La grave crisis económica que atraviesa Venezuela enfrió la fiesta mundialista a los aficionados del balompié que cada cuatro años acostumbraban a disfrutar del evento en amena reunión con familiares y amigos en tascas y restaurantes.
La mayoría de las cervecerías, bares, cafetines, tascas y restaurantes de Caracas, que en otras épocas eran abarrotados por aficionados al fútbol, lucieron con muy poca afluencia el día inaugural del Mundial de Fútbol 2018.
Durante un recorrido realizado por La Candelaria, una de las zonas con mayor influencia de colonias portuguesas, italianas y españolas, lució desierta el primer día evento.
El precio de las cervezas varía entre 380.000 y 600.000 bolívares, mientras que en algunos lugares ofrecen ofertas de tobos con 10 cervezas en 4.350.000 bolívares. La botella de ron nacional supera los ocho millones de bolívares.
Alberto Falcón, encargado del Restaurante Casa Bermeo, ubicado en la popular parroquia, afirmó que la situación por la que atraviesa el país, los nuevos precios de las bebidas y el horario en el que fueron programados los encuentros son las principales causas por las que los aficionados prefieren ver los partidos desde su casa o en el lugar de trabajo.
“Hoy es el primer día y el campeonato está comenzando, esperemos que la situación mejore con los próximos encuentros que se celebrarán en el horario vespertino y en los que competirán las selecciones suramericanas”, dijo el trabajador que manifestó ser hincha de Brasil.
Para Andrés Rodríguez, Alberto Dugarte, Joao Da’Silva y Yolanda Mejías, que disfrutaron el juego inaugural en la Tasca Restaurant Akelarre, el Mundial comenzará hoy con el encuentro entre España y Portugal.
“La crisis y los problemas que presenta el país influyen mucho para que los aficionados no puedan disfrutar de su deporte favorito en una tasca. En anteriores mundiales esto estaba full, la gente llegaba muy temprano para reservar su sitio, pero las cosas han cambiado. Hoy (ayer) fue el primer día. Ya veremos cómo nos va mañana (hoy)”, manifestaron Víctor Barrios y William Vivas, que durante 20 años han trabajado en la tasca.
El restaurante La Cita, uno de los sitios privilegiados de La Candelaria, también lució con sus mesas vacías.
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