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12.000 estudiantes dejaron estudios en núcleos de la ULA en 2017-2018

De 52.000 alumnos, 30% abandonó las aulas por diversas razones. La mayoría estudiaba carreras de ciencias sociales, informó el rectorado

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La Universidad de los Andes, que cumplió 233 años hace una semana, está atravesando una de sus peores etapas. En el último período académico, entre finales de 2017 y principios de 2018, sufrió una deserción de 30%, de un total de 52.000 estudiantes, lo cual representa 12.000 estudiantes que por diversas razones abandonaron los estudios, informó el rector Mario Bonucci.

“Son alumnos que tienen la posibilidad de inscribirse otra vez, pero prefieren abandonar por diversas razones. Ahora son 40.000 los inscritos”, precisó el rector de ULA.

Agregó que 15% del alumnado solo inscribe una o dos materias para poder tener tiempo para trabajar y estudiar, aunque esto extienda el lapso normal de culminación de la carrera.

“En una crisis no se puede determinar cuándo un alumno terminará una carrera, pero esto puede triplicar su duración. Temporalmente fueron suspendidas las medidas de rendimiento estudiantil, lo que permite a un alumno inscribir pocas materias; por esa razón vemos los salones vacíos”, dijo.

Bonucci afirmó que las carreras más afectadas son las de ciencias sociales. “Carreras como Derecho, Contaduría, y otras de esa rama son las que sufrieron más deserción, en contraste con Odontología y Medicina que son las que han mantenido una matrícula constante”.

La tendencia indica que parte de los estudiantes deserta los estudios para irse del país; sin embargo, Bonucci destacó que quienes están cerca de finalizar la carrera prefieren esperar hasta la obtención del título.

“Hemos determinado que además la situación se inclina a que cuando el estudiante está cerca de terminar prefiere aguantar y graduarse, porque para él es más importante llevarse un título al migrar”.

La deserción también ha afectado al profesorado y empleados: ha sido de 6% en este mismo lapso. “Sufrimos una descapitalización humana en la universidad. Se están yendo profesores titulares, que suelen tener hasta doctorado y una amplia experiencia. Siempre estamos en constante ingreso de docentes, por eso no se nota tanto la falta”, dijo.

De los cuatro núcleos que posee la ULA el que padece más dificultades, y por lo tanto más éxodo, es el Rafael Rangel en el estado Trujillo. Su ubicación, en Valera, hace que sea limitado el acceso al no contar un sistema de transporte con buen funcionamiento.

“El transporte tiene más de 30 años y el gobierno no da buses nuevos; por ello el traslado para los estudiantes es una limitación. Por otro lado, en la sede de Trujillo el comedor no está funcionando por problemas con el abastecimiento de comida, entonces los alumnos no van a asistir a una universidad que no les garantice ni la comida ni el transporte”, señaló el rector.

El programa de movilidad estudiantil hace posible que alumnos que les falte menos de 25% de la carga académica terminen la carrera en otra universidad que se encuentre en convenio con la ULA, nacional o extranjera, resaltó Bonucci.

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