, eso empuja a la mayoría de las economías mundiales a una recesión y eso claramente no interesa a Estados Unidos ni a ningún otro socio Occidental”, apunta Sznajder.
Otro punto que según los politólogos no está en peligro con estas elecciones es la postura histórica de Estados Unidos en Medio Oriente. Es decir, el apoyo de los intereses israelíes y la negociación estratégica con otras naciones, como Arabia Saudita –por el petróleo y su posicionamiento geopolítico en la región, entre otros–.
“Estados Unidos puede presionar a Israel para llegar a una resolución con los palestinos, pero veo imposible que alguno de los candidatos cambie la estrategia estadounidense en Medio Oriente”, dice Rein.
“Muchos aspectos de la política exterior de Estados Unidos son definidos por el Departamento de Estado y el Pentágono y van mucho más allá del presidente/a”, defiende Sznajder.
¿Cómo se posiciona la población árabe-estadounidense?
Como casi todos los grupos poblacionales en Estados Unidos, el voto de los árabe-estadounidenses no es homogéneo ni se puede analizar fácilmente. No obstante, durante las últimas décadas la población árabe y musulmana –recordemos que el primero concepto se refiere al origen étnico y el segundo a la religión– han tendido a votar al Partido Demócrata. Pero eso, según las encuestas, podría cambiar en estas elecciones.
Según la encuesta de Arab News/YouGov, publicada el 21 de octubre, Donald Trump lidera entre la población árabe-estadounidense por un estrecho margen de 45 puntos frente a los 43 de Kamala Harris. Y el motivo de este cambio, según los politólogos, es el manejo de la situación en Medio Oriente de la Administración Biden con Harris como vicepresidenta.
“Si Harris pierde y lo hace porque los musulmanes no votaron por ella en los estados clave, será directamente por Gaza (…) La cuestión más importante que citan los musulmanes para juzgar a un candidato es su gestión de la guerra en Gaza”, sostiene dijo Dalia Mogahed, investigadora del Instituto de Política Social y Entendimiento (ISPU), a la cadena catarí ‘Al Jazeera’.
“Puede parecer sorprendente porque tradicionalmente la cúpula de Trump ha mostrado bastante desdén hacia los grupos no cristianos y se sentía cierta islamofobia entre varios republicanos. Pero la postura de la población árabe y musulmana en estos momentos se tiene que leer como una crítica a la postura adoptada por la Administración Biden en Medio Oriente”, apunta Rein.
El apoyo de Estados Unidos bajo el Gobierno de Biden a Israel en la guerra en Gaza y frente a sus enemigos regionales –como Irán o Hezbolá en Líbano– sin lograr impedir las decenas de miles de palestinos muertos ha desencantado a muchos árabes afincados en Estados Unidos.
“A pesar de que Trump no quiere reconocer un Estado palestino, parece que los votantes árabe-estadounidenses ahora empiezan a decantarse por él. Un voto que se tiene que entender claramente como un castigo a los demócratas por su gestión del conflicto en Medio Oriente, pero es una situación altamente compleja y llena de contradicciones”, explica Sznajder.
Otro voto altamente difícil de analizar y que parece –al menos en parte– posicionado con la causa palestina es el voto joven en Estados Unidos. Durante la primavera pasada, cientos de jóvenes estudiantes salieron a sus campus a protestar por la guerra en Gaza y el papel de Estados Unidos como facilitador de armas de Israel.
Miles fueron detenidos a raíz de esas manifestaciones y, ahora, muchos jóvenes de izquierda no están dispuestos a perdonar que la posición de Washington en Gaza no haya cambiado.
“No tenemos ninguna obligación de votar por ella. De hecho, tenemos la obligación de no votar para no recompensar al Partido Demócrata por su financiación de este genocidio”, asegura Maryam Iqbal, joven de 19 años suspendida de la Universidad de Columbia por participar en las protestas, al periódico El País.
Entre los jóvenes en general (de los 18 a los 29 años), centros como el Pew dan ventaja a Harris por delante del expresidente republicano por 57% a 34%, pero este segmento poblacional es altamente volátil y está muy fragmentado.
En el caso de los estudiantes universitarios, algunos expertos advierten que estos no representan a la población estadounidense joven en general.
“El voto joven universitario enfadado con Harris y con la guerra en Gaza es el voto de la élite joven educada de Estados Unidos, no representa en absoluto a toda la juventud estadounidense. En el país hay muchos jóvenes que viven en situación marginal y también votan”, advierte Sznajder.
Las encuestas muestran que los jóvenes prefirieron el cambio de mando demócrata de Biden por Harris, además de preferirla por delante de Trump. Y, en general, los asuntos de exteriores también quedarían relegados por detrás de otros domésticos como los derechos reproductivos de las personas gestantes.
Es decir, todo apunta a que la cuestión del conflicto en Medio Oriente es uno de los temas que está en los márgenes en estas elecciones, pero que tiene indudable peso para comunidades enteras de votantes. Al respecto, tanto su importancia real en el país como las consecuencias para la región solo se podrán medir después de la cita electoral del 5 de noviembre.
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