“Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”.
Antonio Machado
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Este periódico, uno de los más importantes que hemos tenido en la Venezuela moderna, se fundó el 3 de agosto de 1943. Sus creadores fueron Henrique Otero Vizcarrondo (1884-1952), Miguel Otero Silva (1908-1985) y Antonio Arráiz (1903-1962). Desde el primer momento, este medio señaló el camino para un nuevo periodismo en el país. A grandes rasgos se propuso como objetivos: ejercer el oficio de manera independiente, darle otro orden y jerarquía al material informativo, dotarlo de un diseño más fresco y atrayente, incorporar como colaboradores a intelectuales de diversos ámbitos profesionales y tendencias políticas, elaborar un producto que reflejara la creatividad de sus trabajadores y ofrecer a la sociedad un medio que llenara sus expectativas en una época de cambios. Los resultados no se hicieron esperar, pues, desde el comienzo, El Nacional se convirtió en uno de los diarios más solicitados por los lectores.
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Los principios que han orientado la actividad de El Nacional los resumió el propio Miguel Otero Silva en un escrito aparecido en la edición aniversario del 3 de agosto de 1980: “Un periódico no se construye con dinero, ni con rotativas, ni con relaciones comerciales que garanticen la afluencia de avisos, ni con protección gubernamental. Un periódico se construye con hombres. Todas las ventajas y privilegios quedan reducidos a ceniza si no está presente un puñado de periodistas con capacidad profesional, calidad humana y amor a su oficio, que sepan interpretar los sentimientos populares, que se lancen a la búsqueda de la noticia, que defiendan tercamente el estilo y la estética del diario, que peleen con bravura por hacer de su periódico el mejor informado y el de miras más altas”.
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Llama la atención que este periódico haya sido dirigido por personalidades de la intelectualidad venezolana, por gerentes de empresas exitosas y por periodistas formados en el propio medio de comunicación. Leamos los nombres de esos directores: Antonio Arráiz, Juan Francisco Reyes Baena, Humberto Rivas Mijares, Isaac J. Pardo, Miguel Otero Silva, Arturo Uslar Pietri, Ramón J. Velásquez, José Ramón Medina, Alberto Quirós Corradi, Alfredo Peña y Miguel Henrique Otero. Cada director le imprimió su estilo al periódico y propició cambios de acuerdo con la época. No obstante, siempre se trabajó con respeto a la libertad y a las diferencias de opinión, dando cabida a todas las producciones del quehacer humano. El Nacional llegó a ser el periódico de los intelectuales. Pero también, de un público, asimilable al sector de la clase media, que deseaba estar informado, con sentido crítico, del acontecer nacional e internacional.
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Uno de los grandes aportes de El Nacional fue el haber creado una página de opinión, la número 4 en el cuerpo A, abierta a los más diversos colaboradores, sin importar su afiliación política. Se trataba de plantear y discutir con libertad sobre los temas más apremiantes. Se buscaba orientar a la opinión pública en asuntos de trascendencia: economía, educación, gobierno, legislación, sanidad y asistencia social. Igualmente, en aspectos relativos a la ciencia, filosofía, historia, geografía y otras disciplinas. Leamos los nombres de esos articulistas: Enrique Bernardo Núñez, Salvador de la Plaza, Mario Briceño Iragorry, Augusto Mijares, Mariano Picón Salas, Juan David García Bacca, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Francisco Tamayo, Ramón Díaz Sánchez, Arturo Uslar Pietri, Joaquín Gabaldón Márquez, Miguel Acosta Saignes, Domingo Felipe Maza Zavala, Ramón Escovar Salom, Guillermo Morón y otros. Muchos de los grandes debates surgidos en Venezuela desde 1943 hasta la actualidad, tuvieron su origen en las columnas de opinión de El Nacional.
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Recordemos de manera específica, los nombres de algunos columnistas de la página editorial: Arturo Uslar Pietri, con Pizarrón; Luis Beltrán Prieto Figueroa, con Pido la palabra; Ramón Escovar Salom, con La ventana de papel; Pedro Pablo Barnola, con Noto y anoto; Enrique Castellanos, con Borradores; Luis Beltrán Guerrero, con Plano y contraplano; Pedro Berroeta, con Vuelta de hoja; Guillermo Morón, con Escrito en la pared y otros. Aunque, la mayoría de las columnas de opinión no tenía nombres fijos. Este era un espacio en el que convergían decenas de escritores, casi todos, con un nombre propio en el ámbito de la cultura, tanto nacional como hispanoamericano. La columna de mayor prestigio y duración fue Pizarrón, escrita por Arturo Uslar Pietri, entre 1948 y 1998, que con el tiempo llegó a reproducirse en más de 40 periódicos de habla castellana.
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Ramón J. Velásquez dirigió El Nacional en dos oportunidades: 1964-1968 y 1979-1981. Durante su segunda gestión creó una página dedicada a temas históricos, que salía publicada los domingos, casi siempre en la página 5 del cuerpo A. En ese espacio escribían, además del propio Velásquez, otros autores, como José Antonio De Armas Chitty, Manuel Pérez Vila, Ildefonso Leal, Jesús Sanoja Hernández, Manuel Caballero, Elías Pino Iturrieta, Carlos Salas y otros. La página tenía una caricatura de Pedro León Zapata, titulada Chistorias, que el artista elaboraba de acuerdo con el texto de los artículos. Ahí se trataban asuntos de interés diverso, que eran muy apreciados por los lectores, sobre todo por profesores y estudiantes de los distintos niveles del sistema educativo. De este modo, el periódico se convirtió en un medio auxiliar para el estudio de la historia de Venezuela.
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La entrevista ha sido uno de los géneros periodísticos que más peso ha tenido en El Nacional. Desde el principio hubo personas dedicadas a esta actividad. Leamos los nombres de algunos de los mejores entrevistadores: Luis Buitrago Segura, Kalinina Ortega, Leopoldo Linares, Patricia Guzmán, José Pulido, Roberto Giusti, Hugo Colmenares, Armando Coll, Gloria M. Bastidas, Tal Levy, Alfredo Meza, Maritza Jiménez, Ewald Scharfenberg, Rafael Osio Cabrices, Nelson Hippolyte Ortega, Rubén Wisotzki, Milagros Socorro y otros. Especial mención debe hacerse de los entrevistadores con secciones fijas en los diversos cuerpos del periódico: Alfredo Peña, Foro; Ramón Hernández, El País como oficio; Miriam Freilich, Cara a cara y Chefi Borzacchini, A fuego lento. Fueron páginas en las que aparecieron los juicios de las grandes figuras de la política venezolana, pero también, de la literatura, el arte, la ciencia, la educación y otras áreas del quehacer intelectual.
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Desde su creación, el periódico les dio un protagonismo esencial a las fotografías, como documentos gráficos generados en el propio medio de comunicación. La imagen debía ser verídica, sugerente e impactante. Tenía que llamar la atención del lector y llevarlo de inmediato hasta el texto de la noticia. Entre los fotógrafos que tuvo El Nacional destacan los nombres de Francisco Edmundo Pérez, Juan Quijano, José Sardá, Dimas Ibarra, Oswaldo Tejada, Pedro Garrido, Jacobo Lezama, Ennio Perdomo, Tomás Grillo, Sandra Bracho, Giorgio Lombardi, Luis Noguera y otros. En sus archivos está resguardada la historia gráfica de Venezuela desde 1943 hasta la actualidad. Pero no solo de los hechos ocurridos en Caracas y en la zona metropolitana, sino también, en las ciudades y los estados del interior del país, porque el periódico tuvo corresponsales (reporteros y fotógrafos) en todo el territorio nacional.
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Lo que se ha dado en llamar periodismo cultural, el cual se refiere a la información que aparece en los diarios sobre la creación artística, vale decir, las grandes expresiones del espíritu (literatura, música, pintura, escultura, teatro, ballet, danza y otras), tuvieron cabida en El Nacional desde el propio momento de su fundación. Recordemos algunos hitos que muestran esta faceta del periódico a lo largo del tiempo: 1) Suplementos y cuerpos: Papel Literario, Cuerpo C, Cuerpo Siete Días, Cuerpo E y Feriado; 2) Páginas: Arte; y 3) Columnas: Cine, Humorismo, Idioma, Libros, Música y Teatro. Esos suplementos, cuerpos y páginas fueron dirigidos y las columnas redactadas por verdaderos conocedores de cada área, así como por periodistas formados de manera profesional al establecerse los estudios universitarios en comunicación social.
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Mención especial amerita el Papel Literario, suplemento que empezó a circular el 22 de agosto de 1943. Este proyecto surgió en las reuniones sostenidas entre Miguel Otero Silva, Antonio Arráiz y Juan Liscano. Desde el principio se le confió la dirección, con plena autonomía y libertad, a Juan Liscano, quien trazó el camino que seguiría esta publicación a lo largo del tiempo. Después vendrían otros directores: Arturo Uslar Pietri, Mariano Picón Salas, Guillermo Meneses, José Ramón Medina, Luis Alberto Crespo, María Beatriz Medina y Nelson Rivera. El Papel Literario se ha editado de manera ininterrumpida, con excepción del período 1961-1965, en que fue sustituido por una página titulada Jueves, bajo la dirección de Guillermo Meneses. Reapareció en 1965 y desde entonces se ha mantenido, siendo impreso en diversos formatos y variando los días de su aparición, según las circunstancias de cada época.
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El Papel Literario es una cantera de información sobre el devenir de la creación intelectual en Venezuela, pero también, en el mundo entero, sobre todo, en los países de Hispanoamérica, América Latina y el Caribe, América del Norte y Europa. En sus páginas figuran los nombres más representativos en los más diversos géneros: poesía, cuento, crónica, novela y ensayo. Se les ha dado cabida a las obras propias de cada intelectual, así como a lo que han escrito sobre ellos, los ensayistas y críticos más autorizados. Ha sido un medio de divulgación que muestra y analiza lo producido en Venezuela, aunque, abierto al mundo y a las tendencias más diversas. No solo se ha publicado a los escritores consagrados, sino también, a los jóvenes intelectuales que han tocado sus puertas para dar a conocer su trabajo. En tal sentido, el Papel Literario es una fuente inagotable para estudiar la evolución de la literatura nacional y extranjera.
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En 1946, tres años después de su fundación, El Nacional convocó por primera vez el Concurso Anual de Cuentos que tanto entusiasmo despertaría entre los escritores y el público en general. Desde entonces, el texto premiado, escogido por sus aportes y calidad narrativa, sería publicado en la edición aniversario. Entre los intelectuales reconocidos figuran los siguientes: Ramón Díaz Sánchez, Antonio Márquez Salas, Arturo Uslar Pietri, Guillermo Meneses, Alfredo Armas Alfonzo, Orlando Araujo, Arturo Croce, José Napoleón Oropeza, Laura Antillano, Lourdes Sifontes, Ana Teresa Torres y otros. No cabe duda, que este concurso ha estimulado la creatividad entre los escritores del país, quienes buscan, no tanto, la obtención del premio como tal, con la cantidad monetaria asignada, sino la posibilidad de divulgar los textos entre un público muy amplio, formado por los lectores del periódico.
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El humor siempre estuvo presente en El Nacional. Recordemos que este periódico es un hijo legítimo de El Morrocoy Azul (1941). Pero la etapa de oro del humorismo en este medio de comunicación, estuvo marcada por la presencia cotidiana de Pedro León Zapata (1929-2015), quien fue su caricaturista por excelencia entre 1965 y 2015, es decir, por 50 años, sin interrupción. Sus caricaturas, tituladas Zapatazos, son un reflejo de la evolución de Venezuela en todos los órdenes. Sus dibujos sencillos y textos breves muestran la situación del país en cada época. Son caricaturas que valen tanto como un editorial, un artículo de opinión, o una entrevista. Se conjugaban en su trabajo: conocimiento, gracia, ironía, sutileza y espíritu crítico. Con el tiempo, Zapata se convirtió en un intérprete de la realidad nacional, seguido por un público diverso, fueran personas con formación profesional, o simples ciudadanos de la calle.
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Hay que destacar el esfuerzo de El Nacional por preparar cada año una edición conmemorativa de su fundación, la cual circula, invariablemente, el 3 de agosto. Se trata de una verdadera fiesta por la cultura en la que participan los mejores especialistas en los temas escogidos. Ese día el periódico se multiplica con nuevos cuerpos para dar cabida a los textos y al material gráfico imprescindible. Cada año se abordan cuestiones de gran significación para el país. Una muestra de esas ediciones monográficas, aparecidas en los últimos cuarenta años, podría ser la siguiente: Cinco siglos en un día (1983), Tierra de gracia (1985), Venezuela es un placer (1986), Venezuela en el siglo XXI (1987), El liderazgo en la nueva Venezuela (1990), Venezuela: camino de sueños (1994), Personajes y personas (1996), Una travesía por el siglo XX (1999), Huellas con nombre de mujer (2005), Logros y hazañas venezolanas (2008), Historias de libertad y progreso (2014) y Constructores de la democracia (2015).
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No es común que una empresa alcance los 80 años en nuestro país. Los avatares de la política, la economía y la sociedad terminan por imponerse y hacer desaparecer aquellas entidades que no consiguen adaptarse a las circunstancias de cada época. El Nacional, más que una empresa, ha sido una institución al servicio del país, que desde su creación ha sabido cumplir la delicada misión que se trazaron los fundadores. Su papel ha sido fundamental como medio de comunicación, ya sea informando sobre el acontecer nacional e internacional, permitiendo la exposición de las ideas con libertad, denunciando los abusos y las arbitrariedades de los gobernantes, promoviendo la formación de los lectores, estimulando la creación en los diversos campos del quehacer intelectual, defendiendo los valores del sistema democrático; pero, sobre todo, fomentando la realización de un buen periodismo, dirigido a la totalidad de las personas, sin importar los estratos sociales ni las afiliaciones políticas. Este ha sido el gran aporte de este periódico venezolano.
Por Ildefonso Méndez Salcedo
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