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El fin de un proceso

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Sánchez celebra que se abra una nueva etapa en Cataluña para reforzar la convivencia

Las elecciones catalanas del domingo, aunque de carácter regional, mandan un mensaje potente sobre la salud política española: triunfo claro de los socialistas, subidón de los populares que quintuplicaron su renta en un escenario hostil y debacle del separatismo que, ni aun juntando todas sus partes separadas y enfrentadas, puede formar mayoría para gobernar.

El diario El Español, muy crítico con Pedro Sánchez, reconoce el «rotundo» triunfo de Salvador Illa, líder de los socialistas catalanes, y destaca que los cuatro partidos nacionales –PSOE, PP, Vox y Sumar (Comuns en Cataluña)– pasaron de 61 escaños a 74 en el parlamento de esta comunidad autonómica, con lo que se acerca a la aritmética política de todo el reino español.

Se cierra el ciclo electoral de las tres comunidades históricas: Galicia, mayoría absoluta de los populares; País Vasco, mayoría de los nacionalistas; Cataluña, fin del «procés» separatista iniciado en 2012, con su desafío independentista de 2017, convertido en rotunda minoría.

El Español resalta como segunda valoración de la jornada dominical que el resultado es un éxito también del presidente de Gobierno –Sánchez, el hombre de «los cambios de opinión»– que obtiene un balón de oxígeno, al menos hasta el 9 de junio próximo cuando se celebran las elecciones para el Parlamento Europeo a la que concurren todos los españoles en edad de votar.

Otras tres grandes cabeceras periodísticas reflejan de la siguiente manera el día electoral: «Cataluña castiga al independentismo» (ABC); «Illa logra una gran victoria pero Puigdemont exige a Sánchez gobernar» (El Mundo); y «El triunfo de Illa entierra el ‘procés» (El País). Cada medio con su mirada, como suele ser, pero con la certeza compartida de que el proceso separatista ha perdido fuelle de manera notoria en el centro mismo donde surgió y desafió la integración del Estado español.

«Por lo pronto, se lee en El Español, es posible expedir el certificado de defunción del procés (y quien sabe también si el de Carles Puigdemont como líder político), toda vez que se ha esfumado la mayoría secesionista que fue revalidada por dos veces tras el 1-O (primero de octubre de 2017)».

La amnistía para los líderes del intento secesionista de 2017 –en lo que tanto y peligrosamente se ha empeñado Pedro Sánchez– no fue parte del debate electoral como atestiguan los medios, pero, como retruque, ha significado una erosión del voto independentista, sobre todo del ala izquierda del separatismo, que tendrá que decidir entre apoyar a los socialistas u optar por una repetición electoral para la formación del gobierno autonómico.

El porcentaje electoral de las cuatro formaciones nacionales (52,5%) el  domingo en el fragmentado cuadro electoral de Cataluña se pone en sintonía con el porcentaje del PP y el PSOE (64%) en las elecciones nacionales del 23 de julio pasado.

Los votantes acercan las posiciones “centristas” y reducen el peso de los “extremos”. Es un dato saludable en los tiempos que corren.

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