La condena de un año de privación de libertad, bajo el falso delito de «desacato», impuesta al doctor en Ciencias Biológicas Ariel Ruiz Urquiola ha desatado fuertes críticas contra el régimen cubano de parte de juristas, intelectuales, científicos y organizaciones de derechos humanos.
Urquiola fue expulsado el año pasado de su centro de investigaciones por mantener una postura disidente, luego protagonizó una huelga de hambre y sed por la desidia del sistema de salud en Cuba, y desde entonces es hostigado por la policía política.
El joven investigador ha argumentado su desacuerdo con la tala indiscriminada de árboles, la caza de especies en extinción y la contaminación de las fuentes acuíferas en el Valle de Viñales (Pinar del Río), declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1999. Lo han encarcelado para castigar su posición civilista y para desalojarlo de un terreno en esa localidad, donde trabaja en un proyecto de protección y desarrollo de especies.
En Cuba, desde hace seis décadas, no existe el Estado de Derecho (práctica que han exportado a Latinoamérica). Urquiola ha sido inculpado en un proceso arbitrario, plagado de violaciones de los derechos humanos, en el que se han impuesto las «leyes infames» de un «sistema infame. En Cuba el “desacato”, más que figura legal es una condena a quien se atreve a disentir.
El caso de Urquiola demuestra que los regímenes dictatoriales no se caracterizan por crear leyes, sino por imponer “no leyes” para destruir la legalidad. Así se enquistan en el poder, confiscando medios de comunicación, grandes empresas, la banca nacional, el Ejército y la policía (subordinada a la seguridad del Estado). Para lograrlo necesitan adueñarse del Poder Legislativo. Así destruyen sin coto la institucionalidad y la sociedad civil.
Su herramienta más efectiva son las “leyes infames”, como denomina el abogado Carlos Sánchez Berzaín los instrumentos, de apariencia legal, que emiten regímenes autoritarios para perpetuarse en el poder. Con estos artilugios, en Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y otros países, donde la distorsión de la legalidad es cotidiana, los disidentes son condenados sin respeto al debido proceso.
“La sentencia infame contra Urquiola evidencia que Cuba es una dictadura. El castrochavismo usa el sistema de justicia como instrumento de persecución y represión política. Igual ha sido con Galo Lara en Ecuador, Leopoldo López en Venezuela y Savina Cuellar en Bolivia, entre otras víctimas”, asegura el politólogo, cuyos análisis han generado la Doctrina Sánchez Berzaín.
El director del Interamerican Institute for Democracy define una ley infame como una “norma que, elaborada y establecida, siguiendo el procedimiento formal para su creación, viola en su objeto y contenido los derechos humanos y las libertades fundamentales. Una no ley”.
Es decir, todo lo contrario al concepto de ley, que se define como “el precepto dictado por la autoridad competente, en que se manda o prohíbe algo en consonancia con la justicia y para el bien de los gobernados”. “Lo infame es lo despreciable, y así son estas no leyes y los regímenes que las implementan. Son mecanismos nulos de pleno derecho porque van en contra de la naturaleza humana y de la civilización”, precisa el jurista.
Pero las “leyes infames” no pueden ejecutarse sin otros dos elementos: los “jueces infames”, que dictan fallos y sentencias violando los derechos humanos en lugar de protegerlos, y los “fallos infames”, las resoluciones judiciales, nulas de pleno derecho, por precisamente violar derechos humanos (descritos en la Declaración Universal) o fundamentales (que figuran en las constituciones de cada país), y que toda resolución judicial tiene la obligación de proteger según los principios de igualdad, presunción de inocencia, juez imparcial y debido proceso.
Es vital la protesta internacional ante este nuevo crimen. El artista cubano Gustavo Rodríguez “Garrincha” creó la hermosa caricatura Ariel El Biólogo. El proyecto independiente Estado de Sats ha extendido una campaña internacional para su libertad inmediata, invitando a compartir este dibujo en redes sociales, advirtiendo que “la libertad de Urquiola es un paso hacia la libertad de todos los cubanos”.
El senador cubano-estadounidense Marco Rubio ha dicho: “Urquiola se ha convertido en el nuevo objetivo del régimen cubano. Una vez más el régimen trata de silenciar a sus opositores encarcelándolos injustamente”.
El castrismo es un mal que no entiende de fronteras. La aceptación de actos violatorios como este no sólo vuelve cómplice a quien hace silencio, sino que lo enfoca como posible víctima.
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