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El debate televisado como instrumento de campaña

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Joe Biden confesó que “casi se queda dormido” en el debate con Donald Trump

CNN / EFE

El debate televisado como instrumento de campaña electoral es tan reciente como ha sido la incorporación de la respectiva tecnología. Creemos que el primer debate con alguna consecuencia en los votantes fue el 26 de septiembre de 1960 cuando se enfrentaron los candidatos que aspiraban a suceder al entonces presidente Eisenhower (republicano), quien debía entregar el 20 de enero de 1961. Aquel evento fue histórico, mediático y político.

Histórico porque fue la primera vez en la que para la magistratura más importante del planeta se utilizaba ese formato. Mediático porque alcanzó la hasta entonces impensable suma de 65 millones de televidentes. Político porque los candidatos marchaban bastante parejos en las encuestas de opinión, por lo que su actuación era importante a la hora de la votación.

Aquel día Kennedy lució bien parecido, elegante y simpático, mientras que Nixon se veía cansado, menos simpático, con el flux arrugado y posición corporal tensa.

Dicen que en esa oportunidad el debate resultó importante para definir la voluntad de muchos ciudadanos. El resultado se concretó en 303 electores para Kennedy y 219 para Nixon dado el singular sistema electoral norteamericano. En el voto popular Kennedy con 34,2 millones se impuso a Nixon por 110.000 votos en un universo de 68 millones de votos emitidos . Nadie dijo fraude y todo lo siguiente transcurrió en perfecta armonía cívica.

En casi todas las democracias el debate televisado se ha impuesto como herramienta importante cuando ya no es fácil reunir medio millón de personas para un mitin popular, como sí ocurría antes en la Avenida Bolívar u otros lugares.

Venezuela también se incorporó a esta tendencia, creemos que desde 1983, cuando Jaime Lusinchi debatió con Rafael Caldera y en 1988, cuando Carlos Andrés Pérez lo hizo con Eduardo Fernández. Luego, en 1998, el comandante Chávez no se presentó a debatir con su oponente, el gobernador Henrique Salas Romer, lo cual, se recordará, no le causó daño alguno a la hora de contar los votos en aquel luctuoso día para la hasta entonces sólida democracia venezolana.

La estrategia que orienta estos eventos consiste en que quien va detrás en las encuestas es el que solicita el debate, mientras que  quien va punteando no tiene mucho interés en exponerse y regalar su audiencia como fue el caso de Chávez en 1998, que prefirió no presentarse a la cita con su oponente, el entonces gobernador de Carabobo, Henrique Salas Romer. El día de la elección Chavez obtuvo 56% y su oponente apenas el 39%. Calculó bien.

En Estados Unidos, los debates presidenciales han sido y siguen siendo un rito de campaña y en general se han desarrollado en un ambiente de confrontación a veces fuerte, pero con bastante respeto hasta la llegada de Trump en 2016 frente a Hillary Clinton, a quien atacó inmisericordemente e insultó y pidiendo reiteradamente encarcelamiento (lock her up) con la  arrogancia y virulencia que caracteriza su estilo. No obstante, debe reconocerse que en la sesión del pasado 27 de junio frente al actual presidente  no hay duda de que Trump fue el  vencedor frente a un contrincante cuya declinación cognitiva estuvo a la vista de todos constituyéndose en una noche trágica para sus pretensiones y las del Partido Demócrata.

En los días que han seguido hasta hoy, los partidarios de Biden insisten en mantener su candidatura y la de la señora Kamala Harris para la Vicepresidencia. Se comenta que entre muchos partidarios del  “viejito” se está ejerciendo  presión para sugerirle u obligarle a declinar su candidatura. Sin embargo, también ha trascendido que en su círculo íntimo y en el entorno familiar parecen haberlo convencido para que continúe.

Entendemos que cuestiones reglamentarias internas del Partido Demócrata hacen difícil la sustitución a estas alturas del proceso, por lo cual insisten en el mantenimiento de la candidatura de Mr. Biden. Círculos cada vez más significativos de la ciudadanía abogan por el desistimiento, sin que hasta ahora el presidente haya dado señal alguna de su retiro. ¡Crónica de una muerte anunciada!

Así las cosas, la posibilidad de que Donald Trump regrese a la Casa Blanca se ha elevado bastante y la consecuencia de ese resultado seguramente no contribuirá a zanjar la enorme grieta que existe entre republicanos y demócratas, sino que además de ello se incrementará la posibilidad de que políticas pugnaces puedan conducir a repetir el aislamiento internacional de los Estados Unidos tal como ocurrió durante su primer periodo de gobierno 2016/2020. Además es  bien probable que la adopción de dichas políticas controversiales no contribuyan a la necesaria consolidación del prestigio norteamericano en el mundo.

Dicho lo anterior uno podría preguntarse si Maduro y Edmundo González Urrutia pudieran enfrentarse en un debate entre los dos en los días que aún faltan para el 28J. Habrá que ver qué sucede, pero este ciudadano de a pie se permite opinar que tal evento no sería beneficioso para el candidato de la MUD. Más bien conviene que Maduro siga mintiendo, siga insultando, metiendo la pata y contribuyendo así a que su derrota sea histórica.

¡En muy pocos días lo sabremos!

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