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Un hámster llamado Pedro Sánchez

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Nunca he tenido ningún afecto por los animales domésticos. Recuerdo haber tenido, siendo un niño y con mis hermanos, una pecera o un periquito en casa. Entonces vivíamos en un noveno piso. Así que mis padres debían de considerar que con eso bastaba. En el piso no había perros ni gatos. Jamás me ocupé de ninguna de esas mascotas. Cuando nos mudamos a una casa con jardín, mis padres compraron un gran danés que era tan grande que yo me subía a caballo en él hasta que un día me derribó y mordió. Me estaba muy bien empleado y mi —escasa— afición por el perro concluyó ese día.

Ya como padre nunca quise aceptar que mis hijos tuvieran animales domésticos. Me resistía con uñas y dientes hasta que no pude negarme a la vista de las circunstancias. Mi primera mujer, Clara Isabel, murió en junio de 2003. Esa noche en que tuvimos la capilla ardiente en casa, mis dos hijos se fueron a dormir a casa de amigos. Tenían 5 y 7 años. Y al día siguiente, el menor de ellos, Borja, volvió de casa de mis compadres con un regalo: un hámster.

El bicho quedó bajo la responsabilidad de mi hijo, al que en esas circunstancias yo no podía negarle nada. No tardó en perder gradualmente su interés. Pero yo veía todos los días cómo el roedor corría sin parar en el interior de una rueda que no llevaba a ninguna y parte y nunca parecía cansarse.

Aquel hámster me ha venido a la memoria ayer. No recuerdo su nombre. Pero si hoy entrase en mi casa otro hámster como ese, sin duda lo llamaría Sánchez. Porque Pedro Sánchez es demasiado largo para una mascota.

El miércoles supimos que el juez instructor de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno, pidió imputar a José Luis Ábalos por los «indicios fundados y serios» de la participación del que fuera ministro de Transporte en la corrupción que salpica a Pedro Sánchez. Y recordemos que cuando Ábalos realizó las actuaciones de las que se le acusa, era la mano derecha de Sánchez. Su verdadero segundo en el partido. Ábalos fue el diputado que en nombre del PSOE presentó la moción de censura contra Rajoy para acabar con la supuesta corrupción del PP. Quién le ha visto y quién le ve.

A más, a más, en el mismo día, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha archivado la querella de Begoña Gómez contra el juez Peinado, como antes lo hizo con las del presidente del Gobierno y las de un farandulero. Tres de tres. Si añadimos a todo ello que el auto que pide imputar a Ábalos identifica como «el 1» en el rescate de Air Europa a Pedro Sánchez, ya podemos decir, más que nunca, que no paramos de mejorar.

Y todo esto ¿qué tiene que ver con el hámster? Pues supongo que es muy evidente. Cada vez más veo a Sánchez como aquel roedor ratero, que no para de correr en la rueda de su jaula, como si al parar se fuera a morir. Pero por más que corra este hámster, el proceso, como la rueda dentro de su jaula, ya no se va a parar hasta que sea detenida desde fuera y él acabará donde la Justicia determine. Se admiten apuestas.

Artículo publicado en el diario El Debate de España

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