A pocos días de la realización del próximo referéndum sobre el Esequibo, resulta evidente que el gobierno de Nicolás Maduro, desarrolla una costosa maniobra política con fines electorales, utilizando para ello, de manera irresponsable, un tema tan importante y delicado, como es el Esequibo. En su campaña, enarbola un falso patrioterismo, a la vez que, sigue entregando al país y exacerba un discurso amenazante y violento, que nos puede conducir a una aventura militar, expresó Rafael Ramírez, expresidente de Pdvsa.
El gobierno manipula el sentimiento nacional en apoyo a nuestra reclamación histórica sobre el Esequibo, para tratar de revertir el masivo rechazo popular a su gestión y ganar la legitimidad que perdió hace años, en el seno del pueblo venezolano. La cúpula que gobierna, ve en el Referéndum y el Esequibo, una oportunidad electoral para favorecer sus propios intereses grupales y mantenerse en el poder.
El Referéndum no tiene efecto alguno en nuestra justa reclamación sobre el Esequibo. El ejercicio de la Soberanía y el cumplimiento de la Constitución, no necesitan ser sometidos a consulta alguna, pero el gobierno intenta utilizar al pueblo, para evadir su responsabilidad en este asunto estratégico tan importante para el país y ahora pide un voto de confianza, para defender un territorio que se pierde por su propia negligencia y falta de responsabilidad.
La Exxon Mobil está presente y opera en aguas de el Esequibo, porque el gobierno de Maduro así lo permitió. Desde 2013, el gobierno de Maduro, a pesar de las advertencias hechas, guardó silencio, cuando Guyana, de manera pública y notoria, entregó los Bloques Stabroek, Roraima y Poimeran, en aguas del Territorio Esequibo, a las transnacionales petroleras norteamericanas y chinas.
Desde entonces, las compañías Exxon Mobil y Amarada Hess de EEUU y la CNOOC de China, realizaron operaciones de exploración e iniciaron producción en el Bloque Stabroek, sin que el gobierno, ni las Fuerza Armada Bolivariana, hicieran nada por impedirlo. Por el contrario, guardaron silencio por sus propios intereses políticos, buscando acuerdos con la Administración de Donald Trump y para no afectar las relaciones con China.
Hoy día, estas compañías transnacionales, encontraron y probaron reservas de más de 10 mil millones de barriles de petróleo en aguas del Territorio Esequibo y producen allí, 380 mil barriles día de petróleo, proyectando una producción de 1,2 millones de barriles día de petróleo para 2027, ocupando nuestra salida al Atlántico y tomando posesión de nuestro territorio y recursos naturales.
El gobierno de Maduro y la Cancillería venezolana, no sólo guardaron silencio ante el ejercicio de facto de soberanía de Guyana sobre el Esequibo, sino que, no hicieron valer El Acuerdo de Ginebra, especialmente, su artículo 5to y las medidas cautelares contempladas en el mismo, para detener las acciones ilegales de Guyana.
Producto de una gran negligencia en el manejo de los asuntos de Estado, cedieron todos los espacios políticos y diplomáticos a Guyana y dejaron extinguir el mecanismo de “Buenos Oficios” del Secretario General de la ONU quien, en consecuencia, en 2018, decidió abandonar esta gestión de mediación y remitió el asunto ante la Corte Internacional de Justicia, instancia para la solución de controversias de la ONU, de la cual Venezuela es parte.
El gobierno de Maduro ha abandonado hace tiempo el ejercicio de nuestra Soberanía Económica, Petrolera y Territorial, así como, los instrumentos del Estado para ejercerla. Con el desmantelamiento y destrucción de nuestra empresa nacional, Petróleos de Venezuela, PDVSA, el Estado Venezolano no tiene posibilidad alguna de ejercer su soberanía en los confines de nuestra Patria. No sólo es incapaz de explotar el petróleo y el gas en el territorio nacional, cediéndolo a las transnacionales y operadores privados, sino que, no tiene la capacidad de explotar nuestros recursos en nuestro mar territorial, ni en aguas de el Esequibo, ni en nuestra fachada Atlántica y Caribeña.
Así, mientras el gobierno levanta las banderas de un falso nacionalismo, ha entregado la Soberanía Económica del país, dolarizando la economía y entregando el petróleo a la Chevron y otras transnacionales, mientras nuestro gas del Caribe y fachada Atlántica lo entrega a la Shell, para su desarrollo en Trinidad y Tobago.
Ambos gobiernos, el de Guyana y el de Venezuela, actúan tutelados por los intereses transnacionales, sean éstos petroleros o mineros, escalando sus acciones con la amenaza de llevar a nuestros pueblos a una confrontación, una guerra absurda, en defensa de los intereses de las compañías transnacionales del petróleo, el gas y el oro.
El gobierno y los jerarcas del madurismo, azuzan de manera irresponsable el militarismo, están dispuestos a llevar a los soldados, los hijos del pueblo, a una guerra absurda, mientras los suyos están a buen resguardo, muchos de ellos, fuera del país.
El Alto Mando Militar, responsable de primer orden, de lo que ha sucedido en el Esequibo, hace juegos de guerra y movilizaciones, a sabiendas que no tiene la capacidad para sostener ninguna operación militar de envergadura, no posee los medios y ni siquiera, el combustible para movilizar y mantener tropas en los confines del territorio. La guerra es cosa seria, muy seria, no son las escaramuzas de Apure desarrolladas el año 2021, en la frontera con Colombia, donde los soldados venezolanos fueron masacrados por grupos irregulares que operan desde hace años en ese territorio.
Nuestro poderío militar debe ser disuasivo y emplearse en defensa de nuestra soberanía, entendida como un todo: Soberanía Política, Económica, Petrolera y Territorial; pero no puede ser utilizado para maniobras electoreras, colocando al país en una dinámica que puede desembocar en una escalada de consecuencias impredecibles.
Ante lo que sucede en el Esequibo, se impone el firme accionar de todas las fuerzas nacionales, populares y patriotas, en defensa de nuestro territorio y recursos naturales, pero NO con este gobierno entreguista y manipulador.
Debemos utilizar todos los recursos políticos y diplomáticos a nuestro alcance, reconquistar el apoyo del Caribe y del resto de los países de la región, para alcanzar una solución negociada con Guyana, volver al marco de la negociación política, no amenazar con anexar ningún territorio, ni con una acción militar. El pueblo de Guyana no es nuestro enemigo.
El errático accionar del gobierno de Maduro, el abandono de los espacios diplomáticos en las Naciones Unidas y de las iniciativas de cooperación, como Petrocaribe, nos han hecho perder el apoyo del Caribe, de Caricom y hasta de Cuba. Mientras otros importantes países de la región, como Colombia, México y Brasil, mantienen silencio y distancia con respecto a lo que sucede, el gobierno de Maduro ha colocado a nuestro país en una situación de aislamiento y debilidad, que tiene graves consecuencias estratégicas para nuestras posibilidades futuras.
Las fuerzas políticas y populares del país, no pueden ceder al chantaje de la campaña y el miedo que impone el madurismo con respecto al Referéndum, ni caer en su manipulación chovinista. Al contrario, es el momento de levantar una voz firme de rechazo a estas maniobras electoreras y hacer un llamado a todo el país para defender nuestra soberanía de manera integral: nuestra economía, nuestro petróleo, nuestro gas, nuestros minerales y nuestro territorio, hoy entregados al saqueo de las transnacionales y de los intereses privados del madurismo.
Mientras el gobierno juega a la guerra, o al “aguaje” de la guerra, los intereses transnacionales siguen avanzando hacia el control de todos los espacios de la Patria, desde la Faja Petrolífera del Orinoco, pasando por el Arco Minero, el Gas Costa Afuera, hasta el Territorio Esequibo.
El gobierno carece de una estrategia y de voluntad política para hacer frente a un desafío tan grande como éste. El Pueblo tiene que movilizarse, no para participar de la farsa del Referéndum, sino para dotar al país de una dirección y de un gobierno nacional, popular y verdaderamente bolivariano, capaz de defender efectivamente el Esequibo y los más sagrados intereses de la Patria y del Pueblo venezolano.
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